Una invitación semanal a darse un espacio para leer un trozo del evangelio y compartir una reflexión sencilla a partir de nuestras experiencias de la vida diaria.
Caminando Juntos
Cartillas de Reflexión
Un espacio abierto e interactivo, que pretende enriquecer a un número creciente de personas, especialmente quienes buscan respuestas para sus inquietudes espirituales.
03 Oct 11
Lucas 11, 15-26
«Si yo expulso a los demonios con el poder de Dios, eso significa que el Reino de Dios ha llegado»
“Pero algunos de ellos dijeron: ‘Por Beelzebul, Príncipe de los demonios, expulsa los demonios’. Otros, para ponerle a prueba, le pedían una señal del cielo. Pero él, conociendo sus pensamientos les dijo: ‘Todo reino dividido contra sí mismo queda asolado, y casa contra casa, cae. Si, pues, también Satanás está dividido contra sí mismo, ¿cómo va a subsistir su reino?…porque decís que yo expulso los demonios por Beelzebul. Si yo expulso los demonios por Beelzebul, ¿por quién los expulsan vuestros hijos? Por eso, ellos serán vuestros jueces. Pero si por el dedo de Dios expulso yo los demonios, es que ha llegado a vosotros el Reino de Dios. Cuando uno fuerte y bien armado custodia su palacio, sus bienes están en seguro; pero si llega uno más fuerte que él y le vence, le quita las armas en las que estaba confiado y reparte sus despojos’. El que no está conmigo, está contra mí y el que no recoge conmigo, desparrama. Cuando el espíritu inmundo sale del hombre anda vagando por lugares áridos, en busca de reposo; y, al no encontrarlo dice: ‘Me volveré a mi casa, de donde salí. Y al llegar la encuentra barrida y en orden. Entonces va y toma otros siete espíritus peores que él; entran y se instalan allí, y el final de aquel hombre viene a ser peor que el principio
Hay una canción de Chico Buarque, brasileiro, llamada “Trocando em miúdos”, expresión que se podría traducir por “desmenuzando”. Es lo que, me parece, debemos hacer con ese texto bastante sorprendente en boca de Jesús. También para nosotros, en el siglo XXI, nos asusta un poco el tema demonios, con nombre y apellido…
Hay dos momentos distintos separados por la frase fuerte de Jesús, que no deja lugar a dudas: “quien no está conmigo está contra mí”… Quien elige el mal – representado por el demonio – no está con Jesús, el mal es el gran enemigo de Jesús y del Reino de Dios que él predicaba y vivía ya. Quien no busca el bien desparrama sus oportunidades y su tiempo. “La Redención es un proceso dinámico en que Jesús nos da el tiempo como oportunidad para que actuemos juntos por un mundo mejor”.
La primera parte trata, sin duda, de un enfrentamiento entre Jesús y los que querían probarlo, hasta detenerlo para sacar su influencia sobre el pueblo. Jesús sigue con su pedagogía de no contestar las provocaciones, sino de contestar con otras preguntas para que su(s) interlocutor(es) reflexionen. “Desmenuzando”, diríamos en palabras modernas: el mal tiene fuerza y poder sobre nosotros y si no nos preparamos para combatirlo, seremos vencidos y nos alejaremos del Reino que ya está acá aunque no en plenitud.
La segunda parte es como un resumen del asunto, ahora para todos, no sólo para hacer reflexionar a los enemigos de Jesús. Si hay demonios, ángeles malos con nombre y apellido, no sé decir, sinceramente, no sé qué pensar. Pero sí estoy segura de la presencia del mal en el mundo y en nosotros/as.
El mal puede aparecer de varias formas, tal vez la de Beelzebul sea una metáfora, pero lo vemos bajo manto de maravillas muchas veces, en situaciones de delicias, etc. Sin duda, el mal toma fácilmente la apariencia del bien, de lo mejor para nosotros, y la tentación es fuerte y dominadora. Por ello no podemos dejarle las puertas abiertas, no podemos facilitarle la entrada en nuestro cuerpo y en nuestro espíritu.
