Una invitación semanal a darse un espacio para leer un trozo del evangelio y compartir una reflexión sencilla a partir de nuestras experiencias de la vida diaria.
Caminando Juntos
Cartillas de Reflexión
Un espacio abierto e interactivo, que pretende enriquecer a un número creciente de personas, especialmente quienes buscan respuestas para sus inquietudes espirituales.
30 Abr 16
Juan 16,12-15
“Tengo mucho más que decirles”
En aquel tiempo dijo Jesús a sus discípulos: Tengo mucho más que decirles, pero en este momento sería demasiado para ustedes. Cuando venga el Espíritu de la verdad, él los guiará a toda verdad; porque no hablará por su propia cuenta, sino que dirá todo lo que oiga, y les hará saber las cosas que van a suceder. Él mostrará mi gloria, porque recibirá de lo que es mío y se lo dará a conocer a ustedes. Todo lo que el Padre tiene, es mío también; por eso dije que el Espíritu recibirá de lo que es mío y se lo dará a conocer a ustedes.
Este texto me recuerda el muy conocido cuento en la minería que dice que un día los exploradores estaban buscando oro… y había un indiecito que sabía a dónde estaba. Entonces, cuando los exploradores, decepcionados por fallar en su búsqueda, le preguntaron… “¿y si sabía, por qué no nos lo dijo? El respondió, “porque si Dios lo escondió, por algo será”. Tal como el indiecito, el que vive en el Espíritu, ve las cosas y las situaciones de otra forma porque mira desde la fe.
El evangelio de hoy es un fragmento del “Sermón de la Cena” donde Jesús anuncia a sus discípulos que se les enviará el Espíritu que les aclarará todas las cosas que aún no pueden comprender, porque todo tiene su momento. Jesús sabía que iba a padecer y los discípulos no entendían, porque aún el Espíritu Santo no estaba con ellos
En las palabras de Jesús: “Tengo mucho más que decirles, pero en este momento sería demasiado para ustedes” afloran dos cosas: el ambiente de despedida que marcaba la última cena, y la preocupación de Jesús, -el hermano mayor-, con sus hermanos más jóvenes que en breve se quedarán sin su presencia. Quedaba muy poco tiempo y la obra iniciada estaba aún incompleta. Asimismo, como los discípulos, nosotros tenemos la incapacidad para vivirlo todo de una vez. Como seres humanos queremos hacer muchas cosas a la vez y la realidad nos dice que aunque queramos, necesitamos realizar un proceso.
La afirmación “Cuando venga el Espíritu de la verdad, él los guiará a toda verdad” refleja la experiencia de las primeras comunidades. En la medida en que iban imitando a Jesús, tratando de interpretar y aplicar su Palabra en diversas circunstancias de sus vidas, experimentaban la presencia y la luz del Espíritu. Esto también nos acontece hoy a cada uno de nosotros cuando encarnamos la palabra de Jesús en nuestras vidas. La raíz de esta experiencia son las palabras de Jesús: “Todo lo que tiene el Padre es mío, también. Por eso el Espíritu recibirá de lo mío y es los explicará todo”.
En su pedagogía, Jesús nos está diciendo que el Espíritu no sólo le fue enviado a los discípulos, también a nosotros que podemos confiar en Él siempre y no sólo cuando nos enfrentamos a una necesidad, dolor o problema que nos sobrepasa. Se nos manifiesta a cada rato en las personas, en la naturaleza, en las alegrías y por sobre todo en nuestra intimidad. Ya no es el “oro escondido” del indiecito del cuento del principio, es un Dios que nos quiere hablar al oído, al corazón. Quiere mirarnos a los ojos y, con sólo su mirada, decirnos que nos ama.
Pero quizá tampoco ahora estemos preparados para digerir lo que Cristo nos quiere decir. Quizá aún vemos demasiado con los ojos de la carne y pensamos demasiado como los hombres y no como Dios. Quizá todavía vivimos apegados a las cosas de la tierra y no hemos aprendido aún a poner nuestros ojos y nuestro corazón en Él.
Juan está adelantando la idea de que la comprensión plena de Jesús se dará solamente después de la Resurrección. Será entonces cuando los discípulos llegarán a la fe en Jesús y podrán dar respuesta a la pregunta “quién es éste”, que se ha formulado a lo largo de todos los relatos evangélicos.
Todo el Evangelio de Juan debe de ser leído, por tanto, teniendo en cuenta que Juan pone en boca de Jesús palabras que son elaboraciones teológicas. Palabras no pronunciadas por Jesús, que manifiestan la comprensión que van alcanzando las comunidades cristianas sobre Jesús.
Por eso se nos hace difícil entender los textos de Juan. En la reflexión teológica sobre Dios nos encontramos con la limitación humana. El pueblo de Israel lo sabía muy bien, por eso no se atrevió a hacer imágenes de la divinidad, porque no hay imagen alguna de cosas de la tierra que pueda parecerse, siquiera de lejos, a la esencia de Dios.
En cambio nosotros hemos perdido este respeto. Nuestros pintores se atreven a pintar a Dios como un señor anciano, venerable y vigoroso, que flota por los cielos en carro de nubes. Y nos hemos atrevido a pintarlos como el Padre venerable y con barbas; el Hijo, Jesús, y el Espíritu, como una paloma entre los dos. La realidad es que lo que sabemos de Dios es gracias a Jesús.
Isabel Margarita Garcés de Wallis
Yo agregarìa que este pecado que nos aleja de su gracia nos impide conocer mas cosas del espìritu y del mismo modo los sacerdotes podrìan imponer manos y sanar como algunos lo hacen, solo porque no se abren a la divinidad, porque no piden esas gracias. Hay trabajo que hacer para alcanzar grados de humildad que nos hagan merecedores de mayores gracias espirituales y tambièn mayor trabajo terrenal para ayudar a los deposeìdos, empezando en la propia casa