Una invitación semanal a darse un espacio para leer un trozo del evangelio y compartir una reflexión sencilla a partir de nuestras experiencias de la vida diaria.
Caminando Juntos
Cartillas de Reflexión
Un espacio abierto e interactivo, que pretende enriquecer a un número creciente de personas, especialmente quienes buscan respuestas para sus inquietudes espirituales.
28 Abr 18
Juan 14:7-14
Quien me ha visto a mi ha visto a mi Padre
Jesús contestó: «Yo soy el Camino, la Verdad y la Vida. Nadie va al Padre sino por mí. Si me conocen a mí, también conocerán al Padre. Pero ya lo conocen y lo han visto». Felipe le dijo: «Señor, muéstranos al Padre, y eso nos basta». Jesús le respondió: «Hace tanto tiempo que estoy con ustedes, ¿y todavía no me conoces, Felipe? El que me ve a mí ve al Padre. ¿Cómo es que dices: Muéstranos al Padre? ¿No crees que yo estoy en el Padre y que el Padre está en mí? Cuando les enseño, esto no viene de mí, sino que el Padre, que permanece en mí, hace sus propias obras. Yo estoy en el Padre y el Padre está en mí. Créanme en esto, o si no, créanlo por las obras mismas. En verdad les digo: El que crea en mí, hará las mismas obras que yo hago y, como ahora voy al Padre, las hará aún mayores. Todo lo que pidan en mi Nombre lo haré, de manera que el Padre sea glorificado en su Hijo. Y también haré lo que me pidan invocando mi Nombre.»
El Evangelio de Juan fue escrito tardíamente. Entre los años 90 y 100, en Éfeso y Patmos (actual Grecia). Su escrito reúne muchos acontecimientos, historias de personas, y enseñanzas de Jesús, similares a los que hemos conocido por el relato de los otros evangelistas. Sin embargo, quien lo lee, nota algo distinto, diferente en su estilo y forma de expresión. Especialistas lo califican como espiritual, místico e íntimo. Es muy posible que la forma tan particular de narrar los hechos y dichos de Jesús se explicara por el tiempo transcurrido: se observa una profundidad y fineza distinta, en su sentido como en el significado de lo que escribe. El mismo Juan, muy privado y austero para hablar de sí mismo, reconoce “que era el discípulo al que Jesús amaba” Con Santiago y Pedro conformaban el grupo más cercano al Maestro. Juan estuvo con María al pie de la cruz. Con Pedro vieron al Resucitado “el primer día de la semana, muy de mañana”. Ambos “vieron y creyeron”. A los tres, los invitó para que contemplaran su Divinidad, oculta en la Transfiguración en el monte Tabor. Relean los relatos del encuentro y diálogo con el fariseo Nicodemo y la Samaritana (caps. 3 y 4). La mujer adúltera y su “tironeada” conversación con el ciego de nacimiento (caps. 8 y 9). Hay cercanía y fineza.
El texto de hoy es parte del extenso y directo diálogo con sus discípulos en el contexto de la celebración intima de la Pascua. Si bien comienza con el lavado de los pies (cap.13) se extiende hasta el 17. ¿no podríamos asemejarla a una comida de amigos que se prolonga en una sobremesa distendida y entrañable? Allí Jesús, les abre su corazón a todos, pero, además, tiene la cualidad y destreza “divina” de hablarles a todos y hacerles sentir que habla a cada uno en particular…. “nadie ha hablado como este hombre”, decían de EL. Repasen arriba dos diálogos. Con Tomàs, “el que creía que no creía” … Tomàs “Yo soy el Camino…” Con Felipe, “Felipe, llevamos tanto tiempo juntos…el que me ve a Mí, ve al Padre”
Me duele “ver la Iglesia herida”, tan distante en su quehacer de hoy, en el manejo de sus debilidades como en el día a día de su accionar misionero. El Papa Francisco nos ha pedido” tener la lucidez de llamar a la realidad por su nombre, la valentía de pedir perdón, la capacidad de aprender a escuchar lo que Él nos está diciendo (diría, gritando, y hace tiempo) y no rumiar la desolación” El Cardenal Silva, en sus mensajes insistía a menudo “en el amor a la Iglesia, porque ella es Cristo”. Podría ser chocante amar a una institución (la minúscula vale) La Iglesia, es más, es Cristo. Pablo lo entendió “a porrazos”, cuando una luz fuerte lo derribó de su caballo…y dice haber oído camino a Damasco…Saulo, ¿por qué me persigues? La pregunta hoy para nosotros es… ¿qué le falta de Jesús, hoy, a nuestra Iglesia? Tu respuesta vale.
Juan:
Un saludo cordial para ti.
Muy interesante tu reflexión, son un aporte.
Gracias
Siento como nunca antes que mi pertenencia a la Iglesia no pasa por la jerarquia ni el clero mi fe en Cristo me sostiene de pie que no es facil en un mundo globalizado socialmente.Gracias por tu reflexion estimado y siempre bien recordado Juan
Tal vez falta en los fieles de la Iglesia la «plenitud» de Jesucristo. Algo que podría expresarse como «inteligencia espiritual» y que debe llegar a resplandecer en los demás debido a su pureza ya que proviene del «corazón». Por otra parte, comprender que los hombres no pueden dividir a Dios y a su Verdad para más tarde unificar. La unidad cristiana es una unidad con Cristo en el Espíritu Santo. Entonces, trabajar más en ello y permanecer viva esa experiencia.
《La vida en el Señor no se limita a una aparente pertenencia externa a una comunidsd cristiana, sino que de una vida que se manifiesta estrechamente en combinación con lo interior.
Esto es necesario mencionarlo para que todos los nacidos en sociedades cristianas donde se hacen leyes que los hacen pertenecientes a una comunidad cristiana desde el nacimiento, no se limiten a una pertenencia externa al Señor, sino que mediten internamente con Él, y luego den testimonio constante en sí mismos de que permanecen en la verdad.
¿Qué se necesita para esto? Es necesario encarnar la verdad de Cristo. La verdad de Cristo es la restauración de los caídos. Entonces, deshazte de lo que te mantiene ardiendo en los deseos de satisfacción a los caprichos y las pasiones, y revístete de la nueva verdad creada por Dios en rectitud y reverencia, y sabrás en ti mismo que el Señor Jesucristo es verdaderamente Salvador no solo para el mundo, sino también para ti.