No olvidemos que el texto arriba está ubicado muy cerca de la oración al Padre Nuestro (Lc 11, 1-4). Y con Jesús y su comunidad, de la cual formamos parte, de la cual somos herederos, recemos: “Padre Nuestro, que nos acerquemos a Tu Reino que nos trajo la encarnación-vida-muerte-resurrección de Jesucristo; que nuestro corazón sepa perdonar, que sigamos los pasos de Tu Hijo bien amado, sirviendo a los hermanos y hermanas, que compartamos el pan de la mesa y del espíritu; Padre Nuestro no nos dejes caer en tentación y libéranos del mal, pues tuyo es el reino, el poder y la gloria por siempre”. Amén.
Así como existe el “bien”, existe el “mal”, y tiene este un gran poder, es sagaz, brillante e incansable, actúa en ocasiones explícitamente, pero otras, solapada, y sutilmente. De esta última manera es difícil de identificar, por que generalmente usa las propias debilidades de cada uno de los seres humanos.
Podemos conocer dos tipos de “energías”, una que nos llama a la bondad, al amor universal y que muchas veces requiere de renuncias de muchos placeres mundanos, o suprimir de nuestras almas sentimientos tan nocivos pero tan humanos, con los que muchos tenemos que luchar. Y está la energía del mal, que en ocasiones se nos muestra amable, divertida, gratificante, que comienza a enraizarse en nuestro proceder, y sin darnos cuenta de manera sutil se apodera de nuestras almas.
La mayoría de los seres humanos tememos al “mal”, pero esta “energía” es tremendamente poderosa, y defendernos de él (mal), en ocasiones resulta complicado, pues su reconocimiento es difícil. Podemos reconocerlo cuando arremete en contra de nuestro sentido de justicia o directamente a los valores con lo que hemos sido formados. Pero a veces puede confundirnos en el dolor, en el sufrimiento, la enfermedad y transformarnos en rebeldes, justicieros, rencorosos; o engendrar deseos de venganza; todos sentimientos que nos alejan de Dios, y van abonando el mal en los corazones humanos.
Abandonarnos a los designios del Padre, la oración, la alegría de contar con Jesús en la profundidad de nuestros sentimientos, nos hace menos vulnerables. Pero por nuestra “humanidad”, seremos siempre susceptibles a la tentación.
La indolencia ante el sufrimiento de otros, es también el mal enmascarado. El egocentrismo y egoísmo desatado del hombre, por sobre el hombre, ¡es desolador!.
“Todo reino dividido contra sí mismo queda asolado, y casa contra casa, cae.” Si pensamos en los grandes conflictos que dividen al mundo hoy, nos daríamos cuenta que es sólo el hombre que actúa contra el hombre, por motivaciones malignas que muchas veces corresponden al deseo de poder y de dominio de una sociedad por encima de otra, o de alguna ideología por sobre otra; ¿Qué pasaría si la humanidad entera apostara su existencia a un solo reino, al Reino de la verdad, y del Amor?,…. ¡que tristeza que en veinte siglos hayamos aprendido tan poco!,… no nos damos cuenta que el mal fragua su existencia usándonos para sus siniestros fines.
Aquí es donde cobra importancia nuestra razón como cristianos, transformándonos en misioneros, proclamando la voz de Dios, la voz de la Bondad, la voz de la Verdad, con nuestras vidas, con nuestras conductas, con nuestros ejemplos, con valentía; un granito de arena, que uno a uno podemos sumarnos para constituir en este mundo el “Pueblo de Dios”.
Sé que suena utópico, tal vez romántico, o demasiado idealista, o tal vez un tanto “loco”; pero me consuela pensar que ha habido, hay, y habrá locos que se jugarán su vida por el “gran Amor”.
Gracias Luis por tu comentario. Cuanta razón tienes al hacernos presente la tremenda actualidad de las palabras del Maestro. Como dices que fácil es reconocer la hipocresía en todos los sectores que mencionas y en otros, y cuanto más difícil es reconocer nuestra propia hipocresía. ¡Es tan difícil el compromiso total con Jesús! ¡Que fácil caer en la desesperanza al mirar a nuestros prójimos y a nosotros mismos! ¿Cómo no caer en abatimiento y temor al vernos rodeados de tantos “fariseos” poderosos? En este sentido nos deberían reconfortar las palabras de Jesús en que nos recuerda a quién debemos temer y en quien confiar “No teman, pues ustedes valen más que un sinnúmero de pajarillos.” El reino de Dios no es el de los hombres.
Manuel Muñoz