Una invitación semanal a darse un espacio para leer un trozo del evangelio y compartir una reflexión sencilla a partir de nuestras experiencias de la vida diaria.
Caminando Juntos
Cartillas de Reflexión
Un espacio abierto e interactivo, que pretende enriquecer a un número creciente de personas, especialmente quienes buscan respuestas para sus inquietudes espirituales.
05 Abr 14
Juan 8,1-11
«El que esté sin pecado, que tire la primera piedra»
En aquel tiempo, Jesús se retiró al monte de los Olivos. Al amanecer se presentó de nuevo en el templo, y todo el pueblo acudía a él, y, sentándose, les enseñaba. Los escribas y los fariseos le traen una mujer sorprendida en adulterio y, colocándola en medio, le dijeron: «Maestro, esta mujer ha sido sorprendida en flagrante adulterio. La ley de Moisés nos manda apedrear a las adúlteras; tú, ¿qué dices?» Le preguntaban esto para comprometerlo y poder acusarlo. Pero Jesús, inclinándose, escribía con el dedo en el suelo. Como insistían en preguntarle, se incorporó y les dijo: «El que esté sin pecado, que le tire la primera piedra.» E inclinándose otra vez, siguió escribiendo. Ellos, al oírlo, se fueron escabullendo uno a uno, empezando por los más viejos. Y quedó solo Jesús, con la mujer, que seguía allí delante. Jesús se incorporó y le preguntó: «Mujer, ¿dónde están tus acusadores?; ¿ninguno te ha condenado?» Ella contestó: «Ninguno, Señor.» Jesús dijo: «Tampoco yo te condeno. Anda, y en adelante no peques más.»
Este evangelio, nos da hoy la oportunidad a grupos de católicos -como nuestra comunidad de laicos nacida con el Concilio Vaticano II en los años sesenta- y que nos definimos como cristocéntricos, para que en base a ello trabajemos en todo nuestro quehacer y medio socio-cultural para ayudar a comprender que Yavé, aquel Dios castigador, lejano a nuestras vidas, centrado en la prohibición, la adoración sin sentido y el cumplimiento del amor por el miedo, proveniente todo de textos del antiguo testamento mirados sin una adecuada reflexión a la evolución cultural de diferentes tradiciones, historias y circunstancias de la multiplicidad de sociedades del mundo disgregado en razas e idiosincrasias diferentes, no es lo que Dios nos pide. Por ello, Jesús viene al mundo -como su hijo- para traer la Nueva Buena: un vida de fraternidad en la tierra para alcanzar la plenitud de la vida eterna en el encuentro con nuestro amado y misericordioso Dios-Padre que nos ama como sus hijos predilectos y quiere que nos amemos acá, en el presente, en nuestra vecindad, trabajo, ciudad, región, como hermanos.
Hemos vivido por más de dos mil años caminando por senderos equivocados. La miseria, la injustica, la discriminación, la exclusión, las guerras fratricidas, el hambre de muchos existiendo alimento para todos, ha acompañado al hombre en este mundo que siempre se autoproclama como mejor y condena los fracasos e injusticias a los anteriores o a los que muchas veces han entregado sus vidas por cambiarlo y llevarlo a lo que el “sueño de Dios”: “Un mandamiento nuevo os doy: que os améis los unos a los otros; que como yo os he amado, así también os améis los unos a los otros. En esto conocerán todos que sois mis discípulos, si os tenéis amor los unos a los otros”. (Jn. 13, 34-35).
Esta vez, aunque algunos se puedan sentir tocados, quiero ser directo y franco: vivimos en la hipocresía, en la falta de coherencia entre lo que predicamos y hacemos, no hay consistencia entre fe y vida. Vivimos sobre arena y no sobre roca firme. No cambiará el mundo, mientras no lo reconozcamos. Tenemos tantos “tiradores de la primera piedra” que se proclaman cristianos, seguidores del Señor, pero olvidan sus certeras y duras palabras: ¿Por qué miras la paja que hay en el ojo de tu hermano y no ves la viga que está en el tuyo? ¿Cómo puedes decir a tu hermano: “Hermano, deja que te saque la paja de tu ojo”, tú que no ves la viga que tienes en el tuyo? ¡Hipócrita!, saca primero la viga de tu ojo, y entonces verás claro para sacar la paja del ojo de tu hermano” (Lucas 6, 41-42).
