Una invitación semanal a darse un espacio para leer un trozo del evangelio y compartir una reflexión sencilla a partir de nuestras experiencias de la vida diaria.
Caminando Juntos
Cartillas de Reflexión
Un espacio abierto e interactivo, que pretende enriquecer a un número creciente de personas, especialmente quienes buscan respuestas para sus inquietudes espirituales.
27 Jun 11
Lucas 1, 57-66 y 80
Juan es su nombre
“Se le cumplió a Isabel el tiempo de dar a luz, y tuvo un hijo. Oyeron sus vecinos y parientes que el Señor le había hecho gran misericordia y se congratulaban con ella.
Y sucedió que el octavo día fueron a circuncidar al niño, y querían ponerle el nombre de su padre, Zacarías, pero su madre, tomando la palabra dijo: “No, se ha de llamar Juan”. Le decían: “No hay nadie en tu parentela que tenga ese nombre”. Y preguntaban por señas a su padre cómo quería que se llamase. Él pidió una tablilla y escribió: “Juan es su nombre”. Y todos quedaron admirados. Y al punto se abrió su boca y su lengua hablaba bendiciendo a Dios. Invadió el temor a todos sus vecinos, y en toda la montaña de Judea se comentaban todas estas cosas; todos los que las oían las grababan en su corazón, diciendo: “Pues ¿qué será este niño?” Porque, en efecto, la mano del Señor estaba con él. …
El niño crecía y su espíritu se fortalecía: vivió en los desiertos hasta el día de su manifestación a Israel”.
Juan es su nombre. Juan es su misión. Juan es su nombre insiste su padre aún mudo, aceptando la palabra firme de su esposa, bendecida por María y el niño que esta cargaba en el vientre. Acordémonos cuando se encuentran las dos, una señora mayor, vientre estéril y la joven, vientre virgen. El Señor de Israel – y de todo el universo – hizo maravillas.
Jesús será el nombre del primo, Jesús es su misión: Yahewh salva. Juan es su nombre, Juan es su misión: agraciado por Dios. Las gentes del alrededor se preguntaban qué sería de aquel niño. Al fin y al cabo recibió un nombre raro, fuera de su familia. ¿Qué quería decir tal hecho?
La sorpresa era natural. No sólo los niños tenían un nombre que indicaba sus ancestros, como el nombre solía tener un significado especial, como el de María (Miriam en hebraico) traía a la memoria y al corazón la liberación de Egipto y la hermana de Moisés que así se llamaba bailando y cantando en honor a Yahweh (cf. El Magnificat).
¿Qué significa ser agraciado por Dios (Juan) y morir decapitado en la cárcel? ¿Ser agraciado por Dios y vivir en el desierto vestido con una piel de animal y alimentándose de insectos y miel silvestre? ¿Ser amado por Dios predicando sin cesar, cayado en la mano, para que se convirtiera la gente al Reino del Señor?
¿Y para nosotros, hoy, qué representa ser agraciado/a por Dios? ¿Hay signos especiales? Cuando vemos a alguien con hermosa casa, auto último modelo, hijos estudiando fuera del país, todos vestidos en “griffes”, joyas, etc, símbolos de riqueza en gran cantidad, ¿qué pensamos? ¿Qué es un/a agraciado/a? Puede serlo. La riqueza sólo es “mala” cuando es egoísta y opresora. Puede serlo o no.
Todos y todas somos agraciados/as, o sea, la gracia de Dios nos es regalada. La forma como la recibimos y como la desarrollamos es lo que nos anima y alimenta. Lo que sí, sucede, es que nos sentimos agraciados/as por Dios cuando buscamos vivir según Su Gracia, como lo hizo Juan que preparaba los caminos del Mesías, del Enviado por Yahweh. Seguir Su Gracia y vivir según el Espíritu que nos habita. Así vivía Juan.
Vivió en los desiertos, como nos dice el texto, hasta su manifestación a Israel. Como sabemos el desierto es también una metáfora para nuestro espacio interior, es el espacio del encuentro, consigo mismo, con los demás, especialmente con Dios y Su Gracia, Su espíritu, encuentro que dictará, si lo aceptamos con mucha oración, nuestra vida y nuestro testimonio del Reino de Dios.
Su nombre es Juan. ¿Qué relación tenemos nosotros con nuestros nombres y nuestra misión como Iglesia? ¿Nos sentimos agraciados/as por Dios?
Vayamos al desierto y ahí ojalá encontremos respuestas, más preguntas y caminos. Amén.
Hablar de Juan el Bautista, es hablar de un hombre apasionado. de un propósito de vida
de cumplir un llamado, una misión,
Jesús dijo que era el mayor de los hombres nacidos de mujer: Era el «Elías» que había de venir, Elías como un prototipo de persona. Juan fue un molde único, que se rompió después de él,
«los profetas son hasta Juan» dijo Jesús. El prototipo de Elías, era apasionado y como Elías en algún momento dudó de su misión, pero Jesús le manda a decir «díganle que los ciegos ven, lo cojos andan» y que el evangelio es anunciado a los pobres.
Qué ejemplo podemos sacar del cuando no lo podemos imitar ?.
– Buscar la certeza de nuestro llamado
– Apartarnos de las modas y tendencias sociales (en el desierto)
A Juan no le interesaba ser popular, o agradar a las masas, no le interesaba hacerse rico, no le interesaba vivir lo más posible. Es un antihéroe de los valores sociales y publicitarios actuales. Hoy lo tildarían de «ANTISISTEMA». Pero esa vida, corta pero intensa como antorcha, no como vela. Una antorcha ilumina mucho más pero se consume más rápido. no se sumo a las masas, hizo su propio camino. No quiso enriquecerse, buscaba lo mínimo que necesitaba para vivir. No se hizo esclavo de sus bienes, como sucede hoy. Tal vez nosotros deberíamos ser en cierta forma anti sistema. descolgarnos de una vida de deudas/pago, descolgarnos de las modas y tendencias, a una vida sencilla; y si nos llega a sobrar, ver que no le falte a otro. Mientras esperamos SU visitación. Mientras esperamos nuestro camino y nuestra misión. Las comodidades de la vida, y Juan lo sabían, engordan el corazón, y nos hace menos sensible a la voz de Dios. Podría hablarnos y mostrarnos nuestro camino, y no lo sabríamos.
Busquemos en Dios una vida intensa y con propósito; si dura o no, es secundario. El éxito nuestro, no es visible.
¡¡¡Me gusta Juan!!!, me gusta su pasión, su personalidad, su entrega, su consecuencia.
Sin duda la vida de austeridad que llevo, le aporto sabiduría para la proclamación del Mesías.
Es sabido que la disciplina y el rigor fortalecen los caracteres y engrandecen el espíritu.
También se reconoce en èl una actitud diferente al son de sus tiempos, un «dejo» de rebeldía, ante lo hasta ese entonces, establecido por la ley Judía, lo que resulta fascinante.
¡Como se necesitan «Juanes» en la actualidad!, vivir apasionadamente la vida en el Amor de Dios, servir y vivir, «para» y «con» Jesús, llevar su impronta en el alma, proclamar su palabra y ser consecuente con ella. Tener plena conciencia que lo banal es intrascendente y perenne, abrir el corazón al «Amor Perfecto», a la «Bondad Infinita», es decir a la «Gracia» de Dios.