Una invitación semanal a darse un espacio para leer un trozo del evangelio y compartir una reflexión sencilla a partir de nuestras experiencias de la vida diaria.
Caminando Juntos
Cartillas de Reflexión
Un espacio abierto e interactivo, que pretende enriquecer a un número creciente de personas, especialmente quienes buscan respuestas para sus inquietudes espirituales.
09 Dic 13
Lucas, 1, 39 – 45
María Visita a su prima Isabel
“En aquellos días, se levantó María y se fue con prontitud a la región montañosa, a una ciudad de Judá; entró en casa de Zacarías y saludó a Isabel. Y sucedió que, en cuanto oyó Isabel el saludo de María, saltó de gozo el niño en su seno, e Isabel quedó llena del Espíritu Santo; y exclamando con gran voz, dijo: “Bendita tú entre las mujeres y bendito el fruto de tu seno, y ¿de dónde a mí que la madre de mi Señor venga a mí? Porque apenas llegó a mis oídos la voz de tu salud, saltó de gozo el niño en mi seno. ¡Feliz la que ha creído que se cumplirán las cosas que le fueron dichas de parte del Señor!”
Y dijo María: “Engrandece mi alma al Señor y mi espíritu se alegra en Dios mi salvador porque ha puesto los ojos en la humildad de su sierva, por eso desde ahora todas las generaciones me llamarán bienaventurada”.
En mi corazón, mente y espíritu el trabajo/misión que hemos iniciado con caminandojuntos.cl no es sólo comentarios eruditos o puramente teológicos y exegéticos de la Sagrada Escritura. Con mi tendencia a hacerlos por “defecto profesional” hasta me olvidé de que, para organizar las lecturas, se sigue el calendario litúrgico. Me rebelé, sin razón por supuesto, porque habían cambiado los hechos de la historia de la salvación: la visitación antes del anuncio del nacimiento de Juan, el Bautista. Perdónenme.
Sigo con mis reflexiones iniciales. Creo que nuestros comentarios son mucho más “aportes” de vida y fe teniendo por base los evangelios y leyéndolos, por su vez, a la luz de nuestra existencia de cristianos. Por ello me permito la libertad de sentimientos, de “re-interpretar” el hecho conocido como “la visitación” según experiencias vividas junto con mis hermanos y hermanas de Chile.
Para Dios nada es imposible. De un vientre virgen nos viene el Salvador y de un vientre estéril nos llega el que prepara los caminos del Señor. De un vientre estéril como el mío sale el encuentro con vientres fértiles que han dado al mundo a personas tan maravillosas como mis sobrinos/as postizos/as. También subo montañas, las más bellas del mundo, los Andes, yo, la mayor, para abrazar a los que me abren sus puertas y me saludan con cariño como Isabel a María.
La mayor, el vientre estéril, también se llena del Espíritu Santo cuando oye la voz de sus amigas y amigos y exclama con voz de júbilo: “Benditos ustedes, hermanos y hermanas chilenos que me acogen, me reciben, me cubren de bendiciones”. Mi corazón salta de alegría en mi seno y me pregunto ¿”de dónde que tantas madres y padres vengan a mí y me cobijen en sus santos hogares?”
Felices ustedes que creyeron que se cumplirían las cosas que les dijo el Señor: “serán padres y madres de muchos, serán mis testigos por toda la tierra, darán alegría, amor, cariño y espiritualidad a quien los viene a buscar acá”.
Un anuncio tan especial enmudece como hizo con Zacarías no sólo por sorpresa sino por no creer en el poder de Dios. También se me enmudece la voz, se me nublan los ojos de lágrimas cuando el ángel me dice: “Irás a Chile”. Pero yo sí creo que para Dios nada es imposible y parto por las alturas y las montañas para llegar a la tierra prometida, de donde viene mi salvación.
María e Isabel, sean nuestras madres, vientre virgen y vientre estéril, sean nuestras fuerza, fe y esperanza en el presente y en el futuro de la humanidad porque el Redentor llegó y su primo le preparó los caminos.
María nos abre las puertas no sólo de su corazón sino que nos introduce en la historia de la salvación como hermanos y hermanas de Jesús, el Cristo y por ello también podemos decir: “ha puesto los ojos en la humildad de su sierva y ahora todas las generaciones me llamarán bienaventurada”. Somos bienaventuradas/os. Amén.
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