Una invitación semanal a darse un espacio para leer un trozo del evangelio y compartir una reflexión sencilla a partir de nuestras experiencias de la vida diaria.
Caminando Juntos
Cartillas de Reflexión
Un espacio abierto e interactivo, que pretende enriquecer a un número creciente de personas, especialmente quienes buscan respuestas para sus inquietudes espirituales.
30 Abr 21
Juan 14, 27 – 31ª
Mi paz os doy
La paz os dejo, mi paz os doy; no os la doy como el mundo la da. No se turbe vuestro corazón, ni tenga miedo. Oísteis que yo os dije: «Me voy, y vendré a vosotros». Si me amarais, os regocijaríais porque voy al Padre, ya que el Padre es mayor que yo. Y os lo he dicho ahora, antes que suceda, para que cuando suceda, creáis. No hablaré mucho más con vosotros, porque viene el príncipe de este mundo, y él no tiene nada en mí; pero para que el mundo sepa que yo amo al Padre, y como el Padre me mandó, así hago. Levantaos, vámonos de aquí.
«La paz os dejo, mi paz os doy”: cuantas veces hemos escuchado estas palabras de Jesús que sin duda entendemos superficialmente. ¿De qué se trata la paz que nos ofrece el Señor?: “no os la doy como la da el mundo”, nos dice. Este Cristo llama a su paz, porque él mismo es nuestra paz. La paz de Dios difiere ampliamente de la del mundo actual, que solo la manifiesta en palabras que no se respetan. Estamos acostumbrados a que se violen los acuerdos de escritorio “de cese el fuego” de situaciones de conflicto político, ciudadano y de guerras interminables que nos afectan, porque esta paz no se encarna en la vida, sino que está condicionada al poder de turno.
Me ha parecido muy inspirador lo que nos dice Peter Eddington de Iglesia Unida: “Mientras tengamos a Cristo viviendo en nosotros mediante el poder del Espíritu Santo, somos llenos de la paz de Dios, que es uno de los frutos de su Espíritu. El sacrificio de Jesucristo y su posterior resurrección hacen todo esto posible para nosotros, y podemos regocijarnos en ello.”
¿Cómo entendemos el concepto de paz en lo que nos toca vivir en la actualidad? La mayoría de la gente hoy en día no comprende lo que es la paz desde una perspectiva divina, porque no la ve ni la siente en lo cotidiano. Todo lo que se conoce es su aspecto negativo, es decir, la simple ausencia de conflicto, solo la inexistencia de guerra. Necesitamos la paz que nos llene de un sentido trascendente que nos aliente en medio de todos los problemas y dificultades que experimentamos, esta paz que es sobrenatural y divina, que es uno de los frutos del Espíritu Santo, y no puede ser entendida a nivel humano.
Cristo nos regala, de manera personal, una oportunidad única en nuestra vida de experimentar paz ahora mismo, en vez de esperar hasta el tiempo en que el Reino de Dios se establezca en esta Tierra. Como los primeros en ser llamados y escogidos, nosotros podemos disfrutar de esa paz en el presente. Lo dice San Pablo a los cristianos de Tesalónica: ¡La fuente de paz es Cristo! “Y el mismo Señor de paz os dé siempre paz en toda manera. El Señor sea con todos vosotros” (2da Tesalonicenses 3:16).
Estudiando la obra de San Juan de la Cruz, uno de los poetas y doctores místicos más relevantes de mi vida espiritual, he encontrado esta cita que me parece muy hermosa y demostrativa: “El hombre es la vasija (el continente) hecha para estar llena de paz. La plenitud humana es realidad en la persona que está llena de paz. La frustración, por el contrario, es no haberse llenado por completo de la paz como contenido, previo haber hecho una limpieza y vacío total.”
Al leer el Evangelio de Juan, podremos darnos cuenta que en tres ocasiones se registra que Jesucristo, después de levantarse de entre los muertos, declaró a sus discípulos: “Paz a vosotros” (Juan 20,19 – 26). Estas declaraciones nos enseñan que la resurrección hizo posible que la paz estuviera con nosotros por medio de Cristo resucitado morando en nosotros.
Los invito a reflexionar para esforzarnos en encontrar la paz que Cristo no ha prometido, que nos ayudará a sobreponernos a nuestras angustias, rabias y ansiedades naturales en este especial momento de incertidumbre universal, amplificado por la devastadora pandemia por Covid-19. Meditemos en que la verdadera paz que Cristo nos ofrece es real y que sobrepasa toda comprensión humana, como nos dice San Pablo en su carta a los Filipenses: “Por nada estéis afanosos, sino sean conocidas vuestras peticiones delante de Dios en toda oración y ruego, con acción de gracias. Y la paz de Dios, que sobrepasa todo entendimiento, guardará vuestros corazones y vuestros pensamientos en Cristo Jesús” (Filipenses 4:6-7).
Su Paz no tiene lógica, no se basa en las circunstancias. Simplemente está
Sobretodo en estos tiempos, hay que pedirla al señor
Muchas gracias Daniel. Así es un abrazo Luis