Una invitación semanal a darse un espacio para leer un trozo del evangelio y compartir una reflexión sencilla a partir de nuestras experiencias de la vida diaria.
Caminando Juntos
Cartillas de Reflexión
Un espacio abierto e interactivo, que pretende enriquecer a un número creciente de personas, especialmente quienes buscan respuestas para sus inquietudes espirituales.
21 Abr 18
Juan 6, 60-69
¿A quién vamos a acudir? Tú tienes palabras de vida eterna.
«Muchos de sus discípulos, al oírle, dijeron: «Es duro este lenguaje. ¿Quién puede escucharlo?» Pero sabiendo Jesús en su interior que sus discípulos murmuraban por esto, les dijo: «¿Esto os escandaliza? ¿Y cuando veáis al Hijo del hombre subir adonde estaba antes?… . «El espíritu es el que da vida; la carne no sirve para nada. Las palabras que os he dicho son espíritu y son vida. «Pero hay entre vosotros algunos que no creen.» Porque Jesús sabía desde el principio quiénes eran los que no creían y quién era el que lo iba a entregar. Y decía: «Por esto os he dicho que nadie puede venir a mí si no se lo concede el Padre.» Desde entonces muchos de sus discípulos se volvieron atrás y ya no andaban con él. Jesús dijo entonces a los Doce: «¿También vosotros queréis marcharos?» Le respondió Simón Pedro: «Señor, ¿donde quién vamos a ir? Tú tienes palabras de vida eterna, y nosotros creemos y sabemos que tú eres el Santo de Dios.»»
Durante los últimos días, e incluso durante la reciente visita del Padre, se ha hablado mucho en mi país, Chile, de los abusos sexuales que sacerdotes han realizado en niños chilenos. ¡¡¡¡Nuestros niños¡¡¡ y más doloroso aun fue cuando el mismo Papa defendió a uno de los sospechosos. No sé cuántos católicos se perdieron en estos primeros meses de 2018, pero sí sé que son muchos….
Son en esos católicos en los que pensé al leer la pregunta que Jesús hace (nos hace) en el Evangelio que estoy comentando: «¿También vosotros queréis marcharos? Es el Señor que nos pregunta, ¡¡¡que TE pregunta!!!! sí lo quieres abandonar, en los momentos en que se nos exige estar más cercanos aun a Él, en esos momentos que la gran mayoría prefiere abandonar, porque cuesta seguir a Cristo cuando la sociedad condena a muchos seguidores, algunos con justa razón por sus actos.
Esta suciedad que emana de los actos de aquellos en los que se confiaba no solo salpica a católicos, ciertamente, sino a todo el que cree, porque se nos identifica con aquellos que han cometido estos actos abominables. Y obviamente no queremos ser salpicados de todo eso….
Me puedo imaginar a Cristo comentar con tristeza «Pero hay entre vosotros algunos que no creen», porque son muchos lo que se olvidan o abandonan a Dios… y no hablo solamente de abusadores y pederastas, sino de nosotros mismos, que abandonamos nuestra misión, para ir en busca de entornos mejores. Al huir de esta fe podemos ver que probablemente no creíamos en Cristo, sino en los llamados “representantes” de El en la tierra. Al caer ellos, la fe cae.
Pero Cristo nos lo dice en este pasaje: “El espíritu es el que da vida; la carne no sirve para nada. Las palabras que os he dicho son espíritu y son vida”. Debe ser nuestra fe en uno más grande que cualquier ser humano en la tierra -tenga la investidura que tenga- y sus enseñanzas vertidas en los Evangelios, lo que debe sostenernos unidos y fortalecidos. La Iglesia somos todos y cada uno. Si alguno falla, debería haber miles que felices prediquemos el amor de Cristo en la tierra. Si uno es tentado, cientos debemos dar testimonio de que Jesús vive en nuestro corazón.
El llamado en esta reflexión es a no abandonar a Dios, porque podrán existir muchos hombres y mujeres que dicen creer en El (consagrados y no consagrados) pero a quien debemos seguir es a Jesús mismo, tal como lo dice Simón Pedro con tan sabias palabras: «Señor, ¿donde quién vamos a ir? Tú tienes palabras de vida eterna, y nosotros creemos y sabemos que tú eres el Santo de Dios».
