Una invitación semanal a darse un espacio para leer un trozo del evangelio y compartir una reflexión sencilla a partir de nuestras experiencias de la vida diaria.
Caminando Juntos
Cartillas de Reflexión
Un espacio abierto e interactivo, que pretende enriquecer a un número creciente de personas, especialmente quienes buscan respuestas para sus inquietudes espirituales.
16 May 20
Juan 1, 1-8
- El que permanece en mí y yo en él, ese da fruto abundante
«Yo soy la vid verdadera, y mi Padre es el viñador. Todo sarmiento que en mí no da fruto, lo corta, y todo el que da fruto, lo limpia, para que dé más fruto. Vosotros estáis ya limpios gracias a la palabra que os he dicho. Permaneced en mí, como yo en vosotros. Lo mismo que el sarmiento no puede dar fruto por sí mismo, si no permanece en la vid; así tampoco vosotros si no permanecéis en mí. Yo soy la vid; vosotros los sarmientos. El que permanece en mí y yo en él, ése da mucho fruto; porque separados de mí no podéis hacer nada. Si alguno no permanece en mí, es arrojado fuera, como el sarmiento, y se seca; luego los recogen, los echan al fuego y arden. Si permanecéis en mí, y mis palabras permanecen en vosotros, pedid lo que queráis y lo conseguiréis. La gloria de mi Padre está en que deis mucho fruto, y seáis mis discípulos.
El texto que comentamos hoy me parece de una increíble oportunidad para reflexionar sobre la pandemia que tanto nos afecta hoy.
Este nos presenta las palabras de Jesús sobre la parábola de la vid. Para entender bien todo el alcance de esta parábola, conviene observar de cerca una vid o una planta para ver cómo crece y cómo se enlazan tronco y ramos, y cómo el fruto nace de ellos. Estos se asimilan al cuidado mutuo y de relaciones sanas que nutren a la comunidad y la hacen crecer en el mundo, cuidado que tocan las realidades humanas y se dejan tocar por ellas, para dar mucho fruto.
Nuevamente nos encontrarnos con la expresión “Yo soy.” En este caso, Jesús se identifica con la figura del viñador, (tema presente también en textos de los profetas), en los que la vid se relaciona con la infidelidad del pueblo. Los oyentes son los sarmiento (pámpano) estériles que no dan fruto y que hay que podar o, limpiar a los que sí dan fruto, para que den aún más. La viña es un campo en el cual algunas vides dan frutos y otras no. Pero el viñador conoce bien su campo, sabe qué hacer, cómo cuidarla y de qué forma cortar y podar para mantenerla.
¡Qué importancia tiene la permanencia en las experiencias de fe! Esto no quiere decir que nuestra fe no madure; todo lo contrario. En los últimos tiempos hablamos de la resiliencia; nos parece que esta capacidad de enfrentar las situaciones más adversas nos hace más fuertes y decididos/as a permanecer en Jesús y el Padre. Todo cambia a una velocidad vertiginosa, y la tecnología es un buen ejemplo de esto, a tal punto que nos hemos convertido en una sociedad consumista, que desecha rápidamente lo que ha sido superado en modelo o capacidad tecnológica. Nos enfrentamos con cambios en las convicciones políticas, incluso en las más justas. Asistimos a la realidad de la “posverdad”, un neologismo acuñado no hace mucho, que hace que las aseveraciones dejen de basarse en hechos objetivos y apelen en vez a las emociones, creencias o deseos del público.
La permanencia en el amor y las palabras de Jesús nos da la posibilidad de vivir de otra forma, y de no ajustarnos a los sistemas que enajenan. Nos enseña a vivir, convivir y construir otro tipo de relaciones entre los seres humanos y con la creación misma.
Las figuras de la vid, el labrador, los pámpanos, nos muestran una relación de interdependencia. Mantenerse juntos/as implica reconocerse en el otro y aprender a crecer en conjunto. La acción de limpiar para dar más fruto es el trabajo amoroso de una comunidad que incluye, recibe y acoge, y en la que todos/as se cuidan mutuamente.
Para terminar, tratando de reforzar lo antes dicho, usare las palaras del Papa Francisco: “Los momentos de contrariedad pueden acabar siendo ocasiones favorables de crecimiento interior, de mejora personal y social: nos obligan a salir de nosotros mismos, a abrirnos a los demás. Pero es verdad que también sucede que, en estos momentos, pueden surgir dudas, desasosiego, ansiedad.
Con la luz de la fe, el sufrimiento adquiere sentido, se hace más llevadero e incluso puede llegar a convertirse en lugar donde encontrar claridad, paz y alegría interior. Deseamos que nadie sufra y, al mismo tiempo, como sabemos que el sufrimiento forma parte de la existencia humana, aprendemos a llevarlo con los demás, a revestirlo de amor.”
Isabel Margarita Garcés de Wallis
Isabel,
Los momentos de contrariedad pueden acabar siendo ocasiones favorables de crecimiento interior, de mejora personal y social: nos obligan a salir de nosotros mismos, a abrirnos a los demás. Pero es verdad que también sucede que, en estos momentos, pueden surgir dudas, desasosiego, ansiedad.
* Las palabras de Francisco como mensajero de la Iglesia, suenan a reto y esperanza. Nosotros reactivaremos con todos nuestros talentos y rasgos y viviendo como somos ante Dios. David Rivera