Días atrás, un católico criticó públicamente a los que van a misa todos los domingos pero que después pecan de «pereza» y «de formalismo»; son católicos «anestesiados», que van a misa pero después son incapaces de implicarse en la suerte de los demás. Agregó: «Pienso en tantos cristianos, que son católicos, pero sin entusiasmo y están amargados. Van a misa todos los domingos, pero después piensan que no deben implicarse. Que tienen su fe, pero no deben darla a conocer a los demás. Cada uno en su casa y así todos tranquilos, piensan» (…); esta es la «enfermedad de la pereza de los cristianos» que hace de ellos «personas paradas, que no se preocupan por dar el anuncio del Evangelio» y que se convierten en «personas anestesiadas».
Pero fue más allá aún, sin temor a ser luego “censurado”, cuando arremetió contra esta actitud que dijo hace que los católicos «sean tristes y que no sean personas luminosas” (…) «Es una enfermedad de algunos cristianos que van a misa, pero luego cuelgan el cartel de no molestar. No sirven. No hacen bien a la Iglesia», agregó sin titubeo y también habló de otro «pecado de los católicos» que definió como el «formalismo», es decir, los cristianos «que sólo se preocupan de tener todos los documentos en regla, todos los certificados». Señaló, «Cristianos hipócritas, como estos. sólo les interesan las formalidades. Finalmente, y antes que algún lector, se pueda escandalizar por lo que estoy reproduciendo, este auténtico cristiano se lamentó con la lapidaria frase: como estos, «¡tenemos tantos en la Iglesia, tenemos tantos!»
Agradezco a quienes han leído mi reflexión llegado hasta aquí sin “tirarme a la basura” como usualmente se dice cuando se considera que alguien está profundamente equivocado o aseverando falsedades. Concluyo identificando quien es ese fiel seguidor de Cristo, tal como lo intenta nuestra comunidad de laicos con las cartillas semanales de reflexión del Evangelio a la luz de nuestros tiempos. Es el Papa Francisco en su homilía de la misa matutina celebrada el 1º de abril pasado.
Estimado Patricio; sin dudas hay “Buenas Nuevas”, tenemos actualmente un pastor, que tiene a mi parecer una mirada más cercana a las vivencias de miles de personas en estos momentos, las que por supuesto requieren y piden a gritos una Iglesia, más moderna, más acogedora, más acorde con la Sagrada Palabra de Cristo. Francisco, nuestro actual papa, nos trae un mensaje de Alegría, de honestidad, de consecuencia entre “el genuino sentir Cristiano y las acciones como tal”.
“La Alegría del Evangelio, llena el corazón y la vida entera se los que se encuentran con Jesús. Quienes se dejan salvar por Él son liberados del pecado, de la tristeza, del vacío interior, del aislamiento. Con Jesucristo siempre nace y renace la alegría. En esta exhortación quiero dirigirme a los fieles cristianos para invitarlos a una nueva etapa evangelizadora marcada por esa alegría, e indicar caminos para la marcha de la Iglesia en los próximos años”. (EXHORTACIÓN APOSTÓLICA: EVANGELII GAUDIUM de Francisco, a los obispos, a los presbíteros y diáconos, a las personas consagradas y a los fieles laicos, sobre el anuncio del evangelio en el mundo actual).
Este documento, me parece (ruego perdonen mi autorefencia); la respuesta a una necesidad de nuestra Iglesia, anquilosada en viejos predicamentos, la que por permanecer cerrada a los cambios de los tiempos, se ha vuelto cada vez menos santa y más pecadora. Produciendo prácticamente una estampida de fieles a otras Iglesias, y perdiendo credibilidad, por grandes divergencias entre lo que dice y lo que practica.
