Una invitación semanal a darse un espacio para leer un trozo del evangelio y compartir una reflexión sencilla a partir de nuestras experiencias de la vida diaria.
Caminando Juntos
Cartillas de Reflexión
Un espacio abierto e interactivo, que pretende enriquecer a un número creciente de personas, especialmente quienes buscan respuestas para sus inquietudes espirituales.
24 Mar 09
Juan 5, 1-3; 5-16
Al momento aquel hombre quedó sano
Después de esto llegó una fiesta de los judíos, y Jesús subió a Jerusalén.
Hay en Jerusalén, junto a la (puerta) de las Ovejas una piscina llamada en hebreo Betesda, que tiene cinco pórticos.
Allí estaban tendidos una cantidad de enfermos, ciegos, cojos, paralíticos, que aguardaban que el agua se agitase. Y estaba allí un hombre, enfermo desde hacía treinta y ocho años.
Jesús, viéndolo tendido y sabiendo que estaba enfermo hacía mucho tiempo, le dijo: «¿Quieres ser sanado?».
El enfermo le respondió: «Señor, yo no tengo a nadie que me meta en la piscina cuando el agua se agita; mientras yo voy, otro baja antes que yo».
Díjole Jesús: «Levántate, toma tu camilla y anda».
Al punto quedó sanado, tomó su camilla, y se puso a andar.
Ahora bien, aquel día era sábado:
Dijeron, pues, los judíos al hombre curado: «Es sábado; no te es lícito llevar tu camilla».
Él les respondió: «El que me sanó, me dijo: Toma tu camilla y anda».
Le preguntaron: «¿Quién es el que te dijo: Toma tu camilla y anda?»
El hombre sanado no lo sabía, porque Jesús se había retirado a causa del gentío que había en aquel lugar.
Después de esto lo encontró Jesús en el Templo y le dijo: «Mira que ya estás sano; no peques más, para que no te suceda algo peor».
Fuése el hombre y dijo a los judíos que el que lo había sanado era Jesús.
Por este motivo atacaban los judíos a Jesús, porque hacía estas cosas en sábado.
Un grupo de matrimonios jóvenes que tuve el privilegio de acompañar en una comunidad me plantearon el tema “por qué existe el mal en el mundo”. Si Jesús vino a redimirnos, nos salvo de la muerte y del pecado, entonces, ¿por qué sigue habiendo tanto sufrimiento? ¿Por qué permite Dios las guerras, el hambre y tanta miseria? Tomé el Evangelio y leímos el mismo pasaje que comentamos hoy.
La próxima pregunta que surgió fue: Si Jesús tenía el poder para hacerlo, ¿por qué curó Jesús sólo al que llevaba treinta y ocho años enfermo y no a todos los que estaban en la piscina (ciegos, paralíticos…)? La única respuesta que se me ocurrió fue “veamos”. De la reflexión de todos surgieron cosas hermosas que trataré de recordar:
El inválido es un personaje representativo de la muchedumbre enferma de Jerusalén. Un pueblo sometido a la Ley. Lleva 38 años, una generación entera, esperando la sanación. Aún así encuentra una justificación típica del ser humano (“no tengo a nadie que me meta en la piscina cuando el agua se agita”). El hombre era un esclavo de su propia situación y dependía de otros. Al final de su vida, cuando ya no espera nada de nadie, se le acerca Jesús.
Jesús le pregunta «¿Quieres ser sanado?». «Levántate, toma tu camilla y anda». Es decir: ponte de pie, comienza a existir; carga con “tu camilla”; échate a la espalda lo que te ha tratado mal toda tu vida; se dueño y señor de “tu camilla”. Jesús le devuelve la movilidad, con lo que lo hace ser dueño de su independencia, ya no depende de otros, sino de sí mismo con libertad de acción y salud; lo convierte en HOMBRE. Desde ese momento él tiene que encontrar su propia ruta. Jesús le ofrece la posibilidad de salir de su condición infrahumana. Sin forzarlo le ofrece la libertad.
La educación es la única herramienta para que el hombre tome conciencia que puede crecer. Y la que nosotros hemos recibido nos obliga a sacar al pobre, al desvalido de “su camilla”. El privilegio en que nos ha tocado desenvolvernos crea responsabilidades y es básico compartir; poner nuestras habilidades al servicio del otro. No para darles todo, sino para levantarlos y que comiencen su proceso de liberación, como lo hizo Jesús con el paralítico.
Pero, ¿por qué no se curaron todos? Porque para Jesús, Jerusalén representa a la sociedad corrupta, podrida, que no saca nada con maquillarla – hay que hacer una sociedad nueva; Jesús quiere darle la “salud” a su pueblo y el paralítico significa su éxodo definitivo (partida, recorrido, llegada). Su objetivo final es sacar al hombre del dominio hacia la libertad.
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