Una invitación semanal a darse un espacio para leer un trozo del evangelio y compartir una reflexión sencilla a partir de nuestras experiencias de la vida diaria.
Caminando Juntos
Cartillas de Reflexión
Un espacio abierto e interactivo, que pretende enriquecer a un número creciente de personas, especialmente quienes buscan respuestas para sus inquietudes espirituales.
01 Oct 16
Lc. 11,1-4
«Señor ernséñanos a orar”
Y sucedió que, estando él orando en cierto lugar, cuando terminó, le dijo uno de sus discípulos: «Señor, ensénanos a orar, como enseñó Juan a sus discípulos.»
El les dijo: «Cuando oréis, decid: Padre, santificado sea tu Nombre, venga tu Reino, danos cada día nuestro pan cotidiano, y perdónanos nuestros pecados porque también nosotros perdonamos a todo el que nos debe, y no nos dejes caer en tentación.»
Hay recuerdos que uno nunca olvida. De hecho, les contaré que esto, lo había ya olvidado o mejor digo, se me había quedado, tal vez, en el subconsciente. Ahora, al meditar y repensar lo que debo decir al hacer esta reflexión se me vino a la memoria este episodio de mi infancia. Veo nítidamente a mi madre junto a mis hermanos y yo situados frente a ese pequeño altar que se montaba en casa con ocasión del mes de María.
Allí fue donde mi mamá nos enseñó a rezar. Entonces, no creo haber tenido más que cuatro años. Es grato, para mi esta remembranza ya que desde entonces, siempre he sentido que el Señor va a conmigo a mi lado y, me resulta fácil dirigirme a Él. Lo que hago es, sencillamente conversar con ese amigo cercano a quien cuento todo lo que me pasa, le digo lo que pienso y, en fin se trata simplemente una grata conversación entre amigos en la que no queda nada escondido, no hay ningún secreto. Posiblemente esto parezca algo cándido para que lo diga un joven de casi 78 años.
Resulta curiosa la pregunta que le hace el discípulo a Jesús, eso que les enseñara a orar, teniendo en cuenta que entonces, la gente aprendía a rezar desde muy pequeños. Todos rezaban al menos, tres veces al día: de madrugada, luego al medio día para finalmente hacerlo en la tarde, antes de recogerse a dormir. En realidad se rezaba mucho, recurriendo principalmente a los Salmos. Además se juntaban en el templo a alabar.
Lo que tenemos que tener claro es que la oración nos acerca a Dios. Más bien creo que los discípulos pidieron a Jesús que les enseñara a orar con el mismo recogimiento con que lo hacia Él.
Preguntémonos:
¿Yo, Rezo?
¿Cómo lo hago?
¿Qué significa la oración para mí?
¿Qué importancia le doy a la oración?
«conversar con ese amigo cercano…………….. una grata conversación entre amigos » que bonitas palabras, a mi me pasa que me sorprendo repitiendo tanto rezo, esforzándome por decirle algo profundo o «interesante» y olvido lo fundamental, ……………que estoy ante un amigo.
Gracias, eso haré
Qué buen aporte…me recordó mi propia infancia y actualidad.
Saludos,
Patricio Reyes B.
Aprendí a conversar con Dios, siendo mas madura, lo que ha servido mucho, para encaminar mi vida.Al levantarme le doy gracias y le ofrezco el día, al anochecer vuelvo a dar gracias. Durante el día vivo en un lugar de mucha paz, donde al conversar con ËL he ido aprendiendo que todo es prestado y debemos cuidarlo para cuando llegue el momento de devolverlo. estas oraciones han fortalecido mi FË y no pido nada porque siento que a diario me regala muchísimo, lo que debemos hacer es no soltarnos de su mano, con Dios podemos pasar todas las piedras que se atraviesan en nuestro camino