Una invitación semanal a darse un espacio para leer un trozo del evangelio y compartir una reflexión sencilla a partir de nuestras experiencias de la vida diaria.
Caminando Juntos
Cartillas de Reflexión
Un espacio abierto e interactivo, que pretende enriquecer a un número creciente de personas, especialmente quienes buscan respuestas para sus inquietudes espirituales.
13 Feb 08
Lucas 11, 29-32
A esta generación no se le dará más signo que el signo de Jonás
Habiéndose reunido la gente, comenzó a decir: ‘Esta generación es una generación malvada; pide una señal, y no se le dará otra señal que la señal de Jonás. Porque, así como Jonás fue señal para los ninivitas, así lo será el Hijo del hombre para esta generación’. La reina del Mediodía se levantará en el Juicio con los hombres de esta generación y los condenará; porque ella vino de los confines de la tierra a oír la sabiduría de Salomón, y aquí hay algo más que Salomón. Los ninivitas se levantarán en el Juicio con esta generación y la condenarán; porque ellos se convirtieron por la predicación de Jonás, y aquí hay algo más que Jonás.
¿Por qué he elegido este texto? Me pareció una elección rara. Después de leer estas palabras una y otra vez, algo me vino al espíritu. Una señal. Otra señal. “Por favor, Dios, envíame una señal de Tu voluntad, de lo que yo puedo hacer, etc.” “Mujer de poca fe”, me diría Jesús. “¡Cuántas señales has recibido a lo largo de la vida! ¿¡Todavía estás dudando!?”
No soy la única, mucha gente arriesga la fe y la esperanza buscando nuevas señales de Dios en sus vidas. Sin embargo, ya deberíamos confiar, esperar, rezar, hacer el bien … ¡El crucificado resucitó! Esta es la señal de Dios para todos los tiempos, para todas las generaciones.
Jesús es duro con algunos de sus contemporáneos y conterráneos que querían más milagros o pondrían Su autoridad en tela de juicio. Será duro con nosotros también, con quienes como yo a veces no se contentan con el gran milagro -la victoria de la vida sobre la muerte-.
Jesús que era un judío fiel a sus escrituras, el Primer Testamento, cita el libro de Jonás, el profeta israelita que sólo con su presencia y prédica provoca la conversión de los ninivitas, habitantes de una gran ciudad, gente que despierta la compasión de Dios hacia ellos. Y la gran señal de las palabras, enseñanzas y gestos de Jesús no son suficientes para los israelitas, su generación, muchos que conviven con él, su madre, sus parientes y amigos.
Jesús también recuerda el ejemplo de una reina pagana, la reina de Sabá, que va a conocer la sabiduría de Salomón (cf. 1Rs 10). ¡Y los paganos serán testigos contra algunos israelitas el día del Juicio!
Jesús da todas las oportunidades para que crean en él, no pierde jamás la ternura y la compasión/misericordia, llama la atención duramente, intentando para que se vuelvan hacia Él, una oportunidad más…
El día del Juicio, o como lo llaman los profetas el día de Yahweh, es una forma de insertar en el tiempo la plenitud del Reino que se inicia con la encarnación/vida/muerte/resurrección de Jesucristo, o sea, una metáfora para decir que habrá un momento de encuentro faz a faz con Dios para todos y todas.
¿Cómo nos presentaremos? ¿Aún estaremos solicitando señales? ¿Estaremos como dice el libro de la Sabiduría, 4, 20 “Al tiempo de dar cuenta de sus pecados irán acobardados, y sus iniquidades se les enfrentarán acusándoles”? ¿O somos como Sabiduría 5, 1: “Estará entonces el justo en pie con gran confianza en presencia de los que le afligieron y despreciaron sus trabajos”?
Nosotros ya no tenemos la presencia física de Jesús como en aquel tiempo. La misma Eucaristía es otra forma de presencia. Tenemos, sin embargo, el testimonio de tantos mártires, santos, evangelios, hechos de los apóstoles … testigos de que “el crucificado resucitó”. No olvidemos que somos también, nosotros, mujeres y hombres de hoy, siglo XXI, los testigos de Dios para que el mundo crea por el testimonio de nuestras, palabras, gestos, acciones.
Recemos entonces a Dios, a Su primogénito Jesucristo y al Espíritu Santo que los une y nos une, para que nuestras vidas sean una canción de ternura y misericordia que alcanza a todos y se eleva a los cielos. Amén.
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