Una invitación semanal a darse un espacio para leer un trozo del evangelio y compartir una reflexión sencilla a partir de nuestras experiencias de la vida diaria.
Caminando Juntos
Cartillas de Reflexión
Un espacio abierto e interactivo, que pretende enriquecer a un número creciente de personas, especialmente quienes buscan respuestas para sus inquietudes espirituales.
26 Abr 20
Juan 3, 16-21
Dios mando su Hijo para que el mundo se salve por Él
Dijo Jesús: Dios amó tanto al mundo, que entregó a su Hijo único para que todo el que cree en Él no muera, sino que tenga Vida eterna.
Porque Dios no envió a su Hijo para juzgar al mundo, sino para que el mundo se salve por Él. El que cree en Él no es condenado, el que no cree ya está condenado, porque no ha creído en el Nombre del Hijo único de Dios.
En esto consiste el juicio: la luz vino al mundo, y los hombres prefirieron las tinieblas a la luz, porque sus obras eran malas.Todo el que obra mal odia la luz y no se acerca a ella, por temor de que sus obras sean descubiertas.
En cambio, el que obra conforme a la verdad se acerca a la luz, para que se ponga de manifiesto que sus obras han sido hechas en Dios.
Tinieblas y Luz, oposición eterna. La pandemia de coronavirus que estamos viviendo echa una cortina de tinieblas por el mundo en este inicio del año 2020. La palabra «Tinieblas» se encuentra en el versículo 19 de este pasaje y es una palabra importante, varias veces repetida del Evangelio de Juan. Tinieblas de la enfermedad, de los muertos en todos los países, tinieblas del miedo, de la angustia frente a la ausencia de medicinas para luchar encontrar. Esas tinieblas podrían ser parte de una cierta fatalidad, enfermedades siempre hay, siempre aparecen nuevas. No es culpa del ser humano podemos pensar.
Pero esta crisis profundiza otras tinieblas, las de la injusticia entre ricos y pobres entre los que, si tienen buenos medios de salud, hospitales modernos y los demás; injusticia del egoísmo entre los que quieren salvarse primero sin pensar en los que quedan en el camino. Peor todavía la crisis revela como los humanos han invertido mucho más en armas y máquinas de guerras que en medicinas, cuidados de los débiles y protección social. La crisis es también la de nuestro medio ambiente. Somos nosotros los humanos que lo estamos destrozando, saqueando. Aquí si, la responsabilidad humana es causa de las tinieblas. El ser humano no puede vivir bien en un mundo que vive mal por su culpa.
Se ve muy bien como la tiniebla no es solo una casualidad o solo un asunto individual sino también un problema de estructura de la vida global. Por nuestra falta global de amor, de solidaridad, de justicia social, una enfermedad cualquiera aumenta el quiebre entre ricos y pobres condenando a muerte los más frágiles de nuestro mundo.
¿Que hace entonces el Padre creador de este mundo?
Dios todopoderoso de amor, envía su Hijo en el mundo. Hubiera sido fácil juzgar y condenar los culpables y borrarlos. No mando su Hijo para eso; lo mando para salvar este mundo para juzgar con el corazón, con misericordia, con los criterios de amor, justicia, paz, reconciliación donde había odio, desigualdad, separación y destrucción.
Dios no actúa con teorías o puras ideas sino con el encuentro de cada ser humano, personalmente. Manda su Hijo Jesús. La luz, la verdad no son conceptos ideales y abstractos son persona encarnada. La verdad, la luz, se conocen como se conoce a una persona, conversando, caminando, descubriendo a un hermano, un amigo no con la sola razón intelectual.
Esta salvación solo se percibe con los ojos de la fe. Eso nos dicen los versículos 16 y 18. «Creer» o confiar que a pesar del túnel de la crisis global del coronavirus una salida es posible, un mundo mejor puede salir. Porfiada esperanza de los que tienen fe.
Es eso la fe en la vida de Jesucristo celebrada en las tinieblas de la noche de resurrección. Celebrada de modo tan particular este año, quizás con más tiniebla de soledad y con más necesidad de fe. La fe en la vida que siempre triunfa, vida frente a la enfermedad, vida de la justicia y de la paz. Eso es nuestra esperanza para animar nuestra lucha y nuestro andar en esta crisis global. ¡Si creo!
Tiempo de seguir aprendiendo medidas preventivas, no controlamos muchas cosas, nuestro ritmo de vida a cambiado. ante todo vivir desde la fe con Jesús, recuperar fuerzas para seguir andando. La fe en la vida siempre triunfa