Una invitación semanal a darse un espacio para leer un trozo del evangelio y compartir una reflexión sencilla a partir de nuestras experiencias de la vida diaria.
Caminando Juntos
Cartillas de Reflexión
Un espacio abierto e interactivo, que pretende enriquecer a un número creciente de personas, especialmente quienes buscan respuestas para sus inquietudes espirituales.
16 Sep 17
Jn. 19, 25-27
“Triste contemplaba y dolorosa miraba del Hijo amado la pena.”,
Junto a la cruz de Jesús estaban su madre y la hermana de su madre, María, mujer de Clopás, y María Magdalena. Jesús, viendo a su madre y junto a ella al discípulo a quien amaba, dice a su madre: «Mujer, ahí tienes a tu hijo.» Luego dice al discípulo: «Ahí tienes a tu madre.» Y desde aquella hora el discípulo la acogió en su casa.
Expresiones máximas de dolor materno: Crucifixión y suicidio de un hijo.
El valor de nuestra vida es imposible de medir, así como tampoco lo es el dolor de una madre ante la muerte de un hijo. Justo en estos días, en Santiago hemos quedado consternados por el suicidio de un joven estudiante de colegio. El periódico La Tercera publicó el 07.09.17 lo siguiente: “Fue a las 12.45 del 11 de agosto cuando uno de los inspectores del colegio Alianza Francesa ingresó al baño de hombres del recinto, donde se encontró con un alumno de 17 años portando marihuana en su mochila. Al dar aviso a sus superiores, según antecedentes del caso, el colegió decidió reportar el hecho a Carabineros; 21 días después, el mismo menor fue encontrado muerto en la vía pública. Se habría suicidado”. [V. Rivera, J. Matus, y P. Yévenes].
Una persona en la flor de la juventud, apenas terminando su adolescencia, ¿por qué tomó una decisión tan drástica? Este es un hecho de vida que nos plantea al menos múltiples cuestionamientos sobre la sociedad contemporánea, tales como la proporcionalidad del castigo frente al hecho delictivo, la necesidad de actuación rápida y específica, el rol de las instituciones y de la familia; pero más importante aún, nos interpela sobre el valor que nosotros damos a la vida de un joven estudiante de colegio.
Me pregunto, ¿el ilícito cometido fue doloso o culposo? Como padre de familia, tomando en consideración la edad y el ámbito en que un joven estudiante se desempeña, me atrevo a decir que el acto fue sólo culposo… al considerar seguramente aquel joven, que la marihuana en sí misma no conduce a la muerte y es discutible si tan siquiera destruye una vida. Que la modifica, que la altera, que la trastorna… digo que sí, ¡enfáticamente! El joven tuvo culpa, pero no cometió un dolo. Si bien, nunca sabremos el porqué de una decisión ajena, invito a que tomemos este hecho desde la mirada de su madre. Imposible imaginar un dolor mayor que la pérdida de un hijo, en especial si las circunstancias resultaron tan trágicas como en este caso.
Y respecto a la Crucifixión de Jesús… también nos resulta imposible imaginar un mayor dolor que aquél que tuvo sufrir María. No sólo al contemplar la tragedia de la muerte del Hijo amado en sí misma, sino el hecho de que ésta haya sido una muerte destinada sólo a los criminales de la peor calaña merecedores de una máxima condena.
¿Qué tiene esto de paralelismo con el joven estudiante que se presume se suicidó? Pues, al menos, parece que la sociedad los condenó a ambos, aplicándoles una pena máxima; ya sea por la vía de una presión psicológica tan fuerte, que condujo al joven estudiante a la “pena máxima autoinfligida” o bien por la vía de recurrir a la legislación romana de la época para aplicar una “pena máxima establecida”. En todo caso, dichas penas debiesen ser proporcionales a la culpa o al dolo incurrido; ¿acaso fue así?
Nos queda entonces como paralelismo, el dolor de ambas madres. María simboliza para nosotros, la máxima demostración del amor materno, así como del sufrimiento personal. En Santiago, en estos días, existe al menos otra María, una madre desconocida por la sociedad que se queda sin su hijo, muerto en condiciones trágicas y con el amargo sabor de haber sido “condenado” por el hostigamiento de su círculo social, así como por las vivencias en las instituciones en las que le tocó vivir sus últimos días.
