Una invitación semanal a darse un espacio para leer un trozo del evangelio y compartir una reflexión sencilla a partir de nuestras experiencias de la vida diaria.
Caminando Juntos
Cartillas de Reflexión
Un espacio abierto e interactivo, que pretende enriquecer a un número creciente de personas, especialmente quienes buscan respuestas para sus inquietudes espirituales.
29 Mar 20
Juan 5,1-16
El paralítico de Bethesda
Se celebraba una fiesta de los judíos, y Jesús subió a Jerusalén.
Hay en Jerusalén, junto a la Puerta de las Ovejas, una piscina que llaman en hebreo Bethesda. Esta tiene cinco soportales, y allí estaban echados muchos enfermos, ciegos, cojos, paralíticos.Estaba también allí un hombre que llevaba treinta y ocho años enfermo. Jesús, al verlo echado, y sabiendo que ya llevaba mucho tiempo, le dice: «¿Quieres quedar sano?».
El enfermo le contestó: «Señor, no tengo a nadie que me meta en la piscina cuando se remueve el agua; para cuando llego yo, otro se me ha adelantado». Jesús le dice: «Levántate, toma tu camilla y echa a andar». Y al momento el hombre quedó sano, tomó su camilla y echó a andar.
Aquel día era sábado, y los judíos dijeron al hombre que había quedado sano: «Hoy es sábado, y no se puede llevar la camilla». Él les contestó: «El que me ha curado es quien me ha dicho: “Toma tu camilla y echa a andar”».
Ellos le preguntaron: «¿Quién es el que te ha dicho que tomes la camilla y eches a andar?». Pero el que había quedado sano no sabía quién era, porque Jesús, a causa del gentío que había en aquel sitio, se había alejado.
Más tarde lo encuentra Jesús en el templo y le dice: «Mira, has quedado sano; no peques más, no sea que te ocurra algo peor». Se marchó aquel hombre y dijo a los judíos que era Jesús quien lo había sanado. Por esto los judíos perseguían a Jesús, porque hacía tales cosas en sábado.
El Evangelio de hoy describe como Jesús cura a un paralítico que se quedó esperando 38 años para que alguien le ayudara a llegar al agua de la piscina para curarse. Hoy, al faltar gente que atiende a las personas enfermas en los países pobres, muchos experimenta esa misma falta de solidaridad. Viven en abandono total, sin ayuda, sin solidaridad de parte de nadie.
Por esto, al lado del Templo, había diversas cisternas con más de un millar de litros de agua. Y allí cerca, gracias a la abundancia de agua, había un balneario público, donde los enfermos se aglomeraban a la espera de ayuda o de curación. Los enfermos se sentían atraídos por las aguas del balneario. Decían que un ángel removía las aguas y el primero que bajara después del movimiento del ángel quedaría curado. Dicho con otras palabras, los enfermos se sentían atraídos por falsas esperanzas. Pues la curación era sólo para una sola persona.
¡Treinta y ocho años esperó el paralítico para que alguien lo ayudara a bajar al agua para que se curara! Ante esta ausencia total de solidaridad, Jesús, no respeta la ley del sábado curando al paralítico. Este hecho revela la absoluta falta de solidaridad y de acogida a los excluidos. «¡Toma tu camilla y anda!» El hombre agarra su camilla y se va, y Jesús desaparece en medio de la multitud. Esto significa que Jesús, al pasar por ese lugar de pobres y enfermos, vio a aquel hombre, percibió la situación dramática en la que se encontraba y, sin más, lo cura. No lo cura para que el hombre se convierta, ni para que crea en Dios. Lo hace, para ayudarle. Quería que el hombre pudiera experimentar un poco de amor y de solidaridad mediante su ayuda y su afecto.
