Una invitación semanal a darse un espacio para leer un trozo del evangelio y compartir una reflexión sencilla a partir de nuestras experiencias de la vida diaria.
Caminando Juntos
Cartillas de Reflexión
Un espacio abierto e interactivo, que pretende enriquecer a un número creciente de personas, especialmente quienes buscan respuestas para sus inquietudes espirituales.
01 Oct 12
Lucas 10, 13-16
Evangelio de San Lucas
«Quien me rechaza a mí, rechaza al que me ha enviado»
En aquel tiempo dijo Jesús: «¡Ay de ti, Corozaín; ay de ti, Betsaida! Si en Tiro y en Sidón se hubieran hecho los milagros que en vosotras, hace tiempo que se habrían convertido, vestidos de sayal y sentados en la ceniza. Por eso el juicio les será más llevadero a Tiro y a Sidón que a vosotras. T tú, Cafarnaúm, ¿piensas escalar el cielo? Bajarás al abismo. Quien a vosotros os escucha, a mí me escucha; quien a vosotros os rechaza, a mí me rechaza; y quien me rechaza a mí, rechaza al que me ha enviado».
“El que los escucha a ustedes, a mi me escucha”(Lc. 10,16).
Cada día que pasa Dios nos habla en todo momento, en sueños, al despertar, al caminar por la calle, al conducir el automóvil al trabajo etc. ¿cuán atentos estamos a lo que nos dice? Hace pocos días celebramos en nuestro país, 202 años de vida republicana, en una solemne ceremonia de Te Deum ecuménico, donde sentí que Dios se expresaba en la voz de nuestro Arzobispo refiriéndose al malestar social imperante en la nación: «Una de las razones que está en la raíz de este malestar se debe a una crisis de confianza que se ha transformado en un virus omnipresente que contagia las relaciones de nuestra vida familiar, social, política y también eclesial. La verdad sentí que no hablaba el señor Arzobispo, sino que era Dios el que nos mandaba un mensaje muy potente para tomar mejores rumbos. Nadie quedó indiferente a este llamado, “moros y cristianos”, más allá de las contingencias políticas, nos sentimos tocados.
¿Cómo reconocer cuando Dios nos habla y cuando discernir si es la voz de nuestra propia conveniencia la que nos seduce con palabras de buena crianza, que están fuera de los planes de Dios? Reflexionando profundamente sobre esta gran interrogante, me encontré con este texto muy iluminador de la constitución pastoral Gaudium et spes del Concilio Vaticano II, que trata sobre la Iglesia en el mundo contemporáneo: “La conciencia es el núcleo más secreto y el sagrario del hombre, en el que éste se siente a solas con Dios, cuya voz resuena en el recinto más íntimo de aquella. Es la conciencia la que de modo admirable da a conocer esa ley cuyo cumplimiento consiste en el amor de Dios y del prójimo. La fidelidad a esta conciencia une a los cristianos con los demás hombres para buscar la verdad y resolver con acierto los numerosos problemas morales que se presentan al individuo y a la sociedad”(16.GS). En esta dimensión, quiero, con mucha humildad compartir con ustedes una experiencia muy profunda con el Señor. Hacía muchos años que tenía la “curiosidad” de vivir los Ejercicios Espirituales de San Ignacio. Por fin se me dio esta oportunidad viviéndolos en un silencio de tres días, en los cuales buscaba “que me pasara algo importante”. Cuando uno busca con el intelecto y la razón nada ocurre en verdad. Fue necesario que entendiera que lo primordial era “ponerme en presencia del Señor”, con toda mi historia, mis dolores, mis derrotas y proyectos a medio camino, pero con el deseo grande de que me hablara. Paso a paso, con mi disposición a “dejarme querer por Dios”, fui descubriendo como la historia de mi vida era un continuo estar junto al Señor, en la cual pude ver reflejado su sabio plan de amor que yo había considerado intrascendente. Así, a través de la guía de una religiosa, logré en medio de aquel magnífico silencio, vivir un dialogo maravilloso que me devolvió la certeza de que Dios estaba conmigo y me hablaba de diferentes formas: en la belleza del día de primavera, en la perfección de la naturaleza, en el significado de su Evangelio en el mundo de hoy, en la misión que se me había encomendado.
