Una invitación semanal a darse un espacio para leer un trozo del evangelio y compartir una reflexión sencilla a partir de nuestras experiencias de la vida diaria.
Caminando Juntos
Cartillas de Reflexión
Un espacio abierto e interactivo, que pretende enriquecer a un número creciente de personas, especialmente quienes buscan respuestas para sus inquietudes espirituales.
29 Sep 18
Jn. 1, 47-51
Verás a los ángeles de Dios subir y bajar sobre el Hijo del hombre
Vio Jesús que se acercaba Natanael y dijo de él: Ahí tenéis a un israelita de verdad, en quien no hay engaño. Le dice Natanael: ¿De qué me conoces? Le respondió Jesús: Antes de que Felipe te llamara, cuando estabas debajo de la higuera, te vi. Le respondió Natanael: Rabbí, tú eres el Hijo de Dios, tú eres el Rey de Israel. Jesús le contestó: ¿Por haberte dicho que te vi debajo de la higuera, crees? Has de ver cosas mayores. Y le añadió: En verdad, en verdad os digo: veréis el cielo abierto y a los ángeles de Dios subir y bajar sobre el Hijo del hombre.
A Juan, el Evangelista, hay que leerlo y releerlo. Me pasa a mí, y me pasó también ahora al volver a retomar el texto, uno de mis predilectos. Aquí nos sorprende. Su relato muestra la capacidad de Jesús para relacionarse con personas de diferente condición, destacando su trato y la superior capacidad de generar vínculos. La calidad y delicadeza de esa previa “conexión afectiva” (observaría un psicólogo). Finalmente, una conversación, con horizonte y sentido, significado y trascendencia. El contexto era el inicio de la Misión de Jesús y un momento clave: la elección y el llamado de los primeros, (y definitivos) colaboradores, para llevar a cabo la tarea encomendada por el Padre. Repasemos algunos trazos. A dos discípulos de Juan Bautista les dice ¿qué buscan? Uno de ellos era Andrés, hermano de Pedro. Este le pregunta ¿Dónde vives?… “Vengan y vean…. y se quedaron con El, el resto del día.” Andrés, fascinado con Jesús, busca a su hermano Simón y se lo presenta, Jesús, mirándolo fijamente le dice… Tu eres Simón, desde ahora, te llamarás Kefas, que quiere decir Piedra. El encuentro de Jesús con Felipe (vecino de Andrés y Pedro) fue más directo… Sígueme. Felipe se topa con Natanael (Bartolomé) y le dice: hemos hallado a aquel de quien escribieron Moisés y los Profetas. Jesús de Nazareth. Natanael, reticente… ¿de Nazareth puede salir algo bueno? Jesús, al ver que se acercaba, le agrega…antes que Felipe te llamara, te vi, cuando estabas bajo la higuera. Si esto ahora te sorprende…verás cosas mayores”.
El Mensaje del texto es simple y directo. Así quiero “que sean”, con todos y que esto se extienda y propague por todo el mundo, y penetre en todas las formas de vida y agrupación que construyan…empezando por la familia. Lo dijo más adelante, para que no quedaran dudas. “Aprendan de Mí, porque soy Manso y Humilde de corazón”. Los Santos lo entendieron… cada uno a su manera. La Iglesia…todavía no. El Padre Hurtado lo entendió “operativamente”, con una pregunta “a la vena” ¿qué haría Cristo en mi lugar”. En todo momento y lugar. Es el proceso “de cristificación” de la humanidad “, diría T de Chardin. Tarea tan urgente como pendiente. Hasta Lennon lo imaginó. Ese fue el sueño del Padre para su creación. Por ello reprendió a Caín…” dónde está tu hermano, la voz de la sangre de tu hermano grita de la tierra hasta Mí”. Así también fue profetizado por Miqueas…” ya se te ha dicho, hombre, lo que es bueno y lo que el Señor te exige: que practiques la justicia, que ames con ternura y que seas humilde ante tu Dios.” Para actualizar y extender universalmente ése sueño, vino Jesucristo. Llamó a quienes quiso para que le acompañaran en la Misión encomendada, con una disposición de corazón pleno de ternura, humildad y verdad. Su compromiso con esa Buena Noticia fue la causa de su muerte en la cruz. “Las causas mueren cuando, nadie, por ellas muere.”
Juan, el evangelista, escribió tardíamente este Evangelio, siguió a Jesús hasta el pie de la cruz, con María.
Este evangelio me habla de la maravilla como El Señor da a conocer su poder de Dios, pues conocóa el corazón de Natanael, un verdadero hijo de Dios, un israelita abierto a la novedad, como los niños de los cual hablan los evangelios de estos días…¿cómo sabía el Señor lo que había en el corazón de Natanael? y cómo sabe lo que hay en el nuestro? especialmente cuando volvemos confundidos y arrepentidos por nuestro caminar por el mundo… cuando volvemos a su amor original, virginal a su pureza inmaculada y luminosa que todo hizo y hace nueva en todo instante … El Señor que imaginó a Natanael desde antes que naciera, sabía lo que saldría de él, sabe lo mismo de nosotros… sabe lo que calzamos y conoce nuestro amor inconstante e imperfecto… y cada día espera nuestro regreso… con el abrazo dispuesto