Una invitación semanal a darse un espacio para leer un trozo del evangelio y compartir una reflexión sencilla a partir de nuestras experiencias de la vida diaria.
Caminando Juntos
Cartillas de Reflexión
Un espacio abierto e interactivo, que pretende enriquecer a un número creciente de personas, especialmente quienes buscan respuestas para sus inquietudes espirituales.
15 Abr 17
Juan 21, 1-14
¨Jesús se acerca, toma el pan y se lo da y lo mismo el pescado.¨
«Después de esto, se manifestó Jesús otra vez a los discípulos a orillas del mar de Tiberíades. Se manifestó de esta manera. Estaban juntos Simón Pedro, Tomás, llamado el Mellizo, Natanael, el de Caná de Galilea, los de Zebedeo y otros dos de sus discípulos. Simón Pedro les dice: «Voy a pescar.» Le contestan ellos: «También nosotros vamos contigo.» Fueron y subieron a la barca, pero aquella noche no pescaron nada. Cuando ya amaneció, estaba Jesús en la orilla; pero los discípulos no sabían que era Jesús. Díceles Jesús: «Muchachos, ¿no tenéis pescado?» Le contestaron: «No.» El les dijo: «Echad la red a la derecha de la barca y encontraréis.» La echaron, pues, y ya no podían arrastrarla por la abundancia de peces. El discípulo a quien Jesús amaba dice entonces a Pedro: «Es el Señor», se puso el vestido – pues estaba desnudo – y se lanzó al mar. Los demás discípulos vinieron en la barca, arrastrando la red con los peces; pues no distaban mucho de tierra, sino unos doscientos codos. Nada más saltar a tierra, ven preparadas unas brasas y un pez sobre ellas y pan. Díceles Jesús: «Traed algunos de los peces que acabáis de pescar.» Subió Simón Pedro y sacó la red a tierra, llena de peces grandes: ciento cincuenta y tres. Y, aun siendo tantos, no se rompió la red. Jesús les dice: «Venid y comed.» Ninguno de los discípulos se atrevía a preguntarle: «¿Quién eres tú?», sabiendo que era el Señor. Viene entonces Jesús, toma el pan y se lo da; y de igual modo el pez. Esta fue ya la tercera vez que Jesús se manifestó a los discípulos después de resucitar de entre los muertos.»
Cuantas veces en la vida nos empeñamos en hacer las cosas a nuestra manera. Estudiamos carreras para asegurarnos un buen pasar, vivimos en barrios donde casi ni nos miramos con el vecino, dedicamos el tiempo a actividades poco productivas (porque nos merecemos eso y más), no perdonamos a un hermano o a un amigo porque nos ofendió, somos violentos al manejar porque “estamos en una selva”… Podría seguir enumerando y serian muchas las veces que “tiramos las redes” y no obtenemos nada – nada de lo verdaderamente importante por supuesto: amor, paz, tranquilidad – y seguimos insistiendo.
Pero en algún momento llega Jesús – siempre llega – y nos habla, ya sea por medio de la Palabra que escuchamos en una radio, en la misa de algún difunto al que por casualidad fuimos, en las palabras de alguien enamorado de El con el que conversamos en la micro, en un escrito humilde que nos aparece cuando buscamos algo en Google. Y encontramos el mar de alegría, y obtenemos alimento que nos reconforta.
Si somos más inteligentes aun, después de ese encuentro circunstancial, acudiremos como Pedro a un encuentro mayor con Jesús, ojalá desnudos, desnudos del alma, para que sea El quien nos vista a su gusto. Y acudiremos felices a la cena del Señor, una cena que se nos ofrece cada domingo, o en comunidades que están dispuestos a recibirte si los buscas un poco.
Puede que al principio, como le pasó a los mismos apóstoles, no reconozcas el rostro de Cristo y encuentres que la Misa no te muestra nada que sea digno de amar, o esa comunidad a la que tratas de entrar no te recibe tan maravillosamente como esperabas, pero si esperas, aprendes (comes de lo que se te da) y miras bien, seguramente encontrarás a Jesús, en tu corazón y en los de tus hermanos que, como tú, han ido a pescar donde Nuestro Señor les ha indicado.
En esta lectura que nos dice “Venid y comed” a cada uno de nosotros, nos habla un Jesús resucitado, un pastor que ya nos ha salvado y nos vuelve a salvar una y otra vez ¿Qué esperas para tirarte al mar, para ir al encuentro de aquel que te dará de esa agua que, como le anunció a la samaritana, hará que quien la tome “nunca volverá a tener sed»? Comunidades cristianas, católicas, retiros de oración, cursos bíblicos, catequesis, encuentros en el Espíritu, todo está siendo preparado para recibirte a ti, que buscas a Cristo, solo tienes que ir a Su encuentro….
Gracias por tu reflexión, Elizabeth.
Deseo compartir mi experiencia, aprendí a tirar las redes no hace mucho,y he aquí que he encontrado respuesta a todo, Jesús se comunica a cada segundo cuando uno lo permite.
La naturaleza se pone a disposición para que Ël nos hable, somos nosotros que tenemos que estar atentos, sin distracciones. Ël es el agua viva, debemos de beber esa agua que nos permite ser dichosos aún en los momentos adversos
Gracias, Elizabeth:
Venid y comed …trae a mi mente y corazón la búsqueda del encuentro de Dios con nosotros/conmigo y lo que nosotros/yo encontramos/encuentro en Dios—la cercanía de Jesús como Dios y Hombre.
Pues hay que tirar las redes, con sencillez
Feliz Pascua de Resurrección.
He estado pensando que con estos hermosos mensajes, nos damos aliento unos con otros, pero los que mas los necesitan no leen estos blog, tengo la impresión que hacemos mas con el testimonio, con nuestras conductas o acciones, ideal sería que aprendiéramos en humildad, sin orgullo, como la santa madre, a reconocer las bellezas del cielo en donde estamos, con los que nos encontramos, para esa belleza que vemos se contagie, se irradie y Cristifiquemos……..(a mi particularmente no me resulta esto que digo)