Una invitación semanal a darse un espacio para leer un trozo del evangelio y compartir una reflexión sencilla a partir de nuestras experiencias de la vida diaria.
Caminando Juntos
Cartillas de Reflexión
Un espacio abierto e interactivo, que pretende enriquecer a un número creciente de personas, especialmente quienes buscan respuestas para sus inquietudes espirituales.
25 May 19
Juan 15, 9-11
Permaneced en mi amor, para que vuestra alegría llegue en plenitud
Como el Padre me amó, yo también os he amado a vosotros; permaneced en mi amor.
Si guardáis mis mandamientos, permaneceréis en mi amor, como yo he guardado los mandamientos de mi Padre, y permanezco en su amor.
Os he dicho esto, para que mi gozo esté en vosotros, y vuestro gozo sea colmado.
No cabe duda alguna, Dios es la dimensión del amor en esencia, aquella que recibe nuestra alma como gracia, que envalentona nuestro espíritu en la fortuna y la desgracia, aquella que se convierte en ternura ante la simplicidad, en admiración ante la sabiduría, en valentía ante el dolor y la desventura, en compasión ante el infortunio de nuestros semejantes, en arrojo para defender los ideales que determinan la verdad y la justicia; nos hace además humildes y servidores de los demás.
Sí entendiéramos que el amor es liberador de toda maldad y permitiéramos que fuera el motor en nuestras vidas, entenderíamos también que nos reporta grandes satisfacciones y nos facilitaría la vida en este planeta. El amor que el Galileo preconizó como mandato de vida hace 2000 años, podría cambiar el curso de lo que hemos hecho como humanidad a través de la historia, contra ella misma y nuestro sufrido mundo.
El amor en todas sus formas hace que nuestros corazones, rebosen pletóricamente de alegría, y conozcan la legítima felicidad, que no la da nada más.
Hoy, continuamos escribiendo nuestra “historia universal” erróneamente; hemos planificado nuestras vidas y la de de nuestros hijos en una seguridad ficticia y finita, queriendo asegurarnos en este mundo el sustento a costa de lo que sea, a costa de la naturaleza, de la justicia y lo que es peor de la muerte, destrucción y sufrimiento de tantos seres.
Cuando vemos el panorama mundial, nos sentimos apesadumbrados, heridos y sufrimos cercana o lejanamente el ocaso de un mundo que nos fue regalado para vivir en unidad, en comunidad, con el aliento perpetuo que nos reporta el sentir que somos parte de una sola humanidad, ínfima parte del universo en que estamos inmersos.
Pero Cristo confió en esta torpe humanidad y nos da la oportunidad a través de su palabra “Yo les he dicho todas estas cosas para que participen en mi alegría y sean plenamente felices. Ahora les doy mi mandato: Ámense unos a otros, como yo los amo a ustedes” Juan, 15-11,12
Ahora… pregunto ¿Porqué en este mundo atribulado, no iniciar “la revolución del amor”? aquella que Cristo nos pide, amando todo lo que nos ofrece la vida, la naturaleza, la familia, los amigos, nuestros congéneres, nuestra especie, nuestras obras y nuestros errores también, nuestro planeta y nuestro universo, que no son de nadie pero que nos pertenecen a todos, ¿porqué en vez de conseguir y tener bienes mundanos, no nos preocupamos de aumentar nuestra capacidad de amar? Estoy segura de que en ello encontraremos la felicidad que nos fue prometida ¡no decaigamos en su búsqueda! en ella, encontraremos el rostro de Dios.
Dios…el Amor, se siente, se vive, se disfruta…está en todos, sólo hay que dejarlo fluir y se conocerá la felicidad; nada tiene que ver con los desafortunados momentos que a cada uno nos toca vivir; el amor no tiene culpas.
Alguna vez en un tiempo distinto, en otra dimensión nos fundiremos en este Amor Infinito, debemos entender que aquí, en este medio alborotado, estamos para conocer de él y para aprender a amar; es una gran prueba en estos tiempos, pero para eso, hoy estamos aquí.
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