Una invitación semanal a darse un espacio para leer un trozo del evangelio y compartir una reflexión sencilla a partir de nuestras experiencias de la vida diaria.
Caminando Juntos
Cartillas de Reflexión
Un espacio abierto e interactivo, que pretende enriquecer a un número creciente de personas, especialmente quienes buscan respuestas para sus inquietudes espirituales.
15 Dic 13
Lucas 1, 5 – 25. El anuncio de Juan el bautista
Siendo Herodes rey de Judea, vivía allí un sacerdote llamado Zacarías. Pertenecía al grupo sacerdotal de Abías, y su esposa, llamada Isabel, era también descendiente de una familia de sacerdotes. Ambos eran personas muy cumplidoras a los ojos de Dios y se esmeraban en practicar todos los mandamientos y leyes del Señor. No tenían hijos, pues Isabel no podía tener familia, y los dos eran ya de edad avanzada. Mientras Zacarías y los otros sacerdotes de su grupo estaban oficiando ante el Señor, le tocó a él en suerte, según las costumbres de los sacerdotes, entrar en el Santuario del Señor para ofrecer el incienso. Cuando llegó la hora del incienso, toda la gente estaba orando afuera, en los patios. En esto se le apareció un ángel del Señor, de pie, al lado derecho del altar del incienso. Zacarías se turbó al verlo y el temor se apoderó de él. Pero el ángel le dijo: «No temas, Zacarías, porque tu oración ha sido escuchada. Tu esposa Isabel te dará un hijo y le pondrás por nombre Juan. Será para ti un gozo muy grande, y muchos más se alegrarán con su nacimiento, porque este hijo tuyo será un gran servidor del Señor. No beberá vino ni licor, y estará lleno del Espíritu Santo ya desde el seno de su madre. Por medio de él muchos hijos de Israel volverán al Señor, su Dios. El mismo abrirá el camino al Señor con el espíritu y el poder del profeta Elías, reconciliará a padres e hijos y llevará a los rebeldes a la sabiduría de los buenos. De este modo preparará al Señor un pueblo bien dispuesto.» Zacarías dijo al ángel: «¿Quién me lo puede asegurar? Yo ya soy viejo y mi esposa también.» El ángel contestó: «Yo soy Gabriel, el que tiene entrada al consejo de Dios, y he sido enviado para hablar contigo y comunicarte esta buena noticia. Mis palabras se cumplirán a su debido tiempo, pero tú, por no haber creído, te vas a quedar mudo y no podrás hablar hasta el día en que todo esto ocurra.» El pueblo estaba esperando a Zacarías, y se extrañaban de que se demorase tanto en el Santuario. Cuando finalmente salió, no podía hablarles, y comprendieron que había tenido alguna visión en el Santuario. Intentaba comunicarse por señas, pues permanecía mudo. Al terminar el tiempo de su servicio, Zacarías regresó a su casa, y poco después su esposa Isabel quedó embarazada. Durante cinco meses permaneció retirada, pensando: «¡Qué no ha hecho por mí el Señor! Es ahora cuando quiso liberarme de mi vergüenza.»
Diferente al apóstol y al evangelista, esta es la buena Noticia de Lucas para un pequeño pueblo que desaparecía sin la esperanza del salvador.
Con Lucas experimentamos una de las formas de ser testigos y dar testimonio de cuanto creemos y en quien creemos y esto se traduce en nuestras vidas; este relato da cuentas inclusive de boca de la misma Maria, Madre de Jesús de lo que habían vivido. Ellos se convierten en fieles custodios de la tradición oral, de usos y costumbres, para que nada se perdiera y deformara.
En esta escena conocemos a Zacarías e Isabel, en la persona de estos ancianos, se concentra por un momento la raza, el pueblo de los que esperan la venida del Salvador. Zacarías entra al santuario a ofrecer el incienso de esa tarde, incienso que llega al Altísimo y El responde con su enviado el ángel Gabriel. Ante tanta sorpresa Zacarías se muestra como nosotros incrédulo, atemorizado, desconcertado…un hijo…y lleno del Espíritu de Dios!
Es realmente fuerte para nuestra racionalidad pero posible desde los ojos de la fe, se llamara Juan! Con una misión concreta en la vida: anticiparse al que habría de ser el Salvador!
Gigante tarea le cupo a Juan. Reconciliar a los padres con los hijos, es como reunir las energías del pueblo de Israel, este pueblo vivía en ese momento sin profetas ni guías espirituales. Es como despertar la conciencia y atraerlos hacia el Salvador; despertar los corazones y dejarse interpelar por lo que estaba sucediendo.
En este mensaje mi corazón y mi reflexión se traslada a re interpretar mi rol, «mi llamado al igual que Juan», mi estado laical de compromiso y esperanza ante el desafío de cada día: hacer crecer el proyecto de Jesús, de tratar de vivir en esa actitud de Juan, de oración y gran humildad para encontrarse a si mismo y conocer desde el corazón lo que le pide el Altísimo.
Ese mismo Dios Padre que hoy día, gracias a la visión pastoral de conjunto que nos trajeron distintos concilios y santos y santas que nos precedieron, sabemos que es el Dios amor, el Dios de la bondad y de la justicia, el Dios a quien pedimos el pan de cada día, pan para el alma y pan para la vida misma.
Zacarías e Isabel guardaron en secreto por varios meses este regalo del hijo tan deseado y aquí siento la gran importancia que tienen las familias en cuidar y hacer crecer en el amor a cada hijo/a; es allí donde crecemos y como el barro del alfarero, aprendemos a «ser personas», las que alguna vez estarán dispuestas a dar el sí…el sí de Isabel que se anticipa al sí de Maria la madre de Jesús…
Aquí descubro una vez más el respeto de Dios a la persona, porque ellos, ese pueblo pide en su oración ser escuchado y pide el Salvador, Dios no impone, respeta el proceso o los tiempos en que las personas ya estén preparadas para recibir al que será su Hijo.
Se me hace pequeña toda palabra que pueda descifrar lo que mi experiencia de fe y de oración van descubriendo y viviendo, solo sé que el amor, la alegría, la esperanza, la solidaridad, trascienden nuestra vida y perciben quienes nos rodean, si tan solo esto pudiera trasmitir y con Uds. generar grandes redes de amor, de comunidad, de fraternidad, de solidaridad, de gestos positivos, de compromisos llenos de coraje y así juntos decir como Zacarías e Isabel: esta es una bondad para conmigo.
Esta reflexión fue un regalo para mi espíritu y deseo compartir con Uds.
Querida Gloria
Recién hoy, dia de navidad, he tenido tranquilidad para leer mails que llegaron en pleno torbellino pre-navideño. Me ha conmovido esto que has compartido, tus reflexiones son de una belleza y profundidad muy grande. Gracias por compartir con todos lo que fue un regalo para tu espíritu.
Muchos cariños de Maria Marta