Una invitación semanal a darse un espacio para leer un trozo del evangelio y compartir una reflexión sencilla a partir de nuestras experiencias de la vida diaria.
Caminando Juntos
Cartillas de Reflexión
Un espacio abierto e interactivo, que pretende enriquecer a un número creciente de personas, especialmente quienes buscan respuestas para sus inquietudes espirituales.
30 Mar 14
Juan 7,1-2; 10, 25-30
«Intentaban agarrarlo, pero todavía no había llegado su hora«
En aquel tiempo, recorría Jesús la Galilea, pues no quería andar por Judea porque los judíos trataban de matarlo. Se acercaba la fiesta judía de las tiendas. Después que sus parientes se marcharon a la fiesta, entonces subió él también, no abiertamente, sino a escondidas.
Entonces algunos que eran de Jerusalén dijeron: «¿No es éste el que intentan matar? Pues mirad cómo habla abiertamente, y no le dicen nada. ¿Será que los jefes se han convencido de que éste es el Mesías? Pero éste sabemos de dónde
viene, mientras que el Mesías, cuando llegue, nadie sabrá de dónde viene.» Entonces Jesús, mientras enseñaba en el templo, gritó: «A mí me conocéis, y conocéis de dónde vengo. Sin embargo, yo no vengo por mi cuenta, sino enviado por el que es veraz; a ése vosotros no lo conocéis; yo lo conozco, porque procedo de él, y él me ha enviado.» Entonces intentaban agarrarlo; pero nadie le pudo echar mano, porque todavía no había llegado su hora.
El Evangelio que comentamos hoy nos dice que Jesús no es capturado “porque todavía no había llegado su hora”. Es éste uno de los temas más recurrentes en el evangelio de San Juan: la hora de Cristo, y en las que enfocaré este comentario.
La hora de Cristo es una hora que no es suya, no está impuesta por Él, sino que es la hora que el Padre le ha impuesto, y mientras no llegue ese momento, Jesús va a vivir, pero en el momento que esa hora llegue, Él va a ser entregado a sus enemigos.
Esta es una disposición interior que nosotros tenemos que llegar a tomar: la disposición interior de aceptar la hora de Dios sobre nuestra vida.
Perdónenme por referirme a algo absolutamente personal. Poco más de un mes atrás perdí a uno de mis queridos hermanos. Siendo muy joven sufrió un accidente vascular que lo tuvo 34 años hemipléjico y afásico. ¿Cuántos planes se vieron frustrados en su vida, junto con la de todos los que lo rodeamos? ¿Cuántas veces nos preguntamos por qué Dios no se acordaba de él? Pero a pesar de todo su sufrimiento, seguía luchando porfiadamente. Ahora me es fácil de entender que no había llegado su hora.
Podríamos decir que es la vida la que nos va guiando. ¿Quién de nosotros no tiene planes?, y ¿cuántas veces esos planes se rompen, se quebrantan precisamente cuando pensamos que más falta nos hacen?
Este aspecto de nuestra vida requiere que aprendamos a encontrar y aceptar, en nuestra voluntad, lo que Dios nos pide. No como quien se resigna, sino como quien libre y voluntariamente se conecta con Dios. Ciertamente que no es fácil. Quizá ése es el punto más difícil de llegar a comprender. Podemos entender determinadas situaciones positivas, incluso algunas negativas, pero es difícil cuando sentimos la impotencia, cuando pensamos que el alma se nos rompe o que nuestra voluntad no termina de obedecernos, no termina de ubicarnos y orientarnos hacia dónde ir, que nuestra inteligencia no ve más allá, no sabe por dónde llevarnos y termina arrastrando nuestra voluntad.
Jesús vivió la experiencia de estar rodeado de odio, acorralado. Tal como Jesús, todos hemos vivido la experiencia de saber que hay gente que está en nuestra contra, que busca dañarnos. Es ahí donde nos resuenan las palabras: “si soy justo…, honrado…, bueno… ¿por qué Dios permite esto?
Es tiempo de Cuaresma, que nos ofrece la posibilidad de fortalecer nuestra voluntad. Cada uno en su ambiente, en su lugar, con sus circunstancias preguntémonos si estamos viviendo según nuestra hora, según la voluntad de Dios o según nuestra voluntad.
Isabel Margarita Garcés de Wallis
Muy bien Isabel! Me ha servido para una buena reflexión tu comentario
Gracias Isabel Margarita por tu hermoso testimonio que nos hace entender mejor «La Hora de Cristo», en nuestra propia existencia, una idea que muchas veces nos atormenta, pero que debemos vivirla desde la mirada de la fe y el amor de Dios.
Este evangelio de Juan, es lo que a diario converso con mi esposa, ya que somos un matrimonio de tercera edad en la que ya hemos completado la etapa de la formación de los hijos y ahora disfrutamos la tranquilidad del descanso viviendo en una parcela, lejos de la gran ciudad. Pasa el tiempo en este vivir y no podemos dejar de preguntarnos ¿Cuándo y cómo nos llegará la hora?
Estamos en paz y dispuestos a lo que sea la voluntad de nuestro Dios Padre, pero ello no significa que será un momento de dolor.
Sin embargo, creemos en el inmenso amor de Dios, el BUEN HACEDOR, que sabrá disponer lo mejor para nosotros y para eso sabemos que tenemos que tener las cuentas saldadas a pesar que sabemos que como humanos siempre habrá alguna deuda.
Las reflexiones de ustedes nos son de gran ayuda para acercarnos a la lectura del Evangelio con una mirada cercana, del diario vivir.
Bernardo Canales. Algarrobo. Chile
Isabel Margarita
Realmente conmovedora la experiencia personal que
nos participas. Al mismo tiempo, tan adecuada al evangelio
que comentas.
Lo de este evangelio es uno de los temas que cuesta entender.
No queda más entonces, que esperar la voluntad del Señor y
aceptar sus designios.
Cariñosos saludos
Hugo Silva