Una invitación semanal a darse un espacio para leer un trozo del evangelio y compartir una reflexión sencilla a partir de nuestras experiencias de la vida diaria.
Caminando Juntos
Cartillas de Reflexión
Un espacio abierto e interactivo, que pretende enriquecer a un número creciente de personas, especialmente quienes buscan respuestas para sus inquietudes espirituales.
19 Mar 12
Juan 7, 1-2; 10, 25-30
”Intentan agarrarlo, pero todavía no había llegado su hora”
Después de esto, Jesús andaba por Galilea, y no podía andar por Judea, porque los judíos buscaban matarle. Pero se acercaba la fiesta judía de los Tabernáculos en Jerusalén. Pero después que sus hermanos subieron a la fiesta, entonces él también subió no manifiestamente, sino de incógnito. Decían algunos de los de Jerusalén: «¿No es a ése a quien quieren matar? Mirad cómo habla con toda libertad y no le dicen nada. ¿Habrán reconocido de veras las autoridades que este es el Cristo? Pero éste sabemos de dónde es, mientras que, cuando venga el Cristo, nadie sabrá de dónde es.» Gritó, pues, Jesús, enseñando en el Templo y diciendo: «Me conocéis a mí y sabéis de dónde soy. Pero yo no he venido por mi cuenta; sino que es veraz el que me ha enviado; pero vosotros no le conocéis. Yo le conozco, porque vengo de él y él es el que me ha enviado.» Querían, pues, detenerle, pero nadie le echó mano, porque todavía no había llegado su hora.
El relato de la vida de Jesús según Juan es diferente de los otros tres evangelios. Según Juan, Jesús fue por lo menos dos o tres veces a Jerusalén para la fiesta de la Pascua, -en este fue a escondidas, puesto que en Judea, los judíos querían matarle-, mientras que los otros evangelistas dicen que Jesús sólo fue a Jerusalén cuando fue detenido y le llevaron a la muerte.
A lo largo de los 12 primeros capítulos de su evangelio, San Juan va revelando la verdad que Jesús enseñaba de sí mismo a los discípulos y a la gente, lo que podemos imaginar que fue haciendo crecer la oposición de las autoridades contra El, hasta el punto de decidir su condena a muerte.
Jesús nos habla de su origen. No vino por su propia voluntad, sino como todo profeta, lo hizo para obedecer a una vocación. En el evangelio de Juan podemos concluir que quien determina la hora y el rumbo de los acontecimientos no son los que tienen el poder, sino que es Jesús mismo, tanto del momento de su detención como en la hora de su muerte.
Hoy todo se somete a «tests»: los aparatos electrodomésticos para verificar la relación «calidad-precio»; las posibilidades técnicas de los últimos descubrimientos; las facultades intelectuales de los estudiantes o la capacidad de adaptación de un empleado. O se acorrala a un candidato para comprobar su capacidad de resistencia y los medios de su política. En tiempos de Jesús no era diferente. Los jefes religiosos trataron de acorralarlo, pero Él no cedió a sus presiones. Por lo contrario declara que conoce a Dios y se da el nombre de Hijo del Señor. Esta fue la consigna de los jefes religiosos para acorralar a Jesús. Sabiendo que no se volvería atrás, determinan que Jesús es peligroso, y es preferible que muera uno sólo antes que todo el pueblo.
Pero, en el mismo momento en que es acosado, odiado, aislado, Jesús se sabe amado. Es un hombre lleno de paz aunque esté rodeado de hombres rencorosos, porque vive su relación con el Padre.
Desde siempre y hasta nuestros días Jesús resulta molesto a mucha gente. Es el prototipo del justo que resulta incómodo y cuyo testimonio se quiere silenciar. Igual persecución puede sufrirla cualquiera que diga lo que no gusta, o por denunciar injusticias o situaciones que afectan a intereses de poderosos. Nos puede pasar a cada uno de nosotros, si con nuestra vida damos un testimonio de valores diferentes, o porque no concordamos con lo que está de moda, o de lo que dicen las estadísticas sociológicas. O sea, si damos testimonio del evangelio de Jesús, que no coincide con el del mundo.
Hoy nuestra sociedad, sometida a cambios acelerados, convulsivos y a la vez globales, vive una situación que lleva a la desesperanza. El desánimo, la falta de utopías y de líderes, el consumismo, la falta de idealismo, especialmente de los jóvenes, nos hace sentir lejos de una vida que merezca verdaderamente la pena. Asistimos como espectadores impotentes a unas transformaciones que deja sin piso valores e instituciones que antes eran considerados fundamento de nuestra cultura: la familia, la solidaridad, el respeto por la vida del otro y de la otra. ¿De dónde vendrá la salvación?
Tal vez no lleguemos a ser perseguidos físicamente, pero sí desacreditados y criticados por buscar la coherencia de vida con nuestra fe. No temamos ser fieles a Cristo, porque si Él está con nosotros, ¿quién contra nosotros?
Isabel Margarita Garcés de Wallis
Que razón tiene Isabel Margarita en su comentario cuando dice que Jesús incomoda a mucha gente, yo creo ques por que en su interior reconocen que no están obrando con el bien, y hay gobiernos de muchos paises que ellos mismos adormecen la conciencia de los hombres aprobando leyes que son contrarias a la creación de Dios, el hombre se cree tan poderoso que quiere doblarle legalmente la mano a Dios, que locura!!
Criticados, perseguidos, y castigados, por un ideal; por seguir la verdad y la justicia, han sido, son y serán miles en el mundo. Jesús, sin lugar a dudas fue uno de ellos. ¿Pero se podrá acallar el amor y la verdad, aún con la muerte?. Definitivamente no, la “verdad” resurge fortalecida tras la opresión, como la verdad inexorable que compartimos todos los cristianos,: “Dios en la tierra a través de su hijo Jesucristo”.
Jesús nos mostró la Palabra, que como dice Juan en su evangelio “La Palabra” ha existido desde siempre, porque es Dios. Las autoridades de la época resienten la presencia de Jesús y lo consideran peligroso, probablemente la razón fue, que les resultaba tremendamente amenazante a sus poderes.
Quien habla en la actualidad de justicia, verdad y amor es muchas veces considerado “un tonto, aburrido y pasado de moda”, es más entretenido contar sobre logros económicos, hablar de sexo, “carretes”, cirugías estéticas, temas discutidos recurrentemente en muchas reuniones sociales, que se promocionan y valoran como “importantes”. Hablar de Dios resulta totalmente anacrónico. (Lo paradojal es que se advierte una gran necesidad de Él).
Lo que impacta en la vida de Jesús y que nos es tan difícil practicar, (si queremos seguir su ejemplo) es su respuesta ante la violencia y al odio que genera en sus coetáneos; con amor, con paz, con perdón y sin deseos de venganza.
Existe sí la esperanza, el consuelo; de que entre muchas personas que permanezcan indiferentes a La Palabra, habrá siempre una que abrirá su corazón a ella. Esto es lo que hace que valga la pena asumir la misión de vivir en Jesús.
Me ha calamdo el espìritu la lectura del evangelio de Juan, cuando se puede comprender que nada de lo que nosotros mortales,decidamos con respecto a la omnipotencia, depende de nosotros, sino que sòlo Dios determina el camino.
Tambien me agrada mucho que exista una red de laicos que se comunica y liga a travès de internet.