Una invitación semanal a darse un espacio para leer un trozo del evangelio y compartir una reflexión sencilla a partir de nuestras experiencias de la vida diaria.
Caminando Juntos
Cartillas de Reflexión
Un espacio abierto e interactivo, que pretende enriquecer a un número creciente de personas, especialmente quienes buscan respuestas para sus inquietudes espirituales.
03 Ene 11
Juan 1, 1-18
La Palabra se hizo carne y habitó entre nosotros
En el principio ya existía la Palabra, y la Palabra estaba junto a Dios, y la Palabra era Dios. La Palabra en el principio estaba junto a Dios. Por medio de la Palabra se hizo todo, y sin ella no se hizo nada de lo que se ha hecho. En la Palabra había vida, y la vida era la luz de los hombres. La luz brilla en la tiniebla, y la tiniebla no la recibió. Surgió un hombre enviado por Dios, que se llamaba Juan: éste venía como testigo, para dar testimonio de la luz, para que por él todos vinieran a la fe. No era él la luz, sino testigo de la luz. La Palabra era la luz verdadera, que alumbra a todo hombre. Al mundo vino, y en el mundo estaba; el mundo se hizo por medio de ella, y el mundo no la conoció. Vino a su casa, y los suyos no la recibieron. Pero a cuantos la recibieron, les da poder para ser hijos de Dios, si creen en su nombre. Éstos no han nacido de sangre, ni de amor carnal, ni de amor humano, sino de Dios.
Y la Palabra se hizo carne y acampó entre nosotros, y hemos contemplado su gloria: gloria propia del Hijo único del Padre, lleno de gracia y de verdad. Juan da testimonio de él y grita diciendo: «Éste es de quien dije: «El que viene detrás de mí pasa delante de mí, porque existía antes que yo.»» Pues de su plenitud todos hemos recibido, gracia tras gracia. Porque la Ley se dio por medio de Moisés, la gracia y la verdad vinieron por medio de Jesucristo. A Dios nadie lo ha visto jamás: Dios Hijo único, que está en el seno del Padre, es quien lo ha dado a conocer.
Durante mi niñez en tiempos pre-conciliares, este trozo del evangelio de Juan se leía siempre al final de la misa. Yo seguía el texto en mi misal en castellano, domingo a domingo, y me maravillaba ante la belleza de esas frases misteriosas escritas por el discípulo amado. Solamente que en mi misal se usaba “verbo”, la traducción latina del “logos” original, que en griego significa “palabra”, en cuanto meditada, reflexionada, razonada.
El Evangelio de Juan gira en torno a un tema fundamental: Jesús es el Enviado de Dios, su Palabra por excelencia, que vino a este mundo para hacernos conocer al Padre.
Con el tiempo supe que este prólogo fue escrito al concluirse el evangelio, posiblemente por otra persona de la comunidad de Juan en Asia Menor, pero fue colocado al comienzo como una gran obertura musical que resume lo que el o los autores han querido comunicar en el resto del texto.
Lejos de pretender hacer un comentario docto, he elegido esta reflexión teniendo bien frescas mis vivencias más recientes sobre la Natividad, como presencia-palabra de Dios entre los hombres. Durante la misa del 25 me llamó la atención un padre joven con su bebé en brazos, que no podía tener más de un mes por su tamaño aunque ya sostenía su cabecita. Mientras el padre lo acunaba y le daba besos en la cabeza, pensé cómo Dios estaba presente en esa criatura frágil, igual que en todos los recién nacidos. Que todos al nacer traemos esa chispa divina y tenemos iguales potencialidades para desarrollarnos en plenitud, para conocer y amar a Dios, a nuestros hermanos, a la creación, aunque esas potencialidades se pierdan dependiendo en gran medida del ambiente y las circunstancias donde a cada cual le toca crecer, formarse, vivir.
Recordé entonces cómo esa chispa de humanidad divina se había manifestado en la primera navidad de la Guerra de 1914, estando los soldados en sus respectivas trincheras, cuando una voz surgió del lado alemán cantando Noche de Paz, Noche de Amor. Otras voces francesas, del lado contrario, respondieron con sus propios villancicos y así siguieron en una larga tregua navideña, una verdadera noche de Paz y de Amor, antes de que empezara la matanza ordenada por los poderosos, los reyes, los generales, los intereses creados.
Cuando en mi misa navideña llegó el momento de la bendición final y el padre entregó el bebé al sacerdote para que lo elevara ante la concurrencia, el misterio de la encarnación dejó de ser tan misterioso. La chispa divina está en todos, es nuestra tarea impedir que se apague.
Condensado y siempre tan cercano al Maestro el apóstol místico que es Juan.
El comentario: hermoso, sencillamente inspirado. Gracias María Marta Raqqio
Manuel Muñoz
Navidad
Recuerdo que cuando pase mi primera navidad fuera de casa, la mesa suculenta preparada por casi todos y los regalos comprados por Alfonso, me vino la nostalgia de mi familia y lágrimas brotaron de mis ojos.
Todos escuchábamos en la sala los clásicos villancicos para la fecha y reflexionaba «gracias Señor, porque gracias a mi familia pude encontrarte y estar aquí para compartirte con los demás.
¡Que la palabra de Dios siga hacerse carne, vida en las personas, brotes de vidas nuevas a la imagen del hombre de Nazaret!
A todos quienes se dejan llevar por el Espíritu de Dios se les puede aplicar la metáfora «Hijos de Dios»