Una invitación semanal a darse un espacio para leer un trozo del evangelio y compartir una reflexión sencilla a partir de nuestras experiencias de la vida diaria.
Caminando Juntos
Cartillas de Reflexión
Un espacio abierto e interactivo, que pretende enriquecer a un número creciente de personas, especialmente quienes buscan respuestas para sus inquietudes espirituales.
23 Abr 16
Juan 15, 1-8.
“Yo soy la vid verdadera …”
Yo soy la verdadera vid y mi Padre es el viñador. Él corta todos mis sarmientos que no dan fruto; al que da fruto, lo poda para que dé más todavía. Ustedes ya están limpios por la Palabra que yo les anuncié. Permanezcan en mí, como yo permanezco en ustedes. Así como el sarmiento no puede dar fruto si no permanece en la vid, tampoco ustedes, si no permanecen en mí. Yo soy la vid, ustedes los sarmientos. El que permanece en mí, y yo en él, da mucho fruto, porque separados de mí, nada pueden hacer. Pero el que no permanece en mí, es como el sarmiento que se tira y se seca; después se recoge, se arroja al fuego y arde.
Si ustedes permanecen en mí y mis palabras permanecen en ustedes, pidan lo que quieran y lo obtendrán. La gloria de mi Padre consiste en que ustedes den fruto abundante, y así sean mis discípulos.
Las viñas son algo muy familiar para mi, pues son el cultivo habitual en el pueblito donde pasé parte de mi niñez y juventud. Desde siempre pude ver, primero a mi abuelo y luego a mi padre, preocuparse de cómo iba a ser el rendimiento de las parras cada año. Así es que al leer este texto me parece ver cómo se poda cada vid, qué sarmientos hay que sacar y cuáles hay que dejar… El podar puede parecer cruel, pero renueva la vitalidad de la viña, ya que las ramas inútiles roban la fuerza de la planta.
El ejemplo que nos propone hoy el evangelista nos habla de nuestra relación con Jesús. Los sarmientos y las ramas no tienen vida propia, sino que reciben la vida por medio de la savia que le otorga la vid. Y aunque la savia no es visible a simple vista, sabemos que está ahí… y sabemos que al cortar la rama la savia dejará de fluir y la rama se secará. Las ramas que el viñador deja unidas a la vid se van llenando primero de pampanitos y hojitas que luego serán los hermosos racimos y la sombra que produce el parrón. La labor del viñador se completa cuando puede cosechar de los frutos de la vid.
La Biblia siempre insiste que el fruto que Dios quiere es la práctica de la justicia y la solidaridad. Este tema está presente tanto al Antiguo como el Nuevo Testamento. Los cristianos solamente podemos dar ese fruto agradable, podemos dar sombra y cobijo, si somos como las ramas unidas a la vid. Y no olvidemos que los y las creyentes no sólo estamos llamados a dar fruto, sino que contamos con que Dios, nuestro viñador, nos cuidará y limpiará, de tal manera que podamos dar fruto abundante.
Hoy en día nos sentimos impotentes frente a la desastrosa realidad social que vivimos, no sólo en nuestro país, sino en el mundo entero. Parece que ya no tenemos energías para seguir adelante frente a las fuerzas del mercado, la globalización y el sistema hegemónico opresor.
En medio de esas circunstancias, el evangelista nos recuerda lo más urgente: mantenernos unidos y unidas a Jesús en la oración y en el compromiso. Jesús, que parecía derrotado y tuvo una muerte en cruz, resucitó y nos hizo ver que la vida siempre vence a la muerte. Sin Él nada podemos hacer… pero también hay que recordar que con Él todo lo podemos!
Bien dicho. permanecer en su amor, para ello orar, descubrir en el silencio la belleza de su presencia, pero hay que buscar el momento diario, insistir en el rosario, apagar la tele la radio, el fútbol, dejar a fuera los ruidos la entretención con la que el engañador nos confunde, nos aleja de El, porque esa es su labor en estos tiempos, mantenernos ocupados, entretenidos, para que no escuchemos nuestra conciencia en donde habla El Señor por su Espíritu Santo. ¡¡ Señor danos silencio para escucharte!!
La «savia» es el amor de Dios, y cuando éste recorre e inunda nuestro ser, genera siempre abundantes frutos.
Gracias por esta reflexión, yo soy una persona que cada día le pido a DIOS, mantenerme como sarmiento, pero siempre podado por el SEÑOR para dar fruto a los hermanos y agradecer a DIOS por darme diariamente esa savia que alimenta mi alma para sostenerme y sostener a mi familia en un camino triste que estamos recorriendo de salud de mi esposo, sin el CREADOR yo no soy nada