Una invitación semanal a darse un espacio para leer un trozo del evangelio y compartir una reflexión sencilla a partir de nuestras experiencias de la vida diaria.
Caminando Juntos
Cartillas de Reflexión
Un espacio abierto e interactivo, que pretende enriquecer a un número creciente de personas, especialmente quienes buscan respuestas para sus inquietudes espirituales.
13 Nov 16
Lc. 19, 11-27
Parábola de los Talentos.
Cuando Jesús estaba ya cerca de Jerusalén, dijo esta parábola, pues los que lo escuchaban creían que el Reino de Dios se iba a manifestar de un momento a otro. «Un hombre de una familia noble se fue a un país lejano para ser nombrado rey y volver después. Llamó a diez de sus servidores, les entregó una moneda de oro a cada uno y les dijo: «Comercien con ese dinero hasta que vuelva.» Pero sus compatriotas lo odiaban y mandaron detrás de él una delegación para que dijera: «No queremos que éste sea nuestro rey.» Cuando volvió, había sido nombrado rey. Mandó, pues, llamar a aquellos servidores a quienes les había entregado el dinero, para ver cuánto había ganado cada uno. Se presentó el primero y dijo: «Señor, tu moneda ha producido diez más.» Le contestó: «Está bien, servidor bueno; ya que fuiste fiel en cosas muy pequeñas, ahora te confío el gobierno de diez ciudades.» Vino el segundo y le dijo: «Señor, tu moneda ha producido otras cinco más.» El rey le contestó: «Tú también gobernarás cinco ciudades.» Llegó el tercero y dijo: «Señor, aquí tienes tu moneda. La he guardado envuelta en un pañuelo porque tuve miedo de ti. Yo sabía que eres un hombre muy exigente: reclamas lo que no has depositado y cosechas lo que no has sembrado.» Le contestó el rey: «Por tus propias palabras te juzgo, servidor inútil. Si tú sabías que soy un hombre exigente, que reclamo lo que no he depositado y cosecho lo que no he sembrado, ¿por qué no pusiste mi dinero en el banco? Así a mi regreso lo habría cobrado con los intereses.» Y dijo el rey a los presentes: «Quítenle la moneda y dénsela al que tiene diez.» «Pero, señor, le contestaron, ya tiene diez monedas.» Yo les digo que a todo el que produce se le dará más, pero al que no tiene, se le quitará aun lo que tiene. En cuanto a esos enemigos míos que no me quisieron por rey, tráiganlos aquí y mátenlos en mi presencia.»
Hemos leído y oída esta parábola tantas veces, como también las orientaciones que emanan de esta parábola por los sacerdotes en sus prédicas dominicales, por lo que creo innecesario volver una vez más sobre lo mismo. Recordar solamente que las parábolas de Jesús tienen un sentido pedagógico, fácil de comprender para aquella gente de esa época. Pero, tratándose de actitudes en las que están juego los valores y los antivalores del hombre, esas enseñanzas no han perdido validez alguna.
Dos mil años después, siguen por tanto, plenamente vigentes y muy necesarias en una sociedad globalizada atrapada en el exitismo individual, en el consumismo desenfrenado, en una fiera competencia que ha ido asfixiando el humanismo de un corazón abierto a la necesidad de los otros, que es la solidaridad, valor indispensable de una buena convivencia en comunidad. Hemos ido aislándonos, cerrando puertas y ventanas, escondiendo nuestros brazos para acoger y desviando nuestra atención para ver a la ligera sin mirar, sin sentir.
¿Qué importancia damos hoy a los talentos que hemos recibidos, sino es para el limitado provecho del ámbito personal y familiar? Casi una actitud equivalente al caso del servidor que guardó la valiosa moneda (talento) sin darle uso en beneficio de los demás, de la comunidad.
Entonces, haciendo un alto en esta reflexión, pienso ¿Qué puedo yo aportar hoy a las ya millares de predicas dominicales oídas y que no hemos llevado a la práctica, al separar la espiritualidad de esos momentos dominicales con el diario vivir del resto del mismo día domingo y de los demás días de la semana? Quizás recordarles la parábola de la higuera que no dio fruto (Mt, 21:19) y la sentencia contenida también en Mt, 7:16 en que Jesús nos dice «Por sus frutos los conoceréis…»
Sin embargo, tengo la fortuna que siempre que me enfrento a esta dificultad de preparar las reflexiones como un laico corriente y sin formación teológica, pero con fe y deseos de intentar llevar el mensaje de Jesús en palabras sencillas, alguien toma mi mano, me guía y empieza a escribir, tomando hechos cotidianos del diario vivir. Confiado, le entrego mis manos y el teclado empieza a escribir.