Oír entonces, la Palabra salvadora, la Palabra viva que nos trae la alegría del perdón y la promesa de vida eterna.
En cuanto a este pasaje del Evangelio (La mujer adúltera), me parece uno de los más decidores en cuanto a nuestra igualdad en la calidad de pecadores que todos somos, y como Jesús nos hace merecedores de su perdón, lo que es mejor aún y que nos llena de gozo, es que nos hace merecedores de su Amor, ¿de qué modo podría esto no ser un motivo de alegría?.
La fe, quita las tristezas, regala esperanzas, hace fuerte en el dolor, ¿existe alguien, que no se sienta contento porque es amado?. Esto es, lo que todos los que creemos en Cristo debemos hacer, contagiarnos y contagiar con la Alegría del Evangelio, Palabra de Amor, y promesa de felicidad eterna.
Patricio, somos dos los que tendríamos que “irnos a la basura”.
Muy buena y oportuna la reflexión de Patricio.
Lo dice todo, no hay nada que agregar. Solamente decir que estamos en una sociedad con católicos que acomodan su fe para justificar su sistema de vida de modo que nada les incomode en su diario vivir.
El gran exitismo y consumismo ya no tiene límite o medida, mientras más se tiene más se quiere, nada detiene esa forma de ver y vivir la vida.
Lo importante en la vida es llenarse de CRISTO, de su mensaje para poder amar y servir, que es el alimento que vitaliza el alma, la cual necesita alimentarse para poder entregar, entregar hasta que duela, como decía el Padre Alberto Hurtado.
Familia Canales Fuenzalida (Algarrobo, Chile)
Buena tu reflexión Patricio y tu auto critica, eso es lo que más se necesita hoy de los cristianos: honestidad. No defensores corporativos.
El evangelio me prohíbe a mi «juzgar a los demás», Jesús dice que su palabra nos juzgará, y ni siquiera ahora, sino en «el día postrero»
Lo único que estamos autorizados a denunciar es la «apariencia de piedad», el doble estándar, la hipocresía evidente, peor si se ejerce un cargo.
Pero no podemos Juzgar a nadie, de eso trata el Nuevo Pacto, misericordia para todos y después Dios pesará a cada uno y separará a la izquierda y derecha.
Lo mínimo que nos pide Dios es no «dañar a terceros”, no perjudicar a tu hermano, porque esa falta no la puede perdonar Dios, él no es el ofendido directo.
Declarémonos en «formación» en aprendizaje, crecimiento y en discipulado. No hombres perfectos y morales, porque Dios no llamó a la Iglesia a ser «Autoridad Moral», sino a acoger a los pecadores, distanciados de Dios por sus conciencias. Otra cosa, es que nuestra vida marque una diferencia, y la gente nos pregunte porque actuamos distinto, «ganados SIN palabra».
Intimidad con Dios es el secreto y lo demás viene solo, a Dios en nuestra vida, no lo podemos ocultar. (Ahora si no se ve, con mayor razón nos quedamos callados)
Me parece muy oportuno compartir el siguiente párrafo del Papa Francisco contenido en su Exhortación apostólica “La alegría del Evangelio”:
«Yo tampoco te condeno. Ves, y en lo sucesivo no peques más»
La alegría del Evangelio llena el corazón y la vida entera de los que se encuentran con Jesús. Quienes se dejan salvar por Él son liberados del pecado, de la tristeza, del vacío interior, del aislamiento. Con Jesucristo siempre nace y renace la alegría…
El gran riesgo del mundo actual, con su múltiple y abrumadora oferta de consumo, es una tristeza individualista que brota del corazón cómodo y avaro, de la búsqueda enfermiza de placeres superficiales, de la conciencia aislada. Cuando la vida interior se clausura en los propios intereses, ya no hay espacio para los demás, ya no entran los pobres, ya no se escucha la voz de Dios… Los creyentes también corren ese riesgo, cierto y permanente…
Invito a cada cristiano, en cualquier lugar y situación en que se encuentre, a renovar ahora mismo su encuentro personal con Jesucristo o, al menos, a tomar la decisión de dejarse encontrar por Él, de intentarlo cada día sin descanso. No hay razón para que alguien piense que esta invitación no es para él, porque “nadie queda excluido de la alegría reportada por el Señor” (Pape Paul VI). Al que arriesga, el Señor no lo defrauda, y cuando alguien da un pequeño paso hacia Jesús, descubre que Él ya esperaba su llegada con los brazos abiertos.
