Una invitación semanal a darse un espacio para leer un trozo del evangelio y compartir una reflexión sencilla a partir de nuestras experiencias de la vida diaria.
Caminando Juntos
Cartillas de Reflexión
Un espacio abierto e interactivo, que pretende enriquecer a un número creciente de personas, especialmente quienes buscan respuestas para sus inquietudes espirituales.
14 Dic 19
Lucas 1, 39-45
¿Quien soy yo para que me visite la madre de mi Señor?
« En aquellos días, se levantó María y se fue con prontitud a la región montañosa, a una ciudad de Judá; entró en casa de Zacarías y saludó a Isabel. Y sucedió que, en cuanto oyó Isabel el saludo de María, saltó de gozo el niño en su seno, e Isabel quedó llena de Espíritu Santo; y exclamando con gran voz, dijo: «Bendita tú entre las mujeres y bendito el fruto de tu seno; y ¿de dónde a mí que la madre de mi Señor venga a mí? Porque, apenas llegó a mis oídos la voz de tu saludo, saltó de gozo el niño en mi seno. ¡Feliz la que ha creído que se cumplirían las cosas que le fueron dichas de parte del Señor!»»
Me gusta imaginarme a Maria, la madre de Nuestro Señor, de una forma diferente al estereotipo que nos han mostrado…las mujeres de su época vivían mucho en comunidad, acostumbradas a trabajar mucho con sus manos, bajo el sol ardiente del medio oriente. Preparaban sus comidas, molían el trigo, hilaban sus toscos vestidos, y se cuidaban mutuamente, todos en pequeños pueblitos que no tenían casi nada…
Maria debe haber sido colaboradora, amorosa, muy contenedora, y de mucho carácter. Me la imagino caminando con paso firme entre los cerros, con unas sandalias gastadas, yendo por puro amor a visitar a Isabel, tan solo porque esta mujer, que tanto había esperado, por fin iba a ser madre.
Ambas mujeres representan, para mí, a la verdadera iglesia que vive su vida en torno al amor, a la fe en Dios y por supuesto en Cristo. Isabel, con enorme humildad, le pregunta a esta joven, seguramente polvorienta y cansada, pero con el brillo de la vida en sus ojos, porque viene a verla…. y celebra la fe que debe ver en la mirada de Maria.
Maria es el modelo más perfecto para los seguidores de Cristo, porque cree en lo que vendrá, tan solo porque Dios se lo ha prometido, porque se enfrenta a la sociedad, por defender al niño que lleva en su vientre, a pesar de lo extraordinario y poco normal de su concepción. Porque a pesar de las inquietudes que debe haber tenido por si misma, es capaz de acudir a quien la necesita, solo por amor.
Maria cree, se entrega con confianza a Dios, no teme, no duda (“y se fue con prontitud a la región montañosa”), esta pendiente y ama, en especial al necesitado…. ¿Cuantos podemos decir eso de nosotros mismos?
En momentos en que podemos sentir desazón, incluso tal vez desanimados, en momentos en que en mi país pareciera que nos enfrentamos como enemigos de bandos opuestos, es bueno mirar a la madre de Jesús, como el modelo que es, toda ella llena del Espíritu Santo, que es capaz de contagiar esa fe y hacer sentirse a los otros igual de plenos y amados.
Mi invitación en este comentario es a mirar a la fuerte, alegre, enérgica Maria que se describe en este pasaje, y sentir como el Espíritu Santo puede llenarnos también nuestras vidas, porque somos tan humanos como ella y por lo tanto tan capaces de recibir y vivir en Dios como ella.
También la invitación es acudir, solo por amor, a quienes han esperado y continúan esperando una vida mejor; a salir a las calles y a los barrios o a cruzar montañas de prejuicios y desigualdades para ir al encuentro de los amados por Jesús. Ya no basta con quedarse en los lugares cuidados y protegidos (como seguramente Maria vivía en sus tiempos) sino en arriesgarse a ir al encuentro de quienes nos necesitan. O ser como Isabel, dispuestos a recibir a otros más bienaventurados, abriendo el corazón a la llegada del Cristo que nos salva y nos hace felices.
Por último, no puedo dejar de decir cuan alegre me pone este pasaje siendo yo mujer. Puedo ver como a través de los tiempos la Palabra nos ha permitido ser testigos de la alegría de estas dos mujeres, ambas viviendo el amor de Cristo plenamente, como una hermosa invitación para unirnos al Dios que las eligió para tan hermosas misiones.
LINDO COMENTARIO…. Luisa Pcicarreta en un libro revelado llamado Poema del hombre Dios….o la vida oculta de Jesús(esta en internet) describe ese pasaje de la visitación en que María es acompañada hasta cierta parte por josé y luego sigue sola hasta Hebron….
Tienes razón que estamos acomodados, somos una iglesia acomodada y hay que hacer lío como dice el Papa… pero también hay desacomodarse y hacer un viaje interior, atreverse a entrar en el misterio…. hacer oración, buscar silencios….. para que hable el Dios oculto… para que veamos sus señales sus sutilezas, sus caricias… atrevernos a sentir su presencia tierna y poderosa y ante ella atrevernos a ver nuestro pecado revelado…
las dos cosas, los dos caminos…. salir al encuentro del prójimo necesitado y del Dios escondido…. ese que está en nuestro interior …. esperándonos