Una invitación semanal a darse un espacio para leer un trozo del evangelio y compartir una reflexión sencilla a partir de nuestras experiencias de la vida diaria.
Caminando Juntos
Cartillas de Reflexión
Un espacio abierto e interactivo, que pretende enriquecer a un número creciente de personas, especialmente quienes buscan respuestas para sus inquietudes espirituales.
11 Oct 14
Lucas 11, 15 – 26
“Si yo expulso a los demonios con el poder de Dios, eso significa que el Reino de Dios ha llegado”
Pero algunos de ellos dijeron: «Este echa a los demonios con el poder de Belzebú, jefe de los demonios.». Y otros, para ponerlo a prueba, le pedían una señal que viniera del cielo. Jesús, que conocía sus pensamientos, les dijo: «Una nación dividida corre a la ruina, y los partidos opuestos caen uno tras otro. Si Satanás también está dividido, ¿podrá mantenerse su reino? ¿Cómo se les ocurre decir que yo echo a los demonios invocando a Belzebú? Si yo echo los demonios con la ayuda de Belzebú, los amigos de ustedes, ¿con ayuda de quién los echan? Ellos apreciarán lo que ustedes acaban de decir. En cambio, si echo los demonios con el dedo de Dios, comprendan que el Reino de Dios ha llegado a ustedes. Cuando el Fuerte, bien armado, guarda su casa, todas sus cosas están seguras; pero si llega uno más fuerte y lo vence, le quitará las armas en que confiaba y distribuirá todo lo que tenía. El que no está conmigo, está contra mí; y el que no recoge conmigo, desparrama. Cuando el espíritu malo sale del hombre, empieza a recorrer lugares áridos, buscando un sitio donde descansar. Como no lo encuentra, se dice: Volveré a mi casa de donde tuve que salir. Al llegar la encuentra bien barrida y todo en orden. Se va, entonces, y regresa con otros siete espíritus peores que él; entran y se quedan allí. De tal modo que la nueva condición de la persona es peor que la primera.»
Desde pequeño, con un racionamiento aún muy limitado, he sentido rechazo a la enseñanza que se base en la amenaza, al miedo y al castigo. El eterno: no, no y no, sin ir acompañado de una razonable fundamentación. Ya adulto, no cambié, sino que reafirmé con los hechos de la vida y con tantas reflexiones propias, que vamos haciendo en este transitar -por los tiempos en que nos ha tocado vivir- esa firme actitud, por cierto muy personal, subjetiva y objetable. Esta lectura en que Jesús es urgido por malintencionados a recurrir aBelzebú me ha retrotraído al escenario de un ambiente impregnado de lo maligno, lo demoniaco, de la fuerza del mal, que es, precisamente, lo que erróneamente lleva a muchos a creer que se puede evangelizar y alcanzar la fe por el temor a Dios.
Por ello, intentaré hacer esta reflexión bajo una mirada quizás diferente a lo usual, invitando a buscar la luz por su belleza y alegría, y no por el miedo a la oscuridad y su penuria.
Dios es amor. Es plenitud, seguridad, armonía, morada. Es la luz que ilumina nuestras vidas, le da sentido y orientación. Ama a sus hijos sin límite. No los quiere alejados de su Reino y ¿qué es lo que los aleja?
Son muchos los motivos y que están presentes de generación en generación desde los orígenes: el egoísmo, la envidia, la soberbia, la codicia, el orgullo, la crueldad, la falsedad, el engaño, que de una u otra forma van produciendo las injusticias, la violencia, la exclusión, la discriminación, la pobreza. Para ello, el hombre crea medios a su servicio que luego lo dominan como una droga sin límite y se hace autodependiente, como es el afán desmedido del dinero, del poder. Usando las palabras del Evangelio leído, no es otra cosa que la activa presencia de “los demonios” a lo que Jesús llama a expulsar de modo que si lo logramos podamos exclamar “ha llegado el Reino de Dios”.
Si observamos nuestro medio, la sociedad en que vivimos, la dirección en que avanza el mundo del recién iniciado siglo 21, cabe concluir ¡qué lejos estamos! Podemos quedarnos ahí, en esa conclusión y no hacer nada, ni siquiera comentarlo, pues “nada puedo hacer yo”, -como se dice- para evadir toda responsabilidad y caer en una falta gravísima, como lo es la indiferencia, un mal que corroe al mundo de hoy que se han enraizado como un cáncer letal. Volviendo al evangelio que hemos leído esta semana, me parece importante el llamado que nos hace Jesús a “echar los demonios”, es decir al mal que nos tiene dominados, no con invocaciones, sino con cambio de actitudes que se traduzcan en acciones, por pequeñas que sean, pero que, estando basadas en la fuerza del bien con que Dios ilumina nuestros corazones, puedan ser testimonios de vida, coherencia de verdaderos cristianos. No sigamos en la complacencia que nos damos por el acomodo que hacemos de las enseñanzas del Evangelio a solo la contemplación y oración, no acompañada con obras.
El Reino de Dios debemos construirlo entre todos, aportando cada uno según los talentos recibidos y hacerlo proclamando en forma positiva las virtudes que emanan del amor, la solidaridad, el desapego, testimoniando que lo hacemos con alegría, impregnados de un espíritu de fraternidad, no por temor, obligación o continuismo de una cultura conservadora-religiosa del pasado que lo hacía como un acto “caritativo”, carente de compromiso del corazón, que tiene pasión, motiva y contagia. Así, con esa alegría de vivir nuestra fe, caminaremos juntos combatiendo y echando los “demonios” (males) de hoy en día.
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Para expulsar demonios e ir por la vida haciendo el bien, es muy necesario orar a diario, rezar el rosario meditar los misterios de la vida de Jesús y junto con ello y sin ser menos importante, invocar el Espíritu Santo de modo que por medio de esta realidad El Señor obre en nosotros.
Es decir no obramos por propia voluntad, por nuestros méritos, todos los milagros sanaciones y dones los hace el Señor por medio del Santo Espíritu ….. roguemosle pues a El para que hagamos su voluntad y muchos sean inspirados, especialmente los que en nuestra presencia obren mal, en ese momento roguemos por ellos y veremos que pasa ( me he sorprendido varias veces)
Muchas gracias Patricio por tu reflexión. Me ha hecho pensar y a mi cabeza se me vienen ideas desordenas que quiero compartir. En verdad, tu explicación sobre los demonios me ha sido muy clarificadora.
No dejes que claudique mi Señor al ver lo que este mundo se volvió: decepciones, violencia, rencor, egoísmo de quien quiere mas y la miseria cada vez mayor y la gente pensando al revés, a la guerra la visten de paz y hasta el odio disfrazan de amor.
No dejes que claudique mi Señor, al ver lo que este mundo se volvió, occidente y oriente en conflicto, horrores y violencia. Por otra parte, en occidente los de arriba de los pobres se olvidan, no quieren bajar ni ceder nada, viven en el desamor, nada les preocupa mientras no les afecte. Hay tanto materialismo e individualismo. Señor ábreles el corazón y ayuda e expulsar los demonios que lo esclavizan.