Una invitación semanal a darse un espacio para leer un trozo del evangelio y compartir una reflexión sencilla a partir de nuestras experiencias de la vida diaria.
Caminando Juntos
Cartillas de Reflexión
Un espacio abierto e interactivo, que pretende enriquecer a un número creciente de personas, especialmente quienes buscan respuestas para sus inquietudes espirituales.22 Ene 21 Mc.3, 1-6
¿Está permitido en sábado salvarle la vida a un hombre o dejarlo morir?
Entró de nuevo [Jesús] en una sinagoga y había allí un hombre que tenía la mano atrofiada.
Los fariseos estaban espiando para ver si lo curaba en sábado y tener así un motivo para acusarlo.
Jesús dijo entonces al hombre de la mano atrofiada:
—Levántate y ponte ahí en medio.
Y a ellos les preguntó:
—¿Qué está permitido en sábado: hacer el bien o hacer el mal; salvar una vida o destruirla?
Ellos permanecieron callados. Mirándoles con ira y apenado por la dureza de su corazón, dijo al hombre:
—Extiende la mano.
Él la extendió, y su mano quedó restablecida. En cuanto salieron fuera, los fariseos se confabularon con los herodianos para planear el modo de acabar con él.
¡Caramba! ¿Jesús contra los sacerdotes? ¿Contra los Obispos y la Jerarquía? ¿Infringiendo las leyes de su Iglesia? Ésta es una fuerte imagen. Y eso que Jesús reconocía a su Iglesia y a menudo se lo veía en el Templo. También muchos pobres y mutilados iban al templo confiados de que algunos asistentes sigan la ley de Dios de ayudar a los necesitados, aunque muchos feligreses ni los miraban… y seguían de largo ¡a cumplir con su rito de llegar al templo!
Aunque la verdad sea dicha, ¿cuántos de los que van a misa, se paran ante el pobre y lo atienden? A veces pareciera que van simplemente por cumplir con el rito. Santiguarse al entrar, arrodillarse frente al altar, sentarse, hincarse y pararse según el momento de la misa lo mande, cumplimos perfectamente. ¿Lo hacemos de conciencia? O sólo porque es la tradición o el mandato eclesial?
Y uno de esos mandatos, ritos o legalismos de la Iglesia, era el de limitar el movimiento y actividades de las personas para el Sábado. Y así querían ver los sacerdotes del Templo si este tal Jesús, cumplia con lo enseñado, ¡con los ritos!
Y aquí la lección de Jesús, Él no reparó en leyes y mandatos, sino que respondió a su corazón. El pobre necesitaba su apoyo y lo apoyó, ¡sin pensar en que su acción era prohibida! Y aprovechó este ejemplo para recordarnos que la vida de alguien, la necesidad de alguien, es más importante atenderla, que una ley, por más eclesial que sea. Si tu prójimo está en problemas, olvídate de leyes o ritos, y atiende esa necesidad.
Hay gente que se la pasa cumpliendo las leyes y los ritos, rezando y yendo a misa, pero ni se voltea para ver o sentir algo por el pobre mendigo.
Su reacción es violenta ante los leguleyos del templo, y ante sus propios amigos que quedan callados ante su pregunta de si hacer el bien o hacer el mal es lo correcto. “Los mira con ira”, dice, y procede a curar al necesitado, ¡aunque sea Sabado!
Habrá que seguir este ejemplo, y no necesariamente las leyes y ritos, salir de nuestra comodidad y tomar conciencia de este mandato jesucristiano de “amar a tu prójimo como a ti mismo”. ¿Podremos hacer ese compromiso?