Una invitación semanal a darse un espacio para leer un trozo del evangelio y compartir una reflexión sencilla a partir de nuestras experiencias de la vida diaria.
Caminando Juntos
Cartillas de Reflexión
Un espacio abierto e interactivo, que pretende enriquecer a un número creciente de personas, especialmente quienes buscan respuestas para sus inquietudes espirituales.
09 May 14
Juan 6, 52 – 59
“Mi carne es verdadera comida y mi sangre
es verdadera”
“Discutían entre sí los judíos y decían: ¿’Cómo puede éste darnos a comer su carne?” Jesús les dijo: ‘En verdad, en verdad os digo: si no coméis la carne del Hijo del hombre, y no bebéis su sangre, no tenéis vida en vosotros. El que come mi carne y bebe mi sangre, tiene vida eterna, y yo le resucitaré el último día. Porque mi carne es verdadera comida y mi sangre verdadera bebida. El que come mi carne y bebe mi sangre permanece en mí, y yo en él. Lo mismo que el Padre, que vive, me ha enviado y yo vivo por el Padre, también el que me coma vivirá por mí. Este es el pan bajado del cielo, no como el que comieron vuestros padres, y murieron; el que coma este pan vivirá para siempre’. Esto lo dijo enseñando en la sinagoga de Cafarnaúm”.
La elección para este trozo ha sido motivada por un suceso de hace muchos años, cuando yo todavía trabajaba en ISER (Instituto de Estudios de Religión). En una mesa interreligiosa, nuestra Iglesia fue cuestionada sobre canibalismo, lo que nos dejó a tod@os perplej@os, incluso la que representaba al catolicismo, por segundos sin palabras. No recuerdo su respuesta.
La cuestión que propuso la señora (no cristiana) es semejante a la de los judíos del texto, ambas, por lo que nos cuenta Juan, sin mala intención, pura perplejidad. En parte o muchas veces nuestra Iglesia, sea por el magisterio, teólogos, estudiosos en general, no aclara lo suficiente qué quería decir Jesús. Por supuesto, es muy difícil.
Otra experiencia profunda me ha pasado y me apaciguó fue cuando hacía el curso de Teología en la Pontificia Universidad Católica de Rio y un gran maestro, teólogo jesuita, que daba clases en la Universidad Gregoriana, Roma, consultas en al entonces Cardenal Ratzinger y compañeros, nos declaró que no le gustaba la expresión “transubstanciación” que se presta a confusiones. Según él, cuyo nombre guardo en mi corazón y ojalá en el Reino escuche nuestra gratitud, la palabra más exacta, digamos, sería “transignificación”, pese que no haya cuajado en la Tradición.
¿Por qué? Nos preguntaba él y contestaba: el pan no cambia su substancia, sigue como pan, lo mismo con el vino. Lo que cambia profunda y definitivamente es su significado concreto, no sólo simbólico: “si no coméis la carne del Hijo del hombre, y no bebéis su sangre no tenéis vida en vosotros”. El pan y el vino son transfigurados por el Espíritu en la vida, muerte, resurrección de Jesucristo. Y cuando participamos de la Eucaristía participamos verdaderamente de la vida y vida eterna de Jesús.
No todos los cristianos sentimos igual la Eucaristía, es indispensable que nos respetemos, escuchemos las inquietudes de unos y otros, en diálogo fecundo y mutuamente enriquecedor.
Para nosotros, católicos apostólicos de tradición romana, por la Eucaristía, participamos de la vida de la comunión de los santos, nos unimos todos en el anticipo de lo que vendrá, el Reino donde Dios pondrá su morada entre nosotros y seremos tod@s su pueblo… Y enjugará toda lágrima y no habrá ya muerte ni habrá llanto, ni gritos ni fatigas, porque el mundo viejo ya ha pasado” (Ap. 21, 3-4).
Amén.
Hola
creo que vale la pena un alcance al comentario de Davina.
No soy especialista (siempre enseñé Moral y no Dogma), pero es claro que la lectura del texto que ella recoge (de su profesor y si no me equivoco de los teólogos luteranos) es sin duda la más «tragable» en cuanto comprensible. ¿a quién puede incomodarle que algo físico (pan y vino) cambie de significado. Es la lectura simbólica del texto y como tal mucho más fácil de enseñar. Creo que goza de una callada simpatía, que Davina no teme suscribir, pero que para muchos no es la correcta simplemente porque no ha sido la del Magisterio y la Tradición, tal como aparece en el Catecismo: se mantienen los accidentes y cambia la substancia, del pan y del vino y por tanto, sin su substancias, esos accidentes ya no son ni pan ni vino.
Dura doctrina. Por cierto. Y por ello siempre se ha enseñado que hay que mirarla «con los ojos de la fe» .Lo cual arrincona las lecturas transgresoras.
No sé cuál es el estado de la discusión actual.
Davina ¿rompe un tabú o recoge una discusión abierta?
Me parece que el Catecismo holandés fue pionero de la lectura «transgresora» pero en un lenguaje que sin tocar la discusión sin duda abre camino a la lectura simbólica.
Lamento no poder aportar más, pero que se abra la discusión entre laicos me parece interesante.
Cariñosos saludos, para ustedes y para Davina.
Pedro