Una invitación semanal a darse un espacio para leer un trozo del evangelio y compartir una reflexión sencilla a partir de nuestras experiencias de la vida diaria.
Caminando Juntos
Cartillas de Reflexión
Un espacio abierto e interactivo, que pretende enriquecer a un número creciente de personas, especialmente quienes buscan respuestas para sus inquietudes espirituales.
24 Abr 12
Juan 6, 52-59
«Mi carne es verdadera comida, y mi sangre es verdadera bebida«
En aquel tiempo, disputaban los judíos entre sí: «¿Cómo puede éste darnos a comer su carne?» Entonces Jesús les dijo: «Os aseguro que si no coméis la carne del Hijo del hombre y no bebéis su sangre, no tenéis vida en vosotros. El que come mi carne y bebe mi sangre tiene vida eterna, y yo lo resucitaré en el último día. Mi carne es verdadera comida, y mi sangre es verdadera bebida. El que come mi carne y bebe mi sangre habita en mí y yo en él. El Padre que vive me ha enviado, y yo vivo por el Padre; del mismo modo, el que me come vivirá por mí. Éste es el pan que ha bajado del cielo: no como el de vuestros padres, que lo comieron y murieron; el que come este pan vivirá para siempre.» Esto lo dijo Jesús en la sinagoga, cuando enseñaba en Cafarnaún.
¿Cómo este hombre va a darnos de comer su carne? En tiempos de Jesús, el pueblo se reunía en banquetes religiosos, donde se comían carnes sacrificadas en el templo. De acuerdo a esta costumbre, el Señor se vale de este ejemplo para simbolizar su mensaje, sin embargo se asombran y escandalizan con esta propuesta metafórica en la cual quiere explicar que Él es el Pan que baja del cielo, que nos trae un cambio definitivo y trascendente a diferencia del “maná” que calmó el hambre transitoria del pueblo para seguir todo igual, dando la espalda a Dios.
¿Qué nos pasa hoy?, ¿Qué transformación experimentamos cuando nos acercamos al altar a compartir el Banquete Pascual del Pan y el Vino?. ¿Sentimos en el fondo del alma la transubstanciación que vive Jesús ante nuestros ojos? Recuerdo el día de mi primera Eucaristía, la gran preparación que hice en mi infancia para recibir al Señor cuando era un niño de 9 años. La emoción de sentir el Pan en mí, recuerdo que ha quedado grabado eternamente. Después al crecer, dejé de recibirlo muchos años, por considerarme indigno, hasta volver a sus brazos y no abandonarlo más. ¿Cuál es nuestro Pan actual? ¿me nutre el alma para ser todo en Jesús? Debo reconocer con amargura, que muchas veces lo he guardado, se ha endurecido, se ha llenado de moho. No he sido capaz de partirlo y compartirlo. Hemos estado tan ciegos como los discípulos de Emaús sin reconocer a Jesús en la calzada. La invitación al banquete es un maravilloso misterio renovador que debemos trabajar mas intensamente para tener certeza de que la carne que comemos es la del Cristo Resucitado, transformado por el Espíritu Santo y que nos da nueva vida, aquella que debemos experimentar en todo momento para crecer en el amor por la construcción del Reino. Si Jesús nos dijo el último jueves de su vida humana “El que coma de este pan vivirá para siempre”…entonces ¿qué duda nos cabe?
La Comunión es la renovación del compromiso de vivir en Jesús, cierto es que muchas veces en nuestras vidas nos alejamos del “pan de la palabra”, del “pan de vida”, que da alimento al espíritu. ¡Pero, qué bueno es tener la posibilidad de reanudar el camino!, Jesús siempre nos otorga esa oportunidad.
Sr. Lira, gracias por su profundo comentario, denota una gran sensibilidad.