Una invitación semanal a darse un espacio para leer un trozo del evangelio y compartir una reflexión sencilla a partir de nuestras experiencias de la vida diaria.
Caminando Juntos
Cartillas de Reflexión
Un espacio abierto e interactivo, que pretende enriquecer a un número creciente de personas, especialmente quienes buscan respuestas para sus inquietudes espirituales.
30 Oct 16
Juan 11, 17-27
“Lázaro llevaba ya cuatro días en el sepulcro”
“A su llegada, Jesús se encontró con que Lázaro llevaba ya cuatro días en el sepulcro. Betania estaba cerca de Jerusalén, como a tres kilómetros de distancia, y muchos judíos habían ido a casa de Marta y de María, a darles el pésame por la muerte de su hermano. Cuando Marta supo que Jesús llegaba, fue a su encuentro; pero María se quedó en la casa. “Señor”, le dijo Marta a Jesús,. Pero yo sé que aun ahora Dios te dará todo lo que le pidas”. “Tu hermano resucitará”, le dijo Jesús. “Yo sé que resucitará en la resurrección, en el día final”, respondió Marta. Entonces Jesús le dijo: “Yo soy la resurrección y la vida. El que cree en mí vivirá, aunque muera; y todo el que vive y cree en mí no morirá jamás. ¿Crees esto?” “Sí, Señor; yo creo que tú eres el Cristo, el Hijo de Dios, el que había de venir al mundo”.
A la edad que muchos de nosotros hemos llegado, cada día nos enteramos con dolor tanto la enfermedad, como del fallecimiento de algún ser querido: abuelos, nuestros padres, hermanos, amigos, compañeros de toda una vida. ¡Qué gran consuelo me reporta este trozo del Evangelio de San Juan, que nos narra el último milagro de Jesús!
Cuando Jesús recibe la llamada de las hermanas de Lázaro: “Jesús, tu amigo, está enfermo”, el responde: “Ésta enfermedad no acabará en la muerte, sino que servirá para que el Hijo de Dios sea glorificado”. Pasan dos días y Jesús, que entonces estaba en Betania, se pone en camino. Cuando llega, Lázaro lleva muerto cuatro días. Jesús ve la tristeza y el dolor de las hermanas de Lázaro y comparte con ellas el dolor. Jesús también lloró ante la tumba de Lázaro, y los que le rodeaban decían: “Mirad cómo le amaba”. El sintió, como nosotros, la separación temporal de su amigo; pero el amor pudo más y accede a la petición de Marta; no se queda ahí: TRANSCIENDE.
Jesús, como todos nosotros no quiere la muerte, quiere la vida, pero sabe que para vivir en plenitud de Dios todos debemos pasar por ella. Pero nadie, absolutamente nadie, quiere morir, nos angustia pensar en ella, incluso hay personas que a cierta edad o ante la enfermedad sufren ansiedad o depresión. Pero si realmente creemos, debemos tener la certeza de que Jesús nos trae la esperanza y la resurrección; sin embargo dudamos, no nos dejamos acoger en los brazos misericordiosos de Dios.
Por consiguiente, la actitud del cristiano ante la muerte no puede ser de miedo, desencanto, desesperanza. Jesús con este séptimo milagro proclama su Resurrección y la de todos: “Yo soy la Resurrección y la Vida; quien crea en Mí, vivirá”…
Toda nuestra vida: el ser y el hacer no deben tener otro objetivo, ni otro sentido. Toda nuestra religiosidad, actos piadosos, nuestro trabajo, nuestros proyectos, etc. deben ser entendidos y vividos desde este prisma en el que Jesús nos está diciendo que la muerte no es el final, sino el camino hacia la luz, hacia la vida. No se puede razonar, sólo podemos creer en ella desde la fe y Ésta tenemos que cultivarla, cuidarla para que cada día aumente.
Para terminar, reflexionando sobre la misericordia de Jesús ante el dolor y la muerte de su amigo Lázaro, no me puedo resistir, a riesgo de ser tildada de sacrílega, a comentar mi sorpresa y desconcierto (que me imagino es la de muchos cristianos) ante las instrucciones del Vaticano (o la Congregación de la Doctrina y la Fe), conocida la pasada semana, referente a las cenizas de los muertos y a sugerir la comprensión y apoyo a las familias que de buena fe han distribuido las cenizas de sus deudos en mar, tierra o guardado en una ánfora en sus casas.
Isabel Margarita Garcés de Wallis
Me hace recordar a Juan Pablo II que nos decía «al encuentro con Jesús despunta la vida»y no acabo de entender que algunos prefieran renegar de El y preferir la muerte, o sea, cerrarle las puertas del corazón y del entendimiento, preferir juzgar y buscar la paz donde no la hay…en el Yoga el Reiki y todos esos engaños…
Sabemos que es tanta la maravilla que en El encontramos, toda la bondad del mundo, la inocencia, la caridad que de El proviene y de tanto en tanto, hace eco en nuestra miseria
Gracias, Isabel Margarita por tú reflexión.
Para mí el tema de la muerte no es tema(disculpa la repetición), nuestro cuerpo tiene un ropaje corporal, que cuando, ya deja de cumplir su objetivo se muere, pero el alma va hacia vida plena de luz que Cristo nos ha prometido, por lo tanto personalmente no le tengo miedo a la muerte, lo que sí creo es que debemos estar con las lámparas encendidas porque no sabemos cuando (es decir haber vivido las enseñanzas de CRISTO).
En cuanto a lo que el Vaticano ha instruido,, ¿ me pregunto que les diría JESÜS ? no estoy para nada de acuerdo
De ese amor tan grande y de esa confianza en la vida eterna que nos llena completamente a los que tenemos fe, debemos dar testimonio a todos los que no creen, pero no solo de palabras sino mas importante aun, de vida. Que te vean y digan ¡mira como ama¡, que te escuchen y digan, quiero amar como el o ella, que oigan noticias de ti haciendo el bien por Jesús.
Isabel Margarita, amo la Iglesia Catolica, porque la conforman cada uno de los que tenemos fe, y en los cuales he visto siempre como hermanos, pero los pastores de mas arriba cada vez me desconciertan mas. Oremos porque vean la luz de Cristo y no tanta letra