Una invitación semanal a darse un espacio para leer un trozo del evangelio y compartir una reflexión sencilla a partir de nuestras experiencias de la vida diaria.
Caminando Juntos
Cartillas de Reflexión
Un espacio abierto e interactivo, que pretende enriquecer a un número creciente de personas, especialmente quienes buscan respuestas para sus inquietudes espirituales.
14 May 08
Juan 15, 9-17
«ESTO OS MANDO: QUE OS AMÉIS UNOS A OTROS»
Como el Padre me amó, así también los he amado yo: permanezcan en mi amor. Si cumplen mis mandamientos, permanecerán en mi amor, como yo he cumplido los mandamientos de mi Padre y permanezco en su amor. Les he dicho todas estas cosas para que mi alegría esté en ustedes y su alegría sea completa. Este es mi mandamiento: que se amen unos a otros como yo los he amado. No hay amor más grande que dar la vida por sus amigos, y son ustedes mis amigos, si cumplen lo que les mando. Ya no les llamo servidores, porque un servidor no sabe lo que hace su patrón. Los llamo amigos, porque les he dado a conocer todo lo que aprendí de mi Padre. [ Ustedes no me eligieron a mí; he sido yo quien los eligió a ustedes y los preparé para que vayan y den fruto, y ese fruto permanezca. Así es como el Padre les concederá todo lo que le pidan en mi Nombre. Ámense los unos a los otros: esto es lo que les mando.
La lectura de hoy nos presenta la oportunidad para revisar nuestra vida como discípulos de Jesús. Para ello sigamos la secuencia de la lectura: 1°) Dios-Padre ama a Jesús, el que a su vez ama a su Padre y a sus hijos: hombres y mujeres del mundo. 2°) Este amor que recibimos de Él debemos hacerlo también extensivo a todos sin exclusión para cerrar el circulo del Reino de Dios. 3°) Este amor fraterno, debe ser pleno, esto es no quedarse en el pensamiento o intención que no produce fruto, sino en un actuar tal como Él nos ama en plenitud.
La lectura de hoy nos presenta la oportunidad para revisar nuestra vida como discípulos de Jesús. Para ello sigamos la secuencia de la lectura: 1°) Dios-Padre ama a Jesús, el que a su vez ama a su Padre y a sus hijos: hombres y mujeres del mundo. 2°) Este amor que recibimos de Él debemos hacerlo también extensivo a todos sin exclusión para cerrar el circulo del Reino de Dios. 3°) Este amor fraterno, debe ser pleno, esto es no quedarse en el pensamiento o intención que no produce fruto, sino en un actuar tal como Él nos ama en plenitud.
Días atrás leía en una entrevista a una persona de gran exposición publica y de influencia nacional que manifestaba -en el inicio de la entrevista- ser católico practicante, esto es, cristiano que sigue a Jesús bajo el alero dela IglesiaCatólica.Elloatrajo mi atención, pues tenia allí a alguien que por su fe, era una de las personas a las que Jesús ha elegido para hacer la voluntad de su Padre (amigo a quien Yo lo he elegido y preparado para que vaya al mundo y produzca frutos de una justicia permanente que sea el resultado del amor por los demás). Mientras se explayaba el entrevistado en su espiritualidad cristiana y valores, podía ver en él un verdadero discípulo, amigo de Jesús.
Mas adelante, al referirse a lo terreno que el entrevistador iba planteándole y que es lo que conforma el entramado de la vida social en que el tiene influencia de cambio, empezaba a limitar aquel espíritu fraterno (“Ámense los unos a los otros”) en algo diferente, podríamos decir “aterrizándolo” al modelo de sociedad que prevalece hoy en el que priman profundas raíces de individualismo, egoísmo, apego al “tener”, a ser competitivo en cuanto ganarle y/o desplazar al otro, a ver las ausencias de amor fraterno (pobreza, marginalidad, abusos sobre los mas débiles) como algo normal, aceptable, comprensible y que no es el producto de las actitudes y acciones de los hombres y mujeres de nuestra sociedad, sino de las leyes del mercado que son “el pilar de la vida social de creación de riqueza y efectivo crecimiento económico”.
Sentí debilitada mi esperanza de que se pueda construir un mundo de hermanos al espíritu de Jesús. Lo asocié a similares casos que se repiten día a día en nuestro medio social, político, económico, laboral, gremial, familiar, en todos los niveles, incluyendo -por cierto- en nosotros mismos que nos vemos influenciados y acomodamos el mandamiento: “Amaos los unos a los otros, como yo los he amado”.
Pero ello debe cambiar si somos discípulos de Jesús. Salgámonos del hecho de vida antes relatado y revisemos ahora qué podemos hacer nosotros en cada ámbito de la vida diaria:
- ¿Estoy dando frutos para los demás?
- ¿Soy servicial, comprensivo, solidario?
- ¿Me preocupa la inequidad social? ¿Cuál es mi reacción ante ellos, ante las leyes y/o estructuras, exclusiones y prejuicios que la conforman?
- Cuando afirmo ser católico, cristianos amigo y seguidor (discípulos) de Jesús ¿Soy coherentes con lo que hoy hemos leído “Vosotros sois mis amigos, si hacéis lo que yo os mando”
Dios ha amado al mundo inmensamente y su amor se ha manifestado entre nosotros en el envío de su Hijo-Jesús para que nosotros tengamos vida plena por medio de Él y ella sea compartida con los demás como hermanos sin limitarla o encerrarla solo en nosotros y/o en el pequeño círculo familiar y social. Tampoco se trata de amar a rato sino de «permanecer» en un amor real, efectivo, visible, testimonial en la vivencia de los mandamientos, teniendo coraje y coherencia entre fe y vida, recordando lo que Jesús nos prometió «Venid a mí todos los que estáis cansados y agobiados… porque mi yugo es suave y mi carga, ligera» (Mt 11, 28.30).
Solamente si cada uno de nosotros hace lo que Jesús nos manda, seremos entonces su amigo. Jesús de Nazaret pide a sus amigos acciones y obras en este mundo terreno real que sigamos ese espíritu central de un amor afectivo y efectivo.
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