Una invitación semanal a darse un espacio para leer un trozo del evangelio y compartir una reflexión sencilla a partir de nuestras experiencias de la vida diaria.
Caminando Juntos
Cartillas de Reflexión
Un espacio abierto e interactivo, que pretende enriquecer a un número creciente de personas, especialmente quienes buscan respuestas para sus inquietudes espirituales.
24 Jun 08
Lucas 1, 57-66. 80
Juan es su nombre
Cuando llegó el tiempo en que Isabel debía ser madre, dio a luz un hijo. Al enterarse sus vecinos y parientes de la gran misericordia con que Dios la había tratado, se alegraban con ella. A los ocho días, se reunieron para circuncidar al niño, y querían llamarlo Zacarías como su padre; pero la madre dijo: “No, debe llamarse Juan. Ellos le decían: ”No hay nadie en tu familia que lleve ese nombre”. Entonces preguntaron por señas al padre qué nombre quería que le pusieran. Este pidió una pizarra y escribió: “su nombre es Juan”. Todos quedaron admirados. Y en ese mismo momento, Zacarías recupero el habla y comenzó a alabar a Dios. Este acontecimiento produjo una gran impresión entre la gente de los alrededores, y se lo comentaba en toda la región montañosa de Judea. Todos los que se enteraron guardaban este recuerdo en su corazón y se decían: “¿Qué llegará a ser este niño? Porque la mano del Señor estaba con él. Y el niño crecía y se fortalecía. Permaneció en el desierto hasta el día en que se presentó a los israelitas.
La lectura de hoy nos habla de Juan Bautista, predecesor de Cristo. Desde su vida en el seno materno, ya Dios lo había escogido para ser profeta (Isaías 49, 1; Mateo 3, 1-3; Hechos 13, 22-26).
En la lectura de los Hechos, vemos que Juan Bautista fue el precursor de Jesús, el que preparó el camino para su venida. Ahora nos corresponde a nosotros ser profetas, siempre alisar y tenerle preparado el camino a Jesús. Nos corresponde a nosotros mostrar que el Cristianismo es algo que vale la pena vivir. Que Cristo no vino hace 2008 años sino que está viniendo ahora, en cada instante. Está en cada uno de nosotros. ¿Tenemos conciencia de su presencia?
En Aparecida se nos dijo que debíamos ser misioneros, ¿lo somos acaso? Y ¿qué otra cosa es “preparar el camino al Señor”?
Ahora, más que nunca nos toca una gran labor, la de dar a conocer a Cristo, al actual, no ese de las estampitas dulzonas, esas de tantos colores. No aquel Cristo sufriente que asusta a los niños. No el Cristo sangrante de la película “La Pasión de Cristo”. Él no quedó en la historia. Él es nuestro semejante, es aquel que sufre en los hospitales, el que no tiene trabajo y anda mendigando o aquel que murió de hambre en las puertas de un hospital. Es aquel que muere de frío, a veces por falta de ropas y muchas otras por falta de calor humano. Esos son los Cristos actuales.
Nuestro San Alberto Hurtado se preguntaba “¿Qué haría Cristo en mi lugar?”, ¿vemos nosotros a Cristo en nuestros semejantes?
En la actualidad, encontramos a muchos que se dicen ateos, otros que tal vez realmente lo sean, pero esos siempre han existido y, claro, ojala pudiéramos convertirlos, tal vez a la larga lo hagamos. Pero, Dios es tan misericordioso, que no condena. Cristo no vino al mundo a condenarnos, vino a salvarnos.
Lo que en la actualidad es preocupante es la cantidad de gente que simplemente sin ser contraria a Cristo o a su fe, demuestran algo que es, sin duda mucho peor que ser ateo: la indiferencia. Eso de “no estar ni ahí” como dice actualmente la juventud.
Zacarías el padre de Juan Bautista era mudo y dejó de serlo, volvió a hablar cuando insistió que el nombre que debía llevar su hijo era Juan. Eso a pesar de no tener antecedentes familiares con aquel nombre. Simplemente se lo puso porque eso fue lo que le indico el ángel. Es posible que Zacarías esperara que su hijo tuviese otra profesión, tal vez encargado del templo como él, pero llegó a aceptar la misión que su hijo tenía: ser profetas.
A este respecto preguntémonos si aceptamos la misión de nuestros hijos. Pongamos todo de nuestra parte para que sigan los caminos de Dios.
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