Una invitación semanal a darse un espacio para leer un trozo del evangelio y compartir una reflexión sencilla a partir de nuestras experiencias de la vida diaria.
Caminando Juntos
Cartillas de Reflexión
Un espacio abierto e interactivo, que pretende enriquecer a un número creciente de personas, especialmente quienes buscan respuestas para sus inquietudes espirituales.
18 Abr 11
Juan 10, 31-42
Los judíos tomaron piedras para apedrearlo.
Entonces Jesús dijo: «Les hice ver muchas obras buenas que vienen del Padre; ¿Por cuál de ellas me quieren apedrear?».
Los judíos le respondieron: «No queremos apedrearte por ninguna obra buena, sino porque blasfemas, ya que, siendo hombre, te haces Dios».
Jesús les respondió: «¿No está escrito en la Ley: Yo dije: Ustedes son dioses? Si la Ley llama dioses a los que Dios dirigió su Palabra -y la Escritura no puede ser anulada- ¿Cómo dicen: ‘Tú blasfemas’, a quien el Padre santificó y envió al mundo, porque dijo: «Yo soy Hijo de Dios»?
Si no hago las obras de mi Padre, no me crean; pero si las hago, crean en las obras, aunque no me crean a mí. Así reconocerán y sabrán que el Padre está en mí y yo en el Padre». Ellos intentaron nuevamente detenerlo, pero él se les escapó de las manos.
Jesús volvió a ir al otro lado del Jordán, al lugar donde Juan había bautizado, y se quedó allí. Muchos fueron a verlo, y la gente decía: «Juan no ha hecho ningún signo, pero todo lo que dijo de este hombre era verdad». Y en ese lugar muchos creyeron en él.
Jesús acaba de proclamar que es uno con el Padre, es decir, clama para sí la divinidad. Esto ofende a los judíos que consideran sus palabras una blasfemia… y por eso quieren apedrearle. No les importa tanto lo que Jesús ha hecho como sus palabras: ”Yo y el Padre somos uno”.
La paradoja es que Jesús, para proclamar realmente que es Hijo de Dios se basa en sus obras: “¿por cuál de ellas me quieren apedrear…?” Al insistir los judíos que le quieren apedrear por decirse Dios, toma una frase del Salmo 82: “Todos ustedes son dioses y son también los hijos del Altísimo…”
Quisiera detenerme en estas palabras de Jesús. Nos está diciendo claramente que nosotros, hijos e hijas del mismo Padre, tenemos parte también en la divinidad. Desde siempre hemos rezado el Credo diciendo: “Creo en Jesucristo, su único Hijo…” y por tanto nos resulta familiar el concepto de Jesús como Hijo de Dios y se nos hace difícil reconocer que nosotros también lo somos. A pesar que desde el Génesis se nos dice que Dios nos creó a su imagen y semejanza… a pesar de que oramos “Padre nuestro…” y nos referimos a Jesús como “nuestro hermano mayor..”, no terminamos que entender nuestra propia divinidad.
Somos hijos a hijas, pero tenemos que recordar que “la ley llama dioses a los que Dios dirigió su Palabra”. Y no se trata sólo de escuchar la Palabra de Dios, sino de llevarla a la práctica. Son las obras de Jesús las que hablan de su relación con el Padre, y de igual manera deberíamos ser capaces de mostrar las obras buenas que vienen del Padre.
Quisiera dejar planteadas dos preguntitas para reflexionar: si todos y todas tenemos un mismo Padre, ¿por qué no podemos vivir en fraternidad? Y si somos hijos e hijas de un Dios creador, ¿por qué no nos sentimos co-creadores y respetamos su creación?
Sólo en el seguimiento de Jesús podemos conocer al Padre y ser también llamados hijos de Dios.
Te felicito Corina, por tus sabias palabras sobre un texto tan sorprendente, muchas veces olvidado.
Sigamos a Jesúa y a quienes lo han honrado en sus vidas, como D.Samuel Ruíz y P.José Comblin
abrazos de hermana
Vivir en fraternidad y respetar administrando la naturaleza, que es nuestro entorno y habitacion de la cual nos nutrimos, sería la perfecta respuesta a una vida en Cristo. Si además él es el centro de nuestra alimentación espiritual, nuestro mundo sería completo. Entonces yá no estaríamos aqui. Habríamos sido capacez de superar nuestra humanidad, siguiendo al maestro por donde quiera que vaya, y eso también incluye en seguirlo a ese lugar del cielo donde estonces, cuando estaba aún con sus discípulos les decía que: «no podían seguirlo aún». Esa ciudad que él está preparando, para que los que lo aman, vayan con él cuando vuelva por segunda vez.
En cambio, debemos soportar día a día vivir a pesar del mal, porque Satanas y sus ángeles fueron arrojados aqui junto a nosotros(Apocalipsis 12:9); y él anda como león rugiente buscando a quién devorar. Esta es la razón de porqué aún estamos aquí, viviendo este desierto lleno de trabajos y frustraciones. Lo bueno es que hay esperanza de algo mejor, y Jesús nos dejó ese camino. Su sacrificio no fué en vano y es victoria para todo aquel que en él cree.
“Yo soy Hijo de Dios»
Cada corazón se siente vivo en plena Pascua,
Gracias Corina por tu mensaje, Dios se revela en los hermanos y hermanas.
Que importante este pasaje del Evangelio y como dice Corina es bien difícil encarnar en nuestra vida, asimilarlo; he meditado sobre el tema y planteo a ustedes: ¿sera por que no experimentamos, la divinidad? experimentar, gustar, saborear, amar, entregarme, difundir con mi vida misma.
La pedagogía de vivir el amor, de sentirnos hijos de Dios y hermanos nadie la enseña, creo que buscando caminos nuevos como la «experiencia», podremos «vivenciar»…¿que opinan? dejo abierto el diálogo por que mucho me interesa profundizar…fraternalmente Gloria