Éste es el momento para decirle a Jesucristo: “Señor, me he dejado engañar, de mil maneras escapé de tu amor, pero aquí estoy otra vez para renovar mi alianza contigo. Te necesito. Rescátame de nuevo, Señor, acéptame una vez más entre tus brazos redentores”. ¡Nos hace tanto bien volver a Él cuando nos hemos perdido!
Dios no se cansa nunca de perdonar, somos nosotros los que nos cansamos de acudir a su misericordia. Aquel que nos invitó a perdonar “setenta veces siete” (Mt 18,22) (Mt 18,22) nos da ejemplo… Nos vuelve a cargar sobre sus hombros una y otra vez (Lc 15,5). Nadie podrá quitarnos la dignidad que nos otorga este amor infinito e inquebrantable. Él nos permite levantar la cabeza y volver a empezar, con una ternura que nunca nos desilusiona y que siempre puede devolvernos la alegría.
Patricio muy de acuerdo con tu reflexión reforzada por que nos dice el Papa Francisco.
A veces oramos pero no actuamos, porque somos cristianos con el corazón de piedra. Que el Señor nos toque el corazón con su fuego impulsor, nos transforme en verdaderos seres humanos seguidores de Cristo.
Querido hermano en la Fé ;
Primero un gran saludo a vuestra Comunidad Renovación Cristiana , sin duda que vuestra causa me hace muy feliz y aporta mucho a mi vida espiritual, por tanto les felicito y deseando que el Señor Jesús os proteja y les aumente de Gracias y bendiciones, les envío un pequeño librito del Padre O» Sullivan que sin lugar a dudas les ayudará en su misión Cristiana que Dios les encomendó.
Cariñosamente en unión con Jesús y María, se despide Pedro Prat Martí.
El domingo se produjo una discusión durante el almuerzo familiar de los días domingos. Algunos llegaron muy tarde pues dijeron que “debieron ir a misa obligados para cumplir con lo debido” y luego debieron ir al supermercado a comprar las cosas que debían aportar para el almuerzo. Como uno de los presentes manifestó que el sábado había leído un correo con un comentario muy bueno del evangelio en que se trataba esa situación, resolvimos verlo después del almuerzo y leerlo.
No sé si fue para mejor o peor pues se armó una larga discusión sin lograr un consenso. Quedamos igual. Para unos el ir a misa no es por cumplir ir una obligación sino es ir al encuentro del Señor y como hay amor, es un encuentro que alegra el corazón. Es como cuando vamos a visitar a una muy buena amiga. Sin embargo para otros es una obligación para no caer en grave pecado y de ahí, consideraron que el Papa Francisco estaba dando malos ejemplos seguramente sin darse cuenta y “metiéndose en las patas de los caballos” como tantos otros curas rojos o revolucionarios, que se meten en mezclar las obligaciones de la vida privada con otras acciones que no tienen nada que ver con la religión sino más bien con la politiquería popular.
Qué difícil es cambiar esas actitudes de creer que amar es solo para lo personal y grupo familiar y toda preocupación por los demás es politiquería.
Ustedes hacen muy bien con este tipo de reflexiones. Dios está con ustedes y son sus discípulos en este mundo tan alejado del mensaje del Señor.