Una invitación semanal a darse un espacio para leer un trozo del evangelio y compartir una reflexión sencilla a partir de nuestras experiencias de la vida diaria.
Caminando Juntos
Cartillas de Reflexión
Un espacio abierto e interactivo, que pretende enriquecer a un número creciente de personas, especialmente quienes buscan respuestas para sus inquietudes espirituales.
19 Abr 10
Juan 6, 22-29
«Trabajad, no por el alimento que perece, sino por el alimento que perdura para la vida eterna» .
Después que Jesús hubo saciado a cinco mil hombres, sus discípulos lo vieron caminando sobre el lago. Al día siguiente, la gente que se había quedado al otro lado del lago notó que allí no había habido más que una lancha y que Jesús no había embarcado con sus discípulos, sino que sus discípulos se habían marchado solos. Entretanto, unas lanchas de Tiberíades llegaron cerca del sitio donde habían comido el pan sobre el que el Señor pronunció la acción de gracias. Cuando la gente vio que ni Jesús ni sus discípulos estaban allí, se embarcaron y fueron a Cafarnaún en busca de Jesús. Al encontrarlo en la otra orilla del lago, le preguntaron: «Maestro, ¿cuándo has venido aquí?» Jesús les contestó: «Os lo aseguro, me buscáis, no porque habéis visto signos, sino porque comisteis pan hasta saciaros. Trabajad, no por el alimento que perece, sino por el alimento que perdura para la vida eterna, el que os dará el Hijo del hombre; pues a éste lo ha sellado el Padre, Dios.» Ellos le preguntaron: «Y, ¿qué obras tenemos que hacer para trabajar en lo que Dios quiere?» Respondió Jesús: «La obra que Dios quiere es ésta: que creáis en el que él ha enviado.»
Después de la multiplicación de los panes la gente se dio cuenta que Jesús ya no estaba con ellos y que tampoco se había ido con sus discípulos y, claro, el pueblo quería más, siempre quiere más.
Cuando lo encontraron querían saber cómo había llegado allí. No era que se interesaran en conocer esa respuesta. No lo buscaban por ser El quien era, sino que por los prodigios que él hacía.
Hay que imaginarse lo que para ese pueblo significaba que Jesús, el hijo del carpintero y de la joven María, o sea un simple mortal como ellos, lograra producir de cinco panes y dos pescados comida para esa multitud. Era algo increíble recibir alimento sin tener que prodigarse para conseguirlo. Resultaba tan fácil que sin trabajar se lograra obtener esa comida que, al igual que el maná, era como pan caído del cielo.
Algo había en ese hombre de apariencia sencilla pero que lograba esos tremendos resultados. A la gente le gusta el circo, la farándula, la magia. También ahora por medio de cadenas, amuletos y jaculatorias creemos que podemos obtener favores, dinero, amor y tantas otras cosas.
Para conseguir algún favor de Dios tenemos que trabajar. No se trata de quedarse esperando el milagro que seguramente nunca llegará. Debemos trabajar en lo que esté de nuestro alcance, luchando contra la adversidad y ayudando en lo que podamos a nuestros hermanos en desgracia. Especialmente ahora en nuestro país que ha sufrido una de las mayores catástrofes mundiales. Si a nosotros no nos ocurrió gran cosa hay otros y muchos, a decir verdad, que lo perdieron todo. No sólo lo material, como esa casa que les costó tanto construir, supuestamente para toda la vida y que en cuatro minutos se derrumbo junto con los sueños de futuro. Pensemos que no solo lo material lo han perdido, también ha sido lo espiritual. Han perdido la fe. Muchos se han preguntado: ¿Por qué nosotros?, ¿qué hicimos mal?, ¿por qué este castigo?
En circunstancias como las que vivimos en Chile, lo que las personas necesitan es compañía, que otros se preocupen de ellas. Tal vez no requieran ni alimento, ni ropa. A Dios gracias, ha habido mucha cooperación de muchos países hermanos, empresas y particulares. Lo que realmente está faltando es compañía, un oído atento que les escuche sus preocupaciones, les oiga sus planteamientos, en último término se ponga en el lugar del otro y se pregunte: ¿Qué haría Jesús en mi lugar?
El Padre Hurtado nos decía que hay que dar hasta que duela. ¿Estamos haciéndolo?
Estimado Percy, muchas gracias por tu reflexión tan apropiada, tan profunda hasta el tuétano, cuestiona, ilumina, anima.
Nosotros por acá en Río también pasamos por momentos de tragedia por la lluvia. Y nos tenemos que preguntar como tú nos enseñas: ¿estamos haciéndolo?
abrazos de la amiga
Davina
¡¡Qué buena tu reflexión, Percy!!, es importante el pan de cada día, pero el que sacia es el pan de Dios. Pan que no se ve, que no se siente en la boca, pero que calma el alma, calienta el interior, pan que ilumina la mente y hace correr por nuestras venas AMOR, solidaridad, comprensión, perdón…sabiduría entre tantas otras cosas que necesitamos para poder vivir en paz Y SER FELICES ( ALEGRÍA SERENA). Cuando el amor crece dentro nuestro, colma nuestras necesidades básicas y más aún, y es señal de que Dios ocupa nuestro interior y no el demonio, que es ambicioso, egoísta, celoso, peleador, revanchista, nos sumerge en la tristeza, en la desesperanza, en el frío del miedo que paraliza. Que sepamos ser fieles y seguir a Jesús, que nos llama siempre desde nuestro corazón. GRACIAS y cariños.