En una pequeña ciudad en donde vivo, un buen amigo tuvo un gravísimo accidente de salud y simultáneamente un complejo problema que no tenía otra solución que contratar los servicios profesionales de un abogado que sumado al costo de la recuperación del accidente le era muy difícil de costear. Como amigo yo estaba preocupado de cómo poder ayudar, pues no soy abogado. Pero días atrás, recibí una llamada de otro amigo que, preocupado por una enfermedad crónica que padezco, me informaba de la buena noticia de que un laboratorio había anunciado el éxito un medicamento alternativo más eficiente. Era una mano que se extendía hacia mí. No una mano cerrada, sino abierta, cálida, fraterna, al darme esa noticia y consejos. En la conversación, salió en forma inesperada la existencia de un joven abogado recién llegado a esta ciudad pequeña en donde hay poquísimos profesionales. No voy a relatar detalles de una serie de conversaciones que siguieron, pero esa llamada fue el punto de partida de un hecho muy positivo y ejemplar.
Hoy cuando empecé a preparar esta reflexión, venía precisamente de haber participado en una reunión para concretar con la familia de mi amigo el servicio profesional con ese joven abogado en términos favorablemente inesperados, en que al leer el evangelio que ahora comento, me hizo sonreír, inflar de felicidad mi corazón sentado frente a mi computador en donde escribo y mirar un cielo estrellado y con una luna maravillosa que irradiaba gran luminosidad. Está anunciado que mañana en esta pequeña ciudad tendremos la luna más llena que habremos tenido en los últimos 70 años.
No sé si ese joven profesional tendrá una creencia como la mía. No viene al caso. Lo que importa es que en el ejercicio de su trabajo, su tiempo que tiene precio, lo ponderó para incluir un ajuste ganancial que le asignó un valor de poner a disposición de otros el talento recibido. Cambió el signo más por el signo menos y así enriqueció su servicio ayudando a quien necesitaba ayuda.
Casos como éste si se multiplicasen ¿no generarían una convivencia social mejor? Si nos detenemos unos minutos en los afanes y urgencias en que, como un torbellino, nos arrastra el diario de vida de hoy, y cambiamos nuestra actitud siguiendo la orientación de “El Principito” de Antoine Saint Exupery “solo con el corazón se puede ver bien; lo esencial es invisible a los ojos” quedaremos asombrados de la infinitas oportunidades que tenemos en el a día de usar en mejor forma los talentos que hemos recibido y generando una cadena tal como al lazar una piedrecilla al agua quieta se forma un circulo que va agrandándose.
El Papa Francisco en su homilía del 16 de noviembre del 2014 sobre esta parábola señaló “El hombre de la parábola representa a Jesús, los servidores somos nosotros y los talentos son el patrimonio que el Señor nos confía….no solamente para custodiar, sino para multiplicar. …Jesús no nos pide que conservemos su gracia en una caja fuerte, sino que quiere que la usemos para provecho de los demás. Todos los bienes que hemos recibido son para darlos a los demás, y así se multiplican. Y nosotros ¿qué hemos hecho con ellos? ¿A quién hemos “contagiado” con nuestra fe? ¿A cuántas personas hemos alentado con nuestra esperanza? ¿Cuánto amor hemos compartido con nuestro prójimo? Son preguntas que nos hará bien formularnos. Cualquier ambiente, también el más lejano y árido, puede convertirse en un lugar donde hacer fructificar los talentos. No existen situaciones o lugares excluidos a la presencia y al testimonio cristiano”.
Gracias Patricio,..en el fondo la actitud de gratitud y servicio…un abrazo
David (Lima, Perú)
Creo sinceramente, que personalmente, DIOS me ha regalado varios talentos, no quiero ser presumida,pero no los he desarrollado como el Buen Padre me lo a encargado.
Hay un talento que sí, desarrollo y es el servir a los demás, a veces ocasionalmente me han provocado disgustos, pero el servir al hermano me ha hecho sentir plena,sé que mi tarea es desarrollar otros talentos que DIOS me ha regalado y debo aplicarlos
Que bonita reflexión y pienso que el espíritu santo nos guía a pesar nuestro, para que hagamos acciones pequeñas que unidas a otras van causando sonrisas y distendiendo ceños fruncidos….a los videntes de Medjugorge le preguntaban por el cielo y decían «es parecido a lo que sucede en este pueblo…» y pienso todos se saludan con amabilidad, sonríen, hacen comentarios bondadosos (en el cielo alaban, conversan y cantan).Hoy decía un alumno que culmina su ciclo de enseñanza «gracias compañeros les agradezco el sentirme acogido tantos años»……eso es el cielo en la tierra para mi..
PATO, con un gran atraso leo las reflexiones que en su momento, no alcancé a apreciar. Me ha tocado profundamente lo que cuentas y tu forma de aprovechar tus talentos es una verdadera inspiración para m. Tu frase me hace ver que por tratar de abarcar tanto en vez de aprovechar mejor y poner al servicio de los demás los pocos o muchos talentos recibidos.