Una invitación semanal a darse un espacio para leer un trozo del evangelio y compartir una reflexión sencilla a partir de nuestras experiencias de la vida diaria.
Caminando Juntos
Cartillas de Reflexión
Un espacio abierto e interactivo, que pretende enriquecer a un número creciente de personas, especialmente quienes buscan respuestas para sus inquietudes espirituales.
09 Abr 12
Juan 21, 1-14
Después de esto, nuevamente se apareció Jesús a sus discípulos en la orilla del lago de Tiberíades. Y se hizo presente como sigue: Estaban reunidos Simón Pedro, Tomás el Mellizo, Natanael de Caná de Galilea, los hijos del Zebedeo y otros dos discípulos. Simón Pedro les dijo: «Voy a pescar.» Contestaron: «Vamos también nosotros contigo.» Salieron, pues, y subieron a la barca, pero aquella noche no pescaron nada. Al amanecer, Jesús estaba parado en la orilla, pero los discípulos no sabían que era él. Jesús les dijo: «Muchachos, ¿tienen algo que comer?» Le contestaron: «Nada.» Entonces Jesús les dijo: «Echen la red a la derecha y encontrarán pesca.» Echaron la red, y no tenían fuerzas para recogerla por la gran cantidad de peces. El discípulo de Jesús al que Jesús amaba dijo a Simón Pedro: «Es el Señor.» Apenas Pedro oyó decir que era el Señor, se puso la ropa, pues estaba sin nada, y se echó al agua. Los otros discípulos llegaron con la barca -de hecho, no estaban lejos, a unos cien metros de la orilla; arrastraban la red llena de peces. Al bajar a tierra encontraron fuego encendido, pescado sobre las brasas y pan. Jesús les dijo: «Traigan algunos de los pescados que acaban de sacar.» Simón Pedro subió a la barca y sacó la red llena con ciento cincuenta y tres pescados grandes. Y no se rompió la red a pesar de que hubiera tantos. Entonces Jesús les dijo: «Vengan a desayunar». Ninguno de los discípulos se atrevió a preguntarle quién era, pues sabían que era el Señor. Jesús se acercó, tomó el pan y se lo repartió. Lo mismo hizo con los pescados. Esta fue la tercera vez que Jesús se manifestó a sus discípulos después de resucitar de entre los muertos.
En el pasaje encomendado, Juan es el apóstol joven -según la tradición y la Sagrada Escritura “el discípulo de Jesús al que Jesús amaba”- nos proclama la Buena Nueva y preciso en el fin de semana santa con JESÚS RESUCITADO.
Desde la realidad local (Ilo un pintoresco y sureño puerto peruano) aplicaba esta palabra, Jesús se revela como uno de todo el grupo, con gestos y actividades como todos,… quizás hasta compartiendo las preocupaciones en el trabajo o el hogar, metidos en tanto stress y el ritmo rápido de vida como él, tú y yo. Se encuentra con los apóstoles en la actividad de trabajo, la pesca, y en lugar de siempre el lago de Tiberíades o de Galilea.
Así en medio de todo lo cotidiano, el mismo Juan como cualquiera de nosotros dice: “Es el Señor”, lo reconoce y te reconoce a ti como eres, su amigo. Y en la serie de hechos se descubre la gran y continua invitación de Dios a RECONOCERLO como es Jesús –“estoy en medio como el que sirve”- y al tener esta gracia compartir con El “el pan y los peces”, lo que para todos es lo más sencillo, fraterno y familia como es comer y dialogar en la mesa.
Entonces “Ninguno de los discípulos se atrevió a preguntarle quién era, pues (lo) sabían”, y ellos como nosotros SABEMOS que está en medio “como el que sirve” pero cuál es nuestra reacción o ACTITUD ante la emoción de tenerlo resucitado y cerca. Será que nos quedamos sin habla y sólo basta su sola presencia, CONTEMPLAMOS su divina persona, quien días antes muere por nosotros; será que nos cuestionamos –y nos quedamos en dicha actitud- y pasa este momento sin celebrar junto a Él está comida tan sencilla y de “amigos”, IMPRESIONADOS por su regreso y la prueba fiel de que la Fe si vale; y finalmente será que la invitación “Vengan…” llena nuestros corazones y motiva nuestro sentir hacia El en medio de tantos recuerdos como la pesca, el trabajo, la convivencia,…la AMISTAD, estamos CUESTIONADOS al revisar lo realizado o dejado de realizar, las promesas de valentía a sus enseñanzas y los espacios donde escuchar al Señor hace que tomemos la “vestidura nueva” como Simón Pedro.
Parece que aquí para nosotros un proceso de fe para el tiempo de Pascua que iniciamos RECONOCERLE-CONTEMPLARLE-IMPRESIONARSE-CUESTIONARME- “AMARLO”. Finalmente retomo la invitación de Jesús, el Señor de nuestras vidas: “Vengan a desayunar…”
Aleluya, ¡Feliz Pascua de Resurrección queridas hermanas y estimados hermanos!, Aleluya
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