Una invitación semanal a darse un espacio para leer un trozo del evangelio y compartir una reflexión sencilla a partir de nuestras experiencias de la vida diaria.
Caminando Juntos
Cartillas de Reflexión
Un espacio abierto e interactivo, que pretende enriquecer a un número creciente de personas, especialmente quienes buscan respuestas para sus inquietudes espirituales.
03 Oct 21
Lucas 10, 1-2
Los mandó de dos en dos
«Después de esto, designó el Señor a otros 72, y los envió de dos en dos delante de sí, a todas las ciudades y sitios a donde él había de ir. Y les dijo: «La cosecha es abundante, pero los obreros son pocos. Rueguen, pues, al dueño de la cosecha que envíe obreros a su cosecha»
Nuestra sociedad hoy es acusada de individualista y egoísta. Pareciera que hemos olvidado el ser comunidad. Y esta lectura nos recuerda hermosamente como el Señor envía a sus discípulos (y probablemente discípulas) de dos en dos. Cuando realizas una acción o una misión, siempre es bueno tener compañía, otro ser humano que sea tu espejo y tu apoyo. Tal vez al ser nuestro Dios una comunidad trinitaria (Padre, Hijo y la Ruah Espiritu de Dios) sabe que todo es mejor cuando se comparte.
Compartir no es casualidad para Cristo, es algo que debemos tener como costumbre, por lo mismo nos dice “donde dos o más se reúnan, ahí estaré yo”. Aun cuando la oración personal es hermosa y recomendada, Dios se hará presente con mayor facilidad cuando lo hacemos en comunidad.
¿Por qué hemos perdido esa conexión con el otro?, ¿Cuándo dejamos de entender que somos hermanos y hermanas y no simples personas recorriendo caminos en solitario? Debemos recordar que todos somos viajeros que coincidimos en un instante del tiempo de la humanidad. No somos nada, tan solo un suspiro en la eternidad, pero somos una cadena que a través de los siglos se entrelaza para llevar a cabo la obra de Dios.
Esa hermandad debemos sentirla con todos y todas, con los que vives cada día en relación familiar, laboral, de espacio y de tiempo, pero también con los que no conoces, no interactuas ni remotamente te has encontrado. Es tarea de hoy el que viajemos acompañando y seamos acompañados, porque en esa experiencia de reconocernos como hermanos, podremos entender y realizar la misión que Cristo nos ha encomendado.
Si la cosecha era inmensa hace dos mil años, podemos imaginar cuantos obreros necesitará Dios para su cosecha hoy. Y es claro que se necesita, vemos como cada día debemos sembrar amor en la desconfianza, tratar de acoger y poder cambiar el dolor de los que migran, en el sufrimiento de la madre tierra que sufre por nuestros excesos, en los niños, niñas y adolescentes violentados por sistemas indiferentes y crueles, en las necesidades que la pandemia, y la búsqueda excesiva de poder y dinero de unos pocos, han desnudado en un pueblo que a veces muere de enfermedad, pero también de hambre y abandono.
Trabajemos en conjunto por la cosecha, unámonos en el amor y tratemos de crear círculos, entornos, uniones que nos permitan proteger nuestras acciones y hacernos fuertes como una red. Y no dejemos de orar para que muchos más se unan a nosotros. El Reino vale la pena el esfuerzo y nunca estamos solos cuando lo hacemos
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