Una invitación semanal a darse un espacio para leer un trozo del evangelio y compartir una reflexión sencilla a partir de nuestras experiencias de la vida diaria.
Caminando Juntos
Cartillas de Reflexión
Un espacio abierto e interactivo, que pretende enriquecer a un número creciente de personas, especialmente quienes buscan respuestas para sus inquietudes espirituales.
13 Jun 11
Juan 21, 15-19
«Apacienta mis corderos, apacienta mis ovejas»
Cuando terminaron de comer, Jesús dijo a Simón Pedro: «Simón, hijo de Juan, ¿me amas más que éstos?» Contestó: «Sí, Señor, tú sabes que te quiero.» Jesús le dijo: «Apacienta mis corderos.» Le preguntó por segunda vez: «Simón, hijo de Juan, ¿me amas?» Pedro volvió a contestar: «Sí, Señor, tú sabes que te quiero.» Jesús le dijo: «Cuida de mis ovejas.» Insistió Jesús por tercera vez: «Simón Pedro, hijo de Juan, ¿me quieres?» Pedro se puso triste al ver que Jesús le preguntaba por tercera vez si lo quería y le contestó: «Señor, tú lo sabes todo, tú sabes que te quiero.» Entonces Jesús le dijo: «Apacienta mis ovejas.» En verdad, cuando eras joven, tú mismo te ponías el cinturón e ibas a donde querías. Pero cuando llegues a viejo, abrirás los brazos y otro te amarrará la cintura y te llevará a donde no quieras.» Jesús lo dijo para que Pedro comprendiera en qué forma iba a morir y dar gloria a Dios. Y añadió: «Sígueme.»
Confieso que después de elegir este trozo para comentarlo, estuve a punto de echarme para atrás y pedir algún a otro miembro de nuestro equipo que me remplazara. Obviamente, este trozo del evangelio es bien conocido: desde mi paso por el colegio, a mí y a mis compañeras las monjas nos machacaron que, en este pasaje del evangelio de Juan, Jesús resucitado quiso reafirmar a Pedro como cabeza de su iglesia: los corderos somos todos, los cristianos comunes y corrientes, mientras que las ovejas son los sacerdotes y obispos. ¿O será todo lo contrario? Es que uno se pierde un poco con las metáforas de los tiempos de Jesús, propias de la cultura en que vivió, imágenes bellísimas de campos poblados por aves de hermoso plumaje y sembrados con lino y trigo mezclado con cizaña, que iban surgiendo durante sus años de predicación en Palestina. También usaba imágenes sobre banquetes de boda.
Otros exegetas van más allá: Jesús estaría repitiendo tres veces su pregunta a Pedro, hasta el punto de llevarlo casi hasta el llanto (¿por qué insistes, por qué dudas de mi amor por ti, tú que lo sabes todo?), porque con ello estaría perdonando las tres negaciones de Pedro de la noche el jueves santo. Tres afirmaciones a cambio de tres negaciones, un trueque y aquí no pasó nada. ¿Es éste el mismo Jesús que pocos capítulos antes, en el mismo evangelio, habla de sí mismo como el Pastor amoroso que conoce y cuida su rebaño, hasta ser capaz de dar su vida por él? ¿El mismo Jesús que habla del perdón, setenta veces siete, del amor gratuito e incondicional?
Si nos situamos ante este texto a la luz de los últimos estudios bíblicos, surgen algunas luces para quienes buscamos conocer la Biblia como un texto histórico, inspirado por Dios, sí, pero al mismo tiempo interpretado y puesto en palabras por hombres de un tiempo y una cultura determinada que fue campesina pero, al mismo tiempo también hablaba de banquetes de bodas, de vírgenes necias, de reyes poderosos… El cuarto evangelio, atribuido a san Juan, fue concluido en el año 100 por la escuela que se nucleó en torno del apóstol en Asia Menor, durante la segunda mitad del siglo primero. Esta comunidad Joánica, formada por judíos y gentiles, principalmente griegos, llevó su reflexión a profundidades adonde no habían llegado los otros tres evangelios, llamados sinópticos. Tiene algunos hechos que los sinópticos no mencionan, detalles que muestran mucha cercanía con el Maestro; incluye siete milagros – “signos” en este evangelio – y los trozos más poéticos, himnos de un fuerte lirismo que se intercalan y suspenden la narrativa, centrados en el amor, la luz, la paz… Jesús ha dejado de ser Hijo del Hombre para ser igual al Padre.
