Una invitación semanal a darse un espacio para leer un trozo del evangelio y compartir una reflexión sencilla a partir de nuestras experiencias de la vida diaria.
Caminando Juntos
Cartillas de Reflexión
Un espacio abierto e interactivo, que pretende enriquecer a un número creciente de personas, especialmente quienes buscan respuestas para sus inquietudes espirituales.
14 Abr 18
Juan 6; 16-21,
«Vieron a Jesús caminando sobre el lago».
Al atardecer, bajaron sus discípulos a la orilla del mar; subieron a una barca y se dirigieron al otro lado del mar, a Cafarnaún. Había ya oscurecido, pero Jesús todavía no había llegado. Soplaba un fuerte viento y el mar comenzó a encresparse. Cuando habían remado unos veinticinco o treinta estadios, vieron a Jesús que caminaba sobre el mar y se acercaba a la barca; y sintieron miedo. Pero él les dijo: «Soy yo. No temáis. Quisieron recogerle en la barca, pero en seguida la barca tocó tierra en el lugar a donde se dirigían.
Cuando estamos en nuestros quehaceres cotidianos, y acostumbrados a lograr un resultado certero de nuestras acciones, resulta difícil imaginar que algo inusual suceda. Imaginemos a los Apóstoles navegando en una barca, en una ruta muy conocida por ellos, haciendo lo que de seguro sabían hacer,… navegar en aguas conocidas. Y de pronto,… el encuentro con Jesús.
Esta escena me impresiona no porque Jesús anduviese sobre las aguas, un hecho por demás milagroso en sí mismo, sino porque se acerca hacia sus discípulos y permite que ellos lo encuentren, justamente en el momento menos pensado y de la manera más sorpresiva. Así es, pienso yo, como muchas veces se nos aparece Jesús en nuestra vida. Aparece justo en medio de nuestro diario vivir, en condiciones que podrían pensarse como imposibles e impensables,… ¿por qué no decirlo?, milagrosas.
Cada uno de nosotros navega por la vida con destrezas adquiridas hace tiempo atrás, pero al ver la inmensidad de lo que nos rodea sentimos que estamos enfrentados a muchos riesgos, incluyendo el temor natural de encontrarnos con algo inesperado. Así es que cuando Jesús llega, nos impacta; particularmente si viene de manera inexplicable.
Seguramente a todos nos ha ocurrido más de una vez que en circunstancias muy difíciles en nuestra vida, de manera inesperada, ocurre algo que nos genera un fuerte recuerdo para siempre. Ese momento memorable, si es visto con los ojos del corazón, nos permitirá sentir y recibir el amor de nuestro Padre. Para mí, en una circunstancia muy particular de mi vida, estando sólo y de viaje, hace quizá más de 30 años atrás, me ocurrió algo que me marcó para siempre. Una experiencia personal en una eucaristía que por lo demás no tuvo nada de particular. Estoy seguro que en aquella oportunidad tuve un encuentro personal con Cristo, que me marcó para siempre.
El hecho en sí mismo no es nada relevante, sino que lo que lo hace relevante es que fue Jesús quién se acercó a mí. Porque de hecho yo creo que eso es lo que realmente sucede; es decir, no es tanto que nosotros vayamos en búsqueda de Dios, sino cómo Dios va en búsqueda de nosotros.
Y eso es lo hace de nuestra fe, algo tan preciado y a la vez tan único,… que todo aquel que cree que Jesús es nuestro Señor y que fue resucitado de entre los muertos, entonces ha sido hallado por Jesús, así como los Apóstoles que atónitos y asustados miraban desde su barca en aquella noche en las cercanías de Cafarnaún cómo Jesús se les acercaba.
Mi madre me llevaba a Misa y no me explicaba de que se trataba esos ritos, sentarse pararse, volver a sentarse era mi delicia, pasaron los años y al inicio de mi vida profesional en medio de un momento dificultoso, volví a ingresar a una iglesia, esta vez por mi propia voluntad….no vi luces ni estrellitas ni nada raro…………..pero la vida me cambió y se me despertó una vocación y un amor por mi trabajo impensado..un hecho sobrenatural que recuerdo con gran agradecimiento