Una invitación semanal a darse un espacio para leer un trozo del evangelio y compartir una reflexión sencilla a partir de nuestras experiencias de la vida diaria.
Caminando Juntos
Cartillas de Reflexión
Un espacio abierto e interactivo, que pretende enriquecer a un número creciente de personas, especialmente quienes buscan respuestas para sus inquietudes espirituales.
23 Abr 08
Juan 15, 1-8
El que permanece en mí y yo en él, dará fruto abundante
En aquel tiempo dijo Jesús a sus discípulos: “Yo soy la vid verdadera, y mi Padre el viñador. Si alguna de mis ramas no produce fruto, él la corta; y limpia toda rama que produce fruto, para que dé más. Ustedes ya están limpios. La palabra que les he dirigido los ha purificado. Permanezcan en mí y yo permaneceré en ustedes. Como la rama no puede producir fruto por sí misma si no permanece en la planta, así tampoco pueden ustedes producir frutos si no permanecen en mí. Si alguien permanece en mí y yo en él, produce mucho fruto, pero sin mí no puede hacer nada. El que no se quede en mí, será arrojado afuera y se secará como ramas muertas: hay que recogerlas y echarlas al fuego, donde arden. Si se quedan en mí, y mis palabras permanecen en ustedes, todo lo que desean lo pedirán y se les concederá. Mi Padre encuentra su gloria en esto: en que ustedes produzcan mucho fruto, llegando a ser con esto mis auténticos discípulos”.
Jesús y sus seguidores habían salido del aposento donde habían cenado juntos y caminaban por la cuidad de Jerusalén. Jesús empezó a hablarles de la vid y de las ramas.
Hoy, nosotros no sabemos mucho de las viñas de uvas porque muchos de nosotros vivimos en la cuidad. Pero, en las lomas alrededor de Jerusalén probablemente había muchas vides y ramas. Jesús usa cosas sencillas y conocidas para explicarles las cosas. Usa las uvas para decirles como iban a poder seguir adelante después de su muerte. “Yo soy la vid, y ustedes son las ramas, y Dios es quien cuida el jardín.”
La vid es la parte de la hierba que es sembrada en la tierra y las ramas son lo que crecen de la vid y de donde crecen las uvas. ¿Qué pasaría si se corta una de las ramas? No pueden crecer uvas de una rama cortada, porque la vida viene del la vid y si no esta conectada a la vid, no hay fruto.
Una de las características del Evangelio de San Juan es el uso frecuente de la frase “Yo soy”. Este es el monólogo más largo de Jesús que aparece en su evangelio. Jesús se está despidiendo de los discípulos. Quiere reforzarles la misión que les ha encargado para cuando Él no esté con ellos físicamente. Jesús usa una alegoría del Antiguo Testamento, -el símbolo de Israel como pueblo de Dios- que describe a Israel como la vid de Yahvé (Salmo 80). Los viñadores eran responsables de ocuparse de que los viñedos crecieran saludables. Cuando las ramas no daban fruto las cortaban y las dejaban secar en las paredes para usarlas más tarde en el fuego.
Esta alegoría demuestra la intimidad entre Jesús y sus discípulos: sin él no podrán hacer nada. Al preparar a sus compañeros para la misión, les recuerda que Él es la vid verdadera, el verdadero pueblo de Dios formado por la vid con sus sarmientos. Y, como en el Antiguo Testamento, es Dios, el Padre de Jesús, quien ha plantado esta vid y que El cuida con esmero y amor.
Las ramas que producen frutos son aquellos que han aceptado la palabra viva de Jesús y permanecen en él. Jesús explicita aquí lo que tienen que hacer sus discípulos, la comunidad que le sigue. Él revela la misión que les ha entregado: producir fruto.
El sarmiento no tiene vida propia y, por tanto, no puede dar fruto de por sí; necesita la savia, es decir, el Espíritu comunicado por Jesús. La ausencia de fruto delata la falta de unión con Jesús. Todo sarmiento que esté vivo tiene que dar fruto, es decir, todo miembro tiene un crecimiento que efectuar y una misión que cumplir. Si un sarmiento no produce fruto, el Padre se encarga de podar su viña. El sarmiento que no da fruto es aquel que pertenece a la comunidad, pero no responde al Espíritu, no responde al Amor que Jesús predica a través de sus palabras y obras.
El término “discípulo/a se relaciona con “Maestro”. Recordemos que en tiempos de Jesús el aprendizaje no era meramente escolar o intelectual, ya que se esperaba que el discípulo se asimilara al estilo de vida del maestro, siguiendo su enseñanza y su ejemplo. El verbo seguir caracteriza siempre al discipulado: las personas no caminan simplemente detrás de alguien, sino siguiéndolo, porque lo valoran como Maestro y tienen plena comunión con él y entre sí. El evangelio de San Juan enfatiza el estatus de discípulo, del que todos los cristianos disfrutan, y, dentro de ese estatus , lo que confiere la dignidad es el amor de Jesús. En la adhesión a Jesús el amor es lo fundamental.
De este evangelio podemos sacar tres ideas claras:
– Los discípulos producen fruto cuando permanecen unidos a Jesús en el amor.
– Sólo Jesús es la fuente de nuestra vida, y no debemos buscar o apegarnos a otra fuente que no sea él.
– La fecundidad no radica en grandes discursos, sino en una vida de justicia y amor por los demás.
Preguntémonos: ¿Son mis actos coherentes con mi fe cristiana? ¿Hay algo o alguien que me mantiene separado(a) de Cristo? ¿Qué voy a hacer al respecto?
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