Durante el segundo siglo, la Comunidad de Juan es admitida en la Iglesia de Jerusalén; para ello, deben aclararse mejor algunos puntos. Entre los trozos que se intercalan está este capítulo 21, añadido posiblemente después de la muerte de Juan. Un relato lleno de la presencia de Cristo resucitado, de la de su discípulo amado y de Pedro como cabeza de la comunidad de Cristo. Para que no queden dudas.
Una interesante visiòn con respecto a esta parte del evangelio de Juan, serìa la incondicionalidad del Amor y la profundidad de la Fe; a travès de esta ùltima podemos entender que Jesùs es Dios mismo y que su palabra es la expresiòn del Amor infinito que logrò ser comunicada a todos los hombres, a travès de la vida terrena de su hijo. Cuanto màs se logre impregnar cada persona de este Amor , es decir de Dios, se es màs incondicional a su voluntad, ¿cuanto es tu Amor?, ¿cuanto eres capàz de entregar a Dios?, ¿a cuanto de tÌ, puedes renunciar y entregar?, (en el Amor, siempre existen renuncias), sì es asì sòlo ¡sìgueme! dice Jesùs.
El texto es incisivo. Jesús quiere derribar la máscara de Pedro apasionado y «arrebatado» para responder
justo lo que quiere el Maestro. Solo a la tercera vez, Pedro reflexiona sobre la pregunta. Solo a la tercera, es la respuesta honesta, pensada, meditada. Lo dice con tristeza porque es una afirmación con dudas de su parte.
Ahora como comenté antes, Jesús mira a sus discípulos, reconoce al pastor, y se lo declara. Le está diciendo «tu eres pastor, cumple tu llamado si me amas».
Como honestamente reconoce María Marta, el uso del versículo para confirmar la diferencia entre la curia los laicos no es real, ni efectivo. Una comunidad de creyente reconoce un Pastor entre sus iguales. Lo que la comunidad católica no sabe, es que debe comunicarle a esa persona que ve en él un Pastor, un Guía, es un hombre debe ser confirmado por sus hermanos hasta que reconozca su propio llamado.
Esto no tiene nada que ver con el seminario, ni con el celibato. De hecho el celibato es antinatural y le ha traído problemas históricos al vaticano. Bíblicamente el único que era célibe era el apóstol Pablo, y porque tenía un Don especial. Nadie está llamado a renunciar a una esposa y familia de parte de Dios a menos que fuera una orden específica y no una ley o requisito de servicio.
Es tiempo de reconocer a los laicos que pastorean a sus hermanos con sus consejos, compañía y palabra. Que viven vidas naturales y normales. Es más, no necesita más trámite ni credencial que el reconocimiento de las partes, el Guía llamado, y la congregación que recibe su palabra y busca su consejo.
Ahora, esta palabra tiene otro sentido para todo aquel que siente un llamado a pastorear
– Te llama por tu nombre: ¿me amas ?
«Apacienta, entonces a mis ovejas»
Consulta: ¿Cuál es el fundamento biblico para pensar que los sacerdotes son las ovejas? en la parábola del Buen Pastor Jesús hacía una analogía del pastor de rebaños con Jesús, como el buen pastor y todos nosotros somos sus ovejas, nunca, creo, hizo alguna distinción.Gracias.
RESPUESTA de María Marta Raggio:
Betsabé:
Seguramente eres más joven que yo y tuviste una catequesis más actualizada.
Yo conocí la iglesia preconciliar, me eduqué en los años 40 y 50. Si tú te fijas en cualquier mural anterior al concilio, como el de la catedral de Villarrica, aparece una pirámide bien marcada, arriba la trinidad, después Obispos, luego sacerdotes y religiosas, parejas con niños blancos y al final familias mapuches. Esto no fue intento del pintor, hombre de nuestro tiempo. Encontramos el mismo orden jerárquico en todos los cuadros religiosos a partir de la Edad Media, pasando por el Renacimiento y el Barroco. No es de extrañar que las monjas de la congregación del Mallinckrodt en Argentina interpretaran que ovejas era la jerarquía y corderos el pueblo de Dios y eso me transmitieron.
Me sorprendio al leer cuidadosamente este evangelio, para hacer el comentario, que en la primera ocasión Jesús dice «apacienta mis corderos» en la siguiente dice «cuida mis ovejas», y en la tercera «apacienta mis ovejas». Algún fanático de la semántica podría hacer una nueva interpretación sobre el cambio del verbo, pero el espíritu de mi reflexión fue precisamente no apegarse a la letra sino al espíritu: si este trozo del evangelio no fue escrito por Juan y fue añadido más adelante, de todas maneras es palabra inspirada y parte de la tradición evangelica desde los albores del cristianismo. Tampoco modifica nuestra fe en Jesús saber que desde el principio hubo rivalidades entre los apóstoles (el episodio de los hijos de Zebedeo lo demuestra) e incluso en la primera iglesia, entre Pablo y Pedro, tal como consta en los Hecho de los Apóstoles.