Dios nos habla siempre, a toda hora, en todos los momentos, aún en la oscuridad más insondable. Solo necesitamos estar dispuestos a recibir su mensaje.
Queridos amigos, yo los invito esta semana a revisar vuestro diálogo intimo con el Señor y a descubrirlo en lo grande y en lo pequeño…¿se atreverían a compartir que les dice a cada uno? “Mis ovejas oyen mi voz, y Yo las conozco, y me siguen” Jn. 10,27
Esta parte del evangelio, me sugiere la gran responsabilidad de aquellos que perciben, conocen y aman a Dios por sobre aquel que no tiene la noción consciente de su existencia. Este, Nuestro Padre, traduce su esencia en los hombres, en la bondad y pureza de sus almas.
Dios se hace manifiesto en todo signo y secuencia de la inmensidad de la creación, pero también en la genuina bondad del ser humano.
A pesar que la búsqueda de Dios es inherente al ser humano, el Padre se hace presente en nuestro propio ser, a través de expresiones de verdad, bondad, y de la verdadera capacidad de amar.
Existen personas que tienen están dotadas de un don especial, tienen a Dios en sus vidas y una fe tan profunda que los hace mínimamente vulnerables ante las tentaciones del mal; en mi caso personal desgraciadamente no es así, tengo que trabajar continuamente mi fe.
Son los momentos difíciles de la vida; el sufrimiento humano, la desigualdad e injusticias, el horror de la violencia de los hombres contra los hombres, el poder del dinero monopolizado por unos pocos sumiendo a otros tantos en la miseria, la tristeza y dolor de las enfermedades que someten a seres humanos a veces inocentes niños a lentas torturas de dolor físico; en los que asoman cuestionamientos a mi fe; entonces viene a mí un pasaje del Antiguo Testamento que refiere a Job, hombre pudiente, poseedor de muchas riquezas y de una hermosa familia, él fue perdiendo poco a poco su fortuna, su familia, y su salud; pero que jamás reniega de Dios a pesar que muchas veces es tentado. Este episodio es para mí una enseñanza clara como el mal nos pone en la vida múltiples “trampas”, para que transemos con él y reneguemos del “Bien”, y con ello del mismo Dios.
A pesar de las vicisitudes que la vida nos depara; permanecer bajo el amparo de las alas del bien, tener la humildad de disponer nuestras vidas ante Dios para que se haga su voluntad, aceptar sus designios y aún así seguir las leyes de la bondad ,……es vivir en Dios, formar parte de su existencia y de su Amor.
El profundizar nuestra espiritualidad en su búsqueda, en el compromiso con este amor distinto, pleno y universal; en la esperanza de fundirnos en su “plenitud”, dimensión desconocida para nosotros, pero que anhelamos, porque creemos profundamente en su verdad manifiesta en la “Palabra”; eso es ir en la línea correcta de la búsqueda de Dios, que por lo demás es un camino absolutamente personal, es una vivencia propia y única entre cada ser humano y el Padre.
A cada uno Dios nos habla de diferente modo, a algunos con la vida diaria, a otros desde un profundo misticismo, a otros desde el silencio reflexivo, a otros en el grito desgarrador del dolor; y a algunos como a mí, desde la sumisión de mi razón y rendición de mis sentimientos ante su Amor…….. después de vencer mi visceral rebeldía.
Muchas gracias, Luis, Muchas gracias Isabel
Esa conversación intima con Dios me nace, me es próxima. Yo siento
el asombro existencial desde muy pequeño, vivo la apertura a la
trascendencia, mi mente me lleva hacia lo que posee el mal nombre
de teología negativa: Dios es el misterio. Así pienso, pero, me
sorprendo hablando con un Tú trascendente, cercano y paternal, no sé
cómo es…pero en esas instancias es un amigo…y ya no estoy
sólo asumiendo a Dios, me parece cercano, padre, madre, hermano
mayor, amigo, cercano…
Abrazos Isabel
Abrazos Luis