Una invitación semanal a darse un espacio para leer un trozo del evangelio y compartir una reflexión sencilla a partir de nuestras experiencias de la vida diaria.
Caminando Juntos
Cartillas de Reflexión
Un espacio abierto e interactivo, que pretende enriquecer a un número creciente de personas, especialmente quienes buscan respuestas para sus inquietudes espirituales.
18 Abr 15
Juan 6, 22-29
“Trabajen, no por el alimento que perece, sino por el alimento que perdura para la vida eterna.”
Al día siguiente, la gente que se había quedado al otro lado del lago se dio cuenta que allí no había habido más que una barca y que Jesús no había subido con sus discípulos en la barca, sino que éstos se habían ido solos. Mientras tanto algunas lanchas de Tiberíades habían atracado muy cerca del lugar donde todos habían comido el pan. Al ver que ni Jesús ni sus discípulos estaban allí, la gente subió a las lanchas y se dirigieron a Cafarnaúm en busca de Jesús. Al encontrarlo al otro lado del lago, le preguntaron: «Rabí (Maestro), ¿cómo has venido aquí?» Jesús les contestó: «En verdad les digo: Ustedes me buscan, no porque han visto a través de los signos, sino porque han comido pan hasta saciarse. Trabajen, no por el alimento de un día, sino por el alimento que permanece y da vida eterna. Este se lo dará el Hijo del hombre; él ha sido marcado con el sello del Padre.» Entonces le preguntaron: « ¿Qué tenemos que hacer para trabajar en las obras de Dios?» Jesús respondió: «La obra de Dios es ésta: creer en aquel que Dios ha enviado.»
La Buena Nueva que me ha tocado compartir con ustedes expresa palabras como la barca, el pan o el alimento, la gente reunida y todos ellos, son símbolos de la presencia cercana y sencilla del Mesías. Para Jesús, Cafarnaúm no es cualquier punto de la geografía en Palestina, es su lugar preferido por lo que allí residía habitualmente. Y desde allí, nos hace ver que la verdadera vida tiene real y profundo sentido en la medida que salgamos de la pequeñez del instante, del quehacer del diario alimento material para nutrirnos en verdad del alimento del alma (Fe y Esperanza) que nos proyecte a la plenitud anhelada de llegar a nuestro Dios Padre.
Jesucristo, el Salvador, nos exhorta y acompaña hacia el compromiso desde la realidad donde nos ha tocado vivir, estando con nosotros, testimoniando una vida de sencillez, como lo fue en los inicios de la Iglesia en sus múltiples comunidades. En donde la actitud era vivir con lo suficiente y todo se compartía en solidario amor. Lo importante era comprender que más allá del afán diario, estaba el satisfacer el espíritu con la calidez del amor pleno emanando del Dios Padre. Son dos ámbitos, que tanto a los primeros cristianos como a los actuales, nos cuenta mucho asumir. Hoy, estamos inmersos en lo primero, la satisfacción del cuerpo, del goce individual y a la lucha egoísta por el éxito personal sin límite, insaciable. Se nos olvida nuestro compromiso de cambio de la actitud de vida y así dejamos entonces, de nutrirnos del alimento para el alma.
El alimento o la comida que permanece, el ágape como se menciona en la historia de la Iglesia nos compromete a prepararnos a la vida eterna. He ahí, el mensaje de Jesús: buscar seguidores con visión de futuro, que la vida tenga un real sentido de trascendencia, que salga de su rutina que la hace plana, sin contenido, sin razón de existencia. ¿Vivo solo para mí y el cercano entorno? o ¿Vivo porque mi Dios Padre me trajo para un fin específico (sentido de la vida) y me llama luego a volver a ÉL?
Buscamos en nuestro baúl y hallamos muchas cosas materiales, de valor temporal, pero que esconden emociones guardadas y experiencias de fe que deben brotan si nos damos el tiempo para ver con los ojos del corazón, como al partir el pan los discípulos de Emaús, lo reconocieron. ¿En qué están ahora, ustedes queridos hermanos?, ¿mirando sus éxitos y tesoros? o ¿buscando con sencillez el alimento que no acaba?
Nuestra sociedad “moderna” está girando descentrada, ha ido alejándose de la espiritualidad que el alma del hombre necesita para su desarrollo en plenitud. Hemos limitado o encerrado a Dios en las sacristías e iglesias. Vivimos con un gran vacío que vanamente se trata de satisfacer con escapismos fugaces placeres, lujos exóticos, alcoholismo, drogas, autoengaños, cambios de lugares, parejas, estudios, hobbies, etc. en fin, con alimentos para el cuerpo que rápidamente se pierden o esfuman y no con el alimento verdadero que nos vino a ofrecer Jesús.
Lo anterior me recuerda un trozo del canto dedicado a la Iglesia en una visita del santo papa peregrino Juan Pablo II que dice: “…Danos hoy hambre de Dios, aliméntanos Señor, y que el fruto de tu amor, nos de la paz, nos del Amor…el pan que compartimos es verdadera comunión…”
Finalmente, los invito a recordar lo que apóstol Juan, el amigo inseparable, fiel y querido de Jesús, nos señala a continuación de la lectura de esta semana, cuando en forma precisa, sin rodeos, nos señala en boca de Jesús: “Yo soy el pan de vida: el que á mí viene, nunca tendrá hambre; y el que en mí cree, no tendrá sed jamás” (Jn. 6, 35) y, más adelante, reitera: “Yo soy el camino, la verdad y la vida. Nadie llega al Padre sino por mí”. (Jn. 14,6).
Revisemos nuestro andar, afanes y metas a luz de lo que nos dice el Evangelio de hoy. ¿Cómo estamos? ¿Buscamos acercarnos a Dios con el alimento del alma? ¿Estamos cerca o lejos de Jesús, esto es del Camino, el único?
Muy acertado el comentario de David. Vivimos en un mundo cuya brújula ha perdido el norte. Por falta de nuestro referente,que es Jesús, damos vueltas en el bosque tratando de encontrar un camino, pero nos negamos a aceptar que Él es camino, verdad y vida. La carencia de ética,valores y principios morales no augura sino un final terrible. Vale la pena predicar con el ejemplo,sólo así encontraremos a Jesús y por su medio al Padre y al Espíritu Santo.
Que tarea este evangelio, se ve difícil, pero no imposible de aplicar, solo hay que ponerse en manos de nuestro buen amigo JESÜS y todo se puede.
Bernardo, mi esposo y yo, tenemos la certeza que con lo que tenemos es mas que suficiente, nuestra sencillez, humildad y gran agradecimiento al PADRE, podemos decir con humildad que tratamos de Ser y no de TENER y estar dispuestos para servir y entregar.
En nuestro entorno vemos lo contrario mientras mas se tiene mas desea, solo nos queda observar la tragedia del Norte de nuestro país y darnos cuenta que en segundos se pierde lo material, si fortalecemos nuestro espíritu con el alimento de CRISTO nos podemos mantener de pie
Gracias Silvio,…como diría un gran caminante marista Marcelino Champagnat…adelante pero juntos en familia (Iglesia en camino)
María: Paz y Bien,
Gracias por compartir tu reflexión que hace eco en tu vida junto a Bernardo.
Ciertamente es un reto pero alcanzar la meta nos da el gozo de sentirnos y entregarnos por entero al Señor de la Vida y al Amor de los Amores,
¡Viva Jesucristo!
Bendiciones
David