Una invitación semanal a darse un espacio para leer un trozo del evangelio y compartir una reflexión sencilla a partir de nuestras experiencias de la vida diaria.
Caminando Juntos
Cartillas de Reflexión
Un espacio abierto e interactivo, que pretende enriquecer a un número creciente de personas, especialmente quienes buscan respuestas para sus inquietudes espirituales.
24 May 14
Jn. 15, 12-17
Esto les mando: que se amen unos a otros –
Y éste es mi mandamiento: que se amen los unos a los otros, como yo los he amado. Nadie tiene amor más grande que el dar la vida por sus amigos. Ustedes son mis amigos si hacen lo que yo les mando. Ya no los llamo siervos, porque el siervo no está al tanto de lo que hace su amo; los he llamado amigos, porque todo lo que a mi Padre le oí decir se lo he dado a conocer a ustedes. No me escogieron ustedes a mí, sino que yo los escogí a ustedes y los comisioné para que vayan y den fruto, un fruto que perdure. Así el Padre les dará todo lo que le pidan en mi nombre. Éste es mi mandamiento: que se amen los unos a los otros.
Juan coloca este episodio entre las largas charlas de Jesús con sus apóstoles después de la última cena donde incluye una serie de recomendaciones y revelaciones. En esta reflexión, Juan resalta su mandato, tantas veces repetido y pocas veces implementado de verdad por nosotros: El AMOR como la base central de su mensaje.
Les habla a sus apóstoles, a sus «amigos», pero es una mandato extensible a todo el mundo. En otros pasajes habla de amar al prójimo como a uno mismo, e incluso habla de amar a tus «enemigos»…
Dice aquí que debe amarse hasta entregar la vida por los amigos. Y Él hace exactamente eso, por sus amigos y por sus principios, en la forma más extrema de entrega. Desde entonces conocemos muchos ejemplos de gente que dio su vida por sus amigos, por sus creencias, santos y mártires de nuestra historia en la Iglesia, pero también héroes y mártires de la sociedad, que han sacrificado su vida por una mejor vida del pueblo ¡y tantos otros ejemplos en nuestra historia!
Pero, sin llegar a ese extremo, muchos otros entregan parte de su vida, dedicándola al servicio del pueblo, de los más pobres. Dar la vida es también dar tiempo de nuestras vidas para los otros. Y de verdad, conocemos tanta gente que entrega su tiempo por otros. En nuestro mismo Miamsi conocemos a compañeras que hacen sus visitas silenciosas a orfelinatos, a asilos, a enfermos; otras cocinan para el comedor del pueblo o dedican algunos días a voluntariado para construir viviendas en poblaciones marginales… Recientemente hemos visto el ejemplar voluntariado de estudiantes y jóvenes dando de su tiempo para la reconstrucción después del incendio de miles de casitas en Valparaíso. Otros, amigos muy cercanos muchos de ellos, dedican su vida a trabajos de servicio para el pueblo, por pequeños sueldos y a menudo sin financiamiento por largos tiempos, pero hacen su trabajo con entrega y entusiasmo.
Habla Jesús de «dar fruto» y qué más fruto que ver las caras sonrientes de una dueña de casa o de sus hijos y familia, cuando logran estrenar su vivienda, muchas veces con esfuerzo propio y el apoyo de aquellas organizaciones que los acompañan. Ese servicio por los otros también deben prestar todos los miembros del Pueblo de Dios en las tareas de evangelización.
Así también repite a menudo nuestro Papa Francisco, cuando dice: “El mismo Jesús, cuando habla del amor, nos habla de cosas concretas: dar de comer a los hambrientos, visitar a los enfermos y tantas cosas concretas.» O en otra ocasión plantea que “Jesús propone a los que siguen la perfección del amor: un amor cuya única medida es no tener medida, ir más allá de todo cálculo”… No descuidemos este mensaje central en nuestra vida, que nos amemos los unos a los otros.
Deja una respuesta