El milagro del paralítico de la piscina es conmovedor. Jesús se acerca a aquel hombre y sabiendo que ya llevaba mucho tiempo decide curarle. El paralítico demuestra ser alguien que no se desanima a pesar de los problemas. Quizá muchas veces habría querido que todo terminase pronto para él. Quizá pensó que su vida ya no tenía sentido; que vivía sólo para sufrir, aceptando las burlas y las muecas de la gente que acertaba a pasar por ahí, pero no perdía la esperanza. Confiaba.
Todos estamos expuestos, como el paralítico, a sentirnos desamparados en los momentos duros, o en la cotidianidad de nuestro trabajo diario o problemas familiares. Sin embargo, el recuerdo de Jesús y su presencia en nosotros bastarán para aceptarnos, especialmente en los pequeños sacrificios de nuestra vida diaria.
Todos somos como este paralítico. Todos los días constatamos nuestra pequeñez y nos sentimos frágiles, sin fuerzas. Y en realidad lo somos, pues cojeamos siempre en nuestros mismos defectos. Y este paralítico del evangelio de hoy nos da la solución.
En el relato del Evangelio de hoy, encontramos dos enfermedades fuertes -espirituales- sobre las cuales nos hará bien reflexionar.
La enfermedad de la pereza, o resignación del enfermo, que se siente se lamenta, pierde el entusiasmo, e incluso se amarga. Dice: «No, es mejor así, no correr riesgos…». Esta es la enfermedad de la pereza. Es la actitud que paraliza, que nos convierte en personas quietas, tranquilas, pero no en el buen sentido de la palabra, son personas anestesiadas. Y siendo la anestesia una experiencia negativa, tiende a no implicarse y se convierte en pereza espiritual. La pereza, es una tristeza que nos convierte en personas tristes, no luminosas, en personas negativas.
Esta es una enfermedad nuestra, de los cristianos. Vamos a Misa, seguimos todos los preceptos, pero, decimos: “por favor no molestar”. Estos cristianos sin celo apostólico no sirven, egoístas, para sí mismo, sin ganas de dar la novedad de Jesús a los demás, no hacen bien a la Iglesia,
A esta se suma la enfermedad de la hipocresía. La que encontramos en las críticas a Jesús por haber curado en sábado. El formalismo, es decir al que le importa tener todos los certificados en regla, que sólo le interesan las formalidades. “No se puede” son las palabras que más usan. Y a esta gente la encontramos también en nosotros y también nosotros tantas veces hemos tenido pereza, o hemos sido hipócritas como los fariseos.
Isabel Margarita Garcés de Wallis
Gracias por comentario. Adicionalmente el paralítico tenía fe en el agua de la piscina,pero a no alcanzarla, confiaba. Sabiendo de su constancia,Jesús que es el templo de agua viva que profetiza Ezequiel, se acerca y lo sana.El ex enfermo lo proclama anta los sacerdotes mostrando su agradecimiento con valor, valor. Le aprecio tres virtudes: Fe,Agradecimiento y Valor.
Muchas gracias Samuel. Muy bueno tu comentario a la reflexión de hoy
Isabel Margarita: La reflexión que haces de este Evangelio,nos hace pensar en las excusas que buscamos para no llegar más allá de nuestro entorno. Es difícil, pero en el momento actual lo debemos hacer. Necesitamos interesar, sobre todo, a la juventud para que nos reemplace en la Misión de nuestro Movimiento. Saludos y cariñosos recuerdos
Lourdes. Estoy plenamente de acuerdo con tu aporte. Muchas gracias
MARAVILLOSO COMENTARIO ISABEL MARGARITA, LA BERNARDITA Y TODA TU FAMILIA DONDE ME INCLUYO. ME HIZO SUPER BIEN, EN ESTOS TIEMPOS TAN TRISTE
Greate article. Keep posting such kind of info on your page.
Im really impressed by it.
Hi there, You’ve done an incredible job. I’ll definitely digg it
and in my view recommend to my friends. I am confident they will
be benefited from this website.
P.S. If you have a minute, would love your feedback on my new website
re-design. You can find it by searching for «royal cbd»
— no sweat if you can’t.
Keep up the good work!