Una invitación semanal a darse un espacio para leer un trozo del evangelio y compartir una reflexión sencilla a partir de nuestras experiencias de la vida diaria.
Caminando Juntos
Cartillas de Reflexión
Un espacio abierto e interactivo, que pretende enriquecer a un número creciente de personas, especialmente quienes buscan respuestas para sus inquietudes espirituales.
19 Oct 09
Lucas 12, 13-21
Lo que has acumulado, ¿de quién será?
Uno de la multitud le dijo: “Maestro, dile a mi hermano que reparta conmigo nuestra herencia”. Él le contestó: “Amigo, ¿quién me ha hecho juez o partidor de herencias entre ustedes?”
Después les dijo: “Eviten con gran cuidado toda clase de codicia, porque aunque uno lo tenga todo, no son sus pertenencia las que le dan vida.”
En seguida les propuso este ejemplo: “Había un hombre rico al que sus tierras le habían producido mucho. Se decía a sí mismo: ¿Qué haré? Porque yo no tengo dónde guardar mis cosechas. Entonces pensó: ya sé lo que voy a hacer, echaré abajo mis graneros y construiré otros más grandes, para guardar mi trigo y mis reservas y me diré: Alma mía, tienes muchas cosas almacenadas, para muchos años; descansa, come, bebe, pásalo bien”. Pero Dios le dijo “Tonto, esta misma noche te van a pedir tu vida, ¿quién se quedará con lo que amontonaste?” Así le pasa al que amontona para sí mismo en vez de trabajar por Dios.
En muchos pasajes bíblicos Jesús predicó el desapego de los bienes materiales. Lo hizo con un lenguaje lírico (los lirios del campo…) pero también con palabras duras y descarnadas como en este trozo, al referirse a los ricos terratenientes de su tiempo, que basaban su seguridad en el acopio de bienes agrícolas. Predicó usando términos sencillos para componer parábola, o relato de un hecho de vida, basado en la experiencia de la gente que lo seguía. Sin enjuiciar ya que el juicio solía darse por sí solo, por la fuerza misma del relato.
¿Cómo hablaría hoy Jesús de nuestras actitudes, de la codicia con que se gestiona la economía a nivel mundial? Desde los tiempos de nuestros antepasados recolectores, pasando por la Palestina del siglo primero, la sociedad se ha ido volviendo cada vez más compleja. El lenguaje, para empezar, se complica: términos como offshore banking o subprime esconden la cruda verdad de una codicia sin límites, que lleva a hombres e instituciones a especular con el dinero ajeno, porque la sociedad se lo permite.
¿Quiénes componemos esta sociedad? Por una parte, hombres, mujeres y niños que apenas tienen con qué subsistir en el continente más “católico”. Por la otra, hombres y mujeres que no vemos la injusticia porque no queremos; que tendemos a pensarnos, a apreciarnos sobre la base de lo que poseemos. Nuestra mayor motivación es ir de compras, consumir significa invertir en autoestima.
También forman parte de nuestra sociedad algunos “excéntricos”, que no siguen ese patrón. “Rara” es la señora que todavía tiene en uso el refrigerador que le regalaron cuando se casó ¡hace cuarenta años!, se admira su hija. “Rara” es la pareja que hace un viaje por el extranjero y no vuelve cargada de baratijas ni de artículos de lujo, porque no le son necesarios.
Si bien la búsqueda de seguridad es inherente al ser humano, basar esa seguridad en el consumo desmedido, en el “tener”, implica un desequilibrio, una pérdida de sentido y de propósito. La codicia hace perder la perspectiva del dinero como medio y nos hace esclavos. Lo momentáneo, lo fugaz, lo desechable han ganado la partida. El resultado es una creciente deshumanización, un deterioro, tanto ecológico como de calidad de vida. “Debemos vivir en forma más simple, simplemente para que los demás puedan vivir” preconizó Mahatma Gandhi. Para nosotros no se trata de resignarse a la mediocridad o la miseria, ni encerrarse en su ghetto para aislar a su familia de todo peligro de contaminación, sino de discernir caminos de acción, pasos pequeños y posibles que vayan acortando distancias. Para vivir en una forma más armónica.
En lo personal, recuperar la alegría de vivir el hoy, agradecer, celebrar. Sin guardarse para uno lo recibido sino compartirlo, para que otros lo aprovechen. A nivel colectivo surgen pistas interesantes, como trabajar en red con otro grupos que proponen vivir con sencillez aprendiendo a prestar, a tomar en préstamo, a dar, recibir, reciclar, emprender… una economía basada en el “decrecimiento”. ¿Utópico? Sí, la construcción del Reino suena a utopía pero nada impide creer que ya comenzó.
Excelente.
Qué difícil lo pones, María Martha, el ser crisitanos! Qué muchas cosas tenemos y seguimos amontonando y haciéndole el juego al mercado y sus propagandas y caprichos, mientras tantos tienen apenas para comer! Sigamos, pues luchando por aquelo de que “Otro mundo es posible”!
Comentario:
María Marta,
Muchas gracias por tu comentario. Has actualizado el mensaje y lo has hecho muy pedagójicamente. Esto demuestra que las lecciones dadas por Cristo no pasan nunca de moda, son siempre actuales.
Nuevamente felicitaciones.
Maria Marta me encantó tu comentario, ay personas que deben leer este mensaje. Soy Cristiana Evangelista y es tan dificil para algunos tenderle la mano al más necesitado, ya que el egoismo y la ambición es tan grande que nos segamos a veces. Continua Maria que alguien se sensibilizara con tu mensaje de Dios. Gracias Y que Dios te bendiga.
Gracias por tu comentario al evangelio del día. Verdaderamente, si todos fuéramos menos egoístas el mundo seria diferente. Dios ha creado un mundo maravilloso con recursos para todos. Somos nosotros los que injustamente nos adueñamos de estos recursos y generamos la pobreza.
Amontonamos cosas y cosas… Engordamos la cuenta corriente… Y ¿Quien lo disfrutara. ¿Nuestros hijos? La experiencia, a mi al menos, me dice que muchas de las cosas que mi padre acumulo, no correspondían a mis gustos. Cuando miro las cosas que tengo me pregunto ¿Donde meterá nuestro hijo esto cuando sus gustos son tan diferentes?
Esta reflexión me lleva a saber compartir mas y mejor todo lo que Dios me da. Bastaría con que recuperara el dar el diezmo, para atender a los mas desfavorecidos. Bueno son reflexiones que me hago en voz alta.
La paz del Señor nos acompañe y nos ayude a saber compartir y hacer un mundo mas justo.