Una invitación semanal a darse un espacio para leer un trozo del evangelio y compartir una reflexión sencilla a partir de nuestras experiencias de la vida diaria.
Caminando Juntos
Cartillas de Reflexión
Un espacio abierto e interactivo, que pretende enriquecer a un número creciente de personas, especialmente quienes buscan respuestas para sus inquietudes espirituales.
07 Oct 17
Lucas 10, 13-16
“… quien me rechaza a mí, rechaza al que me ha enviado.”,
«¡Ay de ti, Corazín! ¡Ay de ti, Betsaida! Porque si en Tiro y en Sidón se hubieran hecho los milagros que se han hecho en vosotras, hace tiempo que se habrían convertido, cubiertos de sayal y sentados sobre ceniza. Por eso, en el Juicio habrá menos rigor para Tiro y Sidón que para vosotras. Y tú, Cafarnaún, ¿pretendes encumbrarte hasta el cielo? ¡Pues hasta el Hades te hundirás! «Quien os escucha a vosotros, a mí me escucha; quien os rechaza a vosotros, a mí me rechaza; y quien me rechaza a mí, rechaza al que me ha enviado.»
Evangelización, rechazo al cambio, pertenencia y comportamiento social.
Imaginemos a Chile hace 100 años,… ahora ampliemos nuestra imaginación a toda América Latina hace 200 años,… al mundo entero hace 1000 años. Desafiante, ¿verdad? Pues estamos a la mitad del camino. Imaginemos Tierra Santa hace casi 2000 años atrás, cuando y donde Jesús vivió sus años de predicación. Lo que entonces se consideraba “el mundo conocido” era principalmente el Imperio Romano y muy lejanamente, los restos de lo que fue Babilonia, más distante aún India y China. Tiempos diferentes, costumbres diferentes, mundos diferentes. Sin embargo, ¿por qué nos resultan tan familiares las palabras de Jesús, en las que vemos reflejada nuestra propia realidad de rechazo a la evangelización? Qué difícil es para cualquiera de nosotros aceptar lo que alguien similar a uno mismo nos diga,… aceptamos más fácilmente con disciplina –o resignación- cuando alguna “Autoridad” nos dice qué debemos hacer, pero no cuando lo hace uno de nuestros pares. Como regla general, somos adversos al cambio, pues somos desconfiados de quién piensa, dice y hace algo diferente a nosotros mismos.
Y esa fue en esencia la dificultad y a su vez el mérito, de toda la prédica de los Apóstoles. Llevar “La Nueva Buena” hacia los similares,… y más allá. De judío a judío. De hebreo a hebreo. Y entonces; el gran salto, de atreverse a evangelizar de creyente a gentil. Creer de corazón que eran emisarios de las Palabras de Jesús; y por extensión, de Dios Padre. Y creer de corazón que eran los gentiles también merecedores de escuchar La Palabra. Haciendo un paralelismo, esa es precisamente la base metodológica de Renovación Cristiana Chile, evangelizar al prójimo creyendo de corazón que somos portadores de una Buena Nueva, atreviéndonos a llegar al similar, por el similar (dificultad) y aún más allá (mérito).
Puedo imaginar un mundo sin teléfonos inteligentes, sin internet, sin computadores, sin televisión, sin telecomunicaciones, sin electrodomésticos, sin rascacielos, sin aviones ni automóviles, sin máquinas de vapor, sin telares industriales, sin imprenta, sin maquinaria agrícola,… puedo imaginar un mundo apenas con “tecnología”,… pero no puedo imaginar un mundo sin “palabra”. La palabra es lo que nos diferencia de todos los seres vivos, y es precisamente La Palabra de Dios la que quiere llegar a nuestros corazones; otrora mediante los Apóstoles de Jesús; ahora, mediante todo aquel que quiera ser agente de cambio.
Han pasado casi 2000 años, pero las dificultades básicas son las mismas. La naturaleza del ser humano se caracteriza fuertemente por ser “opuesta al cambio”; máxime, cuando el cambio tiene algo que ver con nuestras costumbres y creencias más arraigadas… y son precisamente nuestras costumbres y creencias las que nos definen como seres sociales. Como individuos, no somos nada; pues ya fuese entonces o sea hoy, casi nadie pudo ni puede valerse por sí mismo estando solo en la vida.
Es decir, los seres humanos “somos” personas, en la medida que “seamos” personas. Particularmente la vida moderna, y especialmente debido a la tecnología omnipresente, sólo es viable en la medida que “seamos” entre todos, una suerte de “homo socialis”, que está más allá del “homo sapiens”, pues por sí misma la sabiduría individual no basta. A decir en broma,… las palabras de Renato Descartes quedaron obsoletas: hoy en día ya no aplica “Pienso, luego existo”; más bien, “Tengo Internet, luego soy”.
Me pregunto entonces, ¿por qué es tan difícil evangelizar? ¿Por qué la palabra del similar al similar no llega? ¿Por qué tanta dificultad para hacernos escuchar? En el mundo hiper-conectado de hoy, resulta que estamos posiblemente más aislados unos de otros que en la época en que Jesús predicó. Nos conectamos entre “sistemas”, entre “máquinas”, pero nos cuesta conectarnos entre personas. Quizás las estrecheces que la vida pastoril y laboral imponían al pueblo judío, dominado por el Imperio Romano, hacían que las personas tuviesen más consciencia social. Pero tanto entonces como hoy, nuestro sentido de pertenencia, a una familia, a una clase social, a una nación, a una religión,… hace que nos aferremos más y más a lo que tenemos cerca y tenemos por seguro; y seamos por tanto impermeables al mensaje de los evangelistas.
Tanto otrora como hoy, en general rechazamos a quién predica el Evangelio, sin pensar siquiera que al rechazar al mensajero, rechazamos a Jesús; al rechazar a Jesús, rechazamos al Padre. Seamos valientes en aceptar el desafío, y no seamos como los habitantes de Corazín y Betsaida, quienes aún teniendo muchos milagros a ojos vista no tuvieron Fe en La Palabra.
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