Gracias por tu consulta, te agradezo que te hayas interesado y hayas querido participar. Te saluda
Maria Marta
Sólo estoy leyendo el comentario de María Marta:
«Yo soy el buen Pastor» = Jesús.
Las ovejas somos los cristianos que no gobiernan la IGLESIA.
Generalmente se dice: Los pastores = por el clero = todo hombre consagrado al sacerdocio.
El Sacerdocio es un SACRAMENTO.
Los Cardenales son príncipes de la Iglesia.
Los Obispos son los pastores encargados de una diócesis.
Los Párrocos son los encargados de una parroquia, en castellano los parroquianos.
El resto de los sacerdotes se consideran pastores, pues deben llevar a las almas al buen camino.
Y ese poder se lo dio Jesús el jueves Santo.
Y si hay está jerarquía es para que haya un orden como en cualquier grupo humano.
Yo diría que es ignorancia de las monjas.
A mí me enseñaron como a muchos de nuestra generación que Dios era castigador por naturaleza, pero gracias a Dios sólo fue una monja ignorante que repetía sin pensar que Dios es misericordioso. La justicia aún no la ha usado para los vivos. Mientras vivamos podemos implorar la misericordia de Dios, el día que nos muramos hará uso de su JUSTICIA.
Gracias María Marta por tu comentario, el libro de Juan es para mí mi Evangelio preferido, será que los escritos de este discípulo son tan interesantes , llenos de amor y de verdades .En las cartas habla de «Hijitos míos» al parecer habla desde el corazón de Dios. Una de las parábolas que escribe Juan es la de la Vid Verdadera (cap.15) cuando la leía sentí que el Espíritu Santo me remarcaba la palabra VERDADERA, y pensé que muchas veces estamos apegados a una vid que no es la verdadera, a veces hacemos lo que nuestras instituciones religiosas nos ordenan que hagamos y nuestro fruto o trabajo depende de ellas y tal vez, muchas veces las directrices no provienen del corazón de Dios. Queremos hacer la Obra del Señor sin escuchar al Señor de la Obra, verdad que eso sucede?
Perdona que me hY extendido, pero disfruto hablando y escuchando acerca de estas cosas….un abrazo.
Acabo de ler suas palavras sobre o Evangelho de João.
É o meu preferido. Jesus se revelando é cativante.
Estoy desde hace muy poco tiempo conociendo a «Caminando Juntos», debo decir sin embargo que en esta oportunidad me han sorprendido vuestras opiniones, muchas de las cuales comparto plenamente.
Es para mì el evangelio de Juan, el que invita a una reflexiòn màs profunda, en cada uno de sus capìtulos. En mi opiniòn anterior con respecto a este pasaje en especial, pensè: Jesùs quiere probar la incondicionalidad del Amor de Pedro para descansar en èl la formaciòn de su Iglesia.
Ahora en cuanto a la institucionalidad de esta, creo que ha cometido una infinidad de errores a travès de la historia, y eso pasa por que su jerarquìa tiende a hacer una interpretaciòn un poco «acomodada» del evangelio, un ejemplo clàsico, es el rol de la mujer en la Iglesia; el mayor porcentaje de catòlicos son mujeres; Cristo, en el tiempo en que la mujer era severamente segregada en la sociedad judìa, Êl le otorga un rol importante en su vida, la hace partìcipe de su nacimiento, de su vida, de su muerte y resurrecciòn; sin embargo a las mujeres, aùn en estos dìas sòlo se nos permite ser «corderos». Existen otros ejemplos, que ahora no quiero mencionar.
La Iglesia, no se equivocarà jamàs si se sigue fielmente la palabra de Jesùs y si lleva siempre la «verdad» como bandera. En todo caso es esta mi Iglesia, la que yo elijo para seguir a Jesùs, la que yo quiero y en la que pretendo servir.
Disculpen la majaderìa de esta nueva intervenciòn, pero, volverè a insistir en el aspecto de la «incondicionalidad», creo que todos estamos de acuerdo con que Jesùs nos habla a travès del evangelio en todos los tiempos, entonces, a «pesar» de los «pesares», a «pesar» de la contingencia que aflige hoy a nuestra Iglesia, ¿nos estarà preguntando Jesùs?: ¿ aùn me amas?, entonces:¿Sigueme!, ¡tambièn eres Iglesia!