¿Hasta qué punto los funcionarios del colegio actuaron bien o mal?, ¿hasta qué punto los funcionarios de Carabineros de Chile actuaron bien o mal? Creo que las respuestas a estas preguntas pueden ser múltiples y seguramente la verdad está en algún punto medio. Organizaciones dedicadas a la educación de la juventud, así como a la protección y seguridad ciudadana, actúan motivadas por el bien mayor. Sin embargo, como toda organización humana, son perfectibles. Quedará entonces en manos de los máximos ejecutivos responsables de cada una de ellas decidir por un mejor futuro para ambas.
Hoy no es el momento de buscar culpables, sino de reflexionar sobre cómo podemos contener el mal que se produce por el consumo de drogas ilícitas y aceptar que al menos, en una pequeña parte, todos somos culpables por la forma en que nos comportamos ante esta realidad. Cuando menos, si no hemos actuado hasta hoy colaborando a que nuestros jóvenes estén mejor preparados para enfrentar este tipo de situaciones y sus consecuencias, que este hecho de vida sea un estímulo para cambiar nuestra percepción y conducta ante hechos de este tipo.
En concreto, ¿hacemos algo para evitar crucifixiones y suicidios innecesarios, generando a su vez nuevas “Marías”? Personalmente, no me siento a gusto con la crítica hacia las instituciones que se lee en la prensa al respecto, sino más bien me pongo a pensar en cada uno de nosotros: antes de opinar, atrevámonos a actuar. Seamos agentes de cambio, y no dejemos a las Marías de nuestra sociedad, sin otra cosa que sus recuerdos y el amargo sabor de la “condena social” de sus hijos. Busquemos a la “María” más cercana que conozcamos y atrevámonos a acercarnos a su vida con amor y sin prejuicios.
Jorge:
Gracias por tu reflexión
Busquemos a María y caminemos junto a ella, como mujer sencilla y cercana
Feliz semana
David
El desaliento, la culpa, el desánimo, no son sentimientos que provienen de Dios, son del demonio, es decir, de la muerte que es lo mismo….El Señor y su Madre son la vida en abundancia, la vida exultante, el gozo de vivir……cultivar ese gozo y transportarlo un regalo que hay que pedir, buscar y naturalmente comunicar en gestos y obras……ciertamente una de ellas es rezar por las almas de los suicidas…que el Señor perdona pero deben sufrir Purgatorio y orar insistentes por los que están en peligro…
Jorge gracias por tu reflexión. El desaliento, la culpa y el desánimo son sentimientos de todo ser humano, y Cristo también los experimentó en su humanidad. Y si los queremos ver como nuestros propios demonios, sabemos que Jesús nos libera de ellos en la magnanimidad de su amor.
Ahora si busco una explicación científica y lógica al suicidio de alguien, diré que este es más común en varones jóvenes, la mayoría a cusa de la poca secreción de neurotransmisores a nivel cerebral, que los hacen caer en fases depresivas muy difíciles de controlar por las familias y siquiatras; y que necesitan ser diagnosticados y medicados de por vida. Probablemente este chico en una búsqueda para aliviar su dolencia encontró en la marihuana el alivio a su mal, a través de la elación que esta sustancia produce. Dudo que haya sido un «narco» dentro del colegio o algo por el estilo. Debo reconocer que todas estas, son elucubraciones mías dado los antecedentes del texto de tu comentario.
Con respecto al sufrimiento en el «purgatorio» de quienes ya han sufrido un dolor tan profundo, que los ha llevado a la determinación del suicidio, debo decir que me parece no reconocer la palabra de Cristo quien sufre y muere por las culpas y pecados de todos los hombres (Romanos 5:8). Entonces, decir que debemos expiar nuestros pecados mediante la purificación en el purgatorio, es negar la suficiencia del sacrificio expiatorio de Jesús 1 Juan 2.2, la idea de que debemos sufrir por nuestros pecados después de la muerte es contraria a todo lo que dice la biblia acerca se la salvación. Cada persona se presenta ante la dimensión del «Amor absoluto» con sus obras de amor y justicia que realizó aquí en la tierra y también con sus sufrimientos.
Y gracias por comparar los sufrimientos de ambas mujeres, creo que no hay tristeza comparable, el perder un hijo es el dolor del desgarro de las entrañas de una mujer, indescriptible; y eso sí, ellas merecen nuestras oraciones para que Dios le otorgue el consuelo a todas esas madres que sobreviven a sus hijos, en el encuentro esperanzador en la dimensión infinita.
María, madre de Dios, lo vivió, con la valentía, sumisión al AMOR, coraje, entereza, fe y entrega; ¡admirable! e imitable por todas las mujeres, ella constituye el mejor ejemplo de maternidad.