Cabe preguntarse entonces, ¿qué palabras son las que estamos escuchando que no nos llevan a Dios o nos hacen abandonar?…¿la de nuestro orgullo herido por estar en una iglesia que ha sido vejada y humillada por quienes no han creído?, ¿la de aquellos en los que confiamos tanto que olvidamos que ellos no eran el mensaje sino unos simples mensajeros?, ¿la de nuestro corazón que nos dice que Cristo es y debe ser nuestro modelo y único Padre?
Que el Señor los bendiga a todos, miembros de una sola Iglesia, la de Dios Padre, Hijo y Espíritu Santo
Varias cosas terrenales me pregunto ¿Quien dice que Barros es culpable? el ha dicho entre sus fieles que es inocente ¿porque tendremos que dudar de su palabra?
¿cuantos nos abandonaron si los que mas critican son feligreses que van a misa solo en navidad o semana santa? de todos los católicos chilenos un bajo porcentaje asiste regularmente los domingos (algunos dicen que menos de un 20%) ¿Quien abandonó a quien?…..de los que vamos ¿cuántos rezamos por los pastores para que se conserven fieles y santos…para que sus santos manos consagren al Cristo bueno?…..¿cuántos rezamos o leemos la Santa Palabra a diario….¿Cuantos buscamos nutrirnos diariamente escuchando voces inspiradoras como las de la Radio María? ¿cuantos perdemos el tiempo escuchando noticias música o programa mundanos insulsos? ¿cuantos oramos a diario buscando en el corazón las delicias del Señor? o sea cuántos ¿oramos por los que no oran?
Jesús sabia y sabe lo que hay en nuestro interior…sabe que le abandonamos en el pensamiento, sabe que no le ponemos en el primer lugar….sabe que nuestro primeros lugares son el Dios que tenemos en el estomago, en la entretención en los placeres, viajes y compras….SABE NUESTRO INTERIOR….por eso es que se alegra tanto cuando le visitamos en el sagrario, cuando nos persignamos al pasar frente a una iglesia, cuando le hablamos en el silencio y nos confiamos a sus designios cuando regresamos a su misericordia….
Para un cristiano la propia existencia es siempre el perfeccionamiento moral. Todo lo demás, lo que le proporciona la palabra de Dios y la Iglesia, resulta ser el medio para llegar a esta meta principal.
Un cristiano permanece dentro de la Iglesia, no se separa de este organismo viviente, participa en los sacramentos, practica la ascesis en su vida personal, anhela ser salvo, acepta las enseñanzas de los Santos Padres de la Iglesia y aprende de sus vidas y testimonio ascético.
Un cristiano no juzga a sus hermanos y hermanas espirituales, independientemente de los errores que puedan haber cometido, no los condena. Siente que pertenece a una familia, que no está solo dentro de la Iglesia. La felicidad de los demás es su propia felicidad y el dolor de los demás es su propio dolor, su amor es una comunión de amor y su fe una unidad de fe.
El ser humano es cambiante y esto significa que se altera y que es herido a lo largo de su vida. En consecuencia, él peca. El pecador está espiritualmente enfermo. En consecuencia, el pecado debe verse dentro de un marco terapéutico y de curación. El gran médico y sanador es Cristo.
Cristo limpia, cura y venda las heridas. Dentro de este marco debemos considerar el arrepentimiento, la confesión y las indicaciones y enseñanzas espirituales. El reconocimiento, el arrepentimiento, la penitencia, la metania, la ascesis, todo eso es parte de la terapia.
Hay que vivir de acuerdo con los mandamientos de Dios con celo y resolución. Cada vez que se tropieza y cae, se levanta, recupera y retoma el buen camino. Nadie se salva solo, por eso el cristiano se interesa y actúa por el bienestar de los otros.
La corona y fruto de todas las virtudes, de todo crecimiento y esfuerzo, es el amor. Este don, que solo puede ser dado por Dios, es la meta de toda la preparación y práctica espiritual.
Cristo reveló a sus discípulos los secretos del Reino y la Realeza de Dios (poder y gloria), Santa Trinidad; para la comprensión de la Iglesia como comunidad de personas que están conectadas entre sí con amor.