Una invitación semanal a darse un espacio para leer un trozo del evangelio y compartir una reflexión sencilla a partir de nuestras experiencias de la vida diaria.
Caminando Juntos
Cartillas de Reflexión
Un espacio abierto e interactivo, que pretende enriquecer a un número creciente de personas, especialmente quienes buscan respuestas para sus inquietudes espirituales.02 Ene 21 Mt 25, 1-13
“No sabéis el día ni la hora en que el Hijo del Hombre ha de venir”
Entonces, el reino de los cielos será semejante a diez vírgenes que, tomando sus lámparas, salieron a recibir al esposo. Cinco de ellas eran prudentes y cinco insensatas. Las insensatas, tomando sus lámparas, no tomaron consigo aceite; más las prudentes tomaron aceite en sus vasijas, juntamente con sus lámparas. Y tardándose el esposo, cabecearon todas y se durmieron. Y a la medianoche se oyó un clamor: ¡¡Aquí viene el esposo; salid a recibirle!! Entonces todas aquellas vírgenes se levantaron, y arreglaron sus lámparas. Y las insensatas dijeron a las prudentes: Dadnos de vuestro aceite; porque nuestras lámparas se apagan. Mas las prudentes respondieron diciendo: Para que no nos falte a nosotras y a vosotras, id más bien a los que venden, y comprad para vosotras mismas. Pero mientras ellas iban a comprar, vino el esposo; y las que estaban preparadas entraron con él a las bodas; y se cerró la puerta. Después vinieron también las otras vírgenes, diciendo: ¡¡Señor, señor, ábrenos!! Mas él, respondiendo, dijo: De cierto os digo, que no os conozco. Velad, pues, porque no sabéis el día ni la hora en que el Hijo del Hombre ha de venir.
Todos nosotros tenemos la necesidad profunda de pertenecer a un colectivo social, pues el ser humano es un ser social por excelencia. Nadie podrá jamás llegar a su plenitud como persona si es que no entrega algo de sí hacia el prójimo, para compartirlo. Esto es, en parte lo que esta parábola nos enseña. El deseo de todas las vírgenes de participar en la fiesta de bodas junto con el novio se refiere a anhelo de ser parte del Reino de los Cielos; es decir, el gozar de la vida eterna, que es nuestra esperanza. El relato habla de diez vírgenes como una expresión de la generalidad, del plural social que incluye a todo tipo de personas, mujeres o varones, adultos o jóvenes, prudentes o insensatas.
La descripción de las fiestas de bodas no es casual, con relación a la historia de la iglesia, de nuestra fe, de nuestra esperanza. Cuando decimos que Jesús es el esposo de la iglesia, tal como era la tradición hebrea, el novio primero iba a la casa de la novia; es decir, Jesús primero vino al mundo. Luego, las “vírgenes”; es decir, la diversidad del colectivo social, debe prepararse para ir hacia la casa del novio, para disfrutar de la fiesta de bodas.
Por otra parte, esta parábola nos enseña que hay un tiempo para todo y nos invita a tener capacidad de espera y estar preparados para lo que venga en el futuro. No tanto estar preparados para lo que “Dios nos mande” sino para lo que la vida nos presenta. En este año 2021 que recién comienza, esto es particularmente significativo. Tener el “aceite” para nuestras propias lámparas, en tiempos de COVID-19, bien se puede interpretar como “estar preparados, tener todo lo que necesitamos”, para poder participar de días mejores; representados por la “fiesta de bodas”.
Por otra parte, la parábola también se refiere a la descripción del final de los tiempos, específicamente se refiere a la segunda venida de Jesús. Sin embargo, lo más difícil de interpretar en este pasaje del evangelio es el aparente egoísmo… ¿Aquellas que tienen de más por qué no pueden compartir con el prójimo?… ¿Por qué las cinco vírgenes que tienen aceite no lo comparten con las que lo necesitan? Pensemos brevemente en esto. Por regla general, es absurdo que una enseñanza de Jesús sea una contradicción en sí misma, pues parece que esto va en contra de “amar al prójimo como a uno mismo”. Entonces, para que nuestra reflexión sea clara y no exista contradicción, la parábola debe referirse a aquello que no es posible para cada individuo compartir, debido a que se trata de algo profundo, interior, no material. Entonces, se debe leer entre líneas, que no se trata de que las cinco vírgenes prudentes no querían compartir, sino más bien que no podían compartir con las vírgenes insensatas. Es decir, las capacidades personales que nos preparan para enfrentar la vida son individuales, están al interior de nosotros mismos y por eso no podemos compartirlo con el prójimo. Cada uno de nosotros podemos “mostrar con el ejemplo” a tener nuestro propio aceite, nuestra propia prudencia, nuestras propias habilidades y destrezas; y por qué no decirlo, nuestra propia fe. Lo mostramos hacia el mundo en el que nos toca vivir, pero no podemos compartirlo. Por esto, cada uno de nosotros tendrá que estar seguro si está o no preparado para enfrentar este Año Nuevo, así como para (en el futuro) entrar o no a la fiesta de bodas con Jesús (el novio).