Una invitación semanal a darse un espacio para leer un trozo del evangelio y compartir una reflexión sencilla a partir de nuestras experiencias de la vida diaria.
Caminando Juntos
Cartillas de Reflexión
Un espacio abierto e interactivo, que pretende enriquecer a un número creciente de personas, especialmente quienes buscan respuestas para sus inquietudes espirituales.
17 Oct 20
Lucas 11, 42-46
¡Ay de vosotros, fariseos! ¡Ay de vosotros maestros de la ley!
Mas ¡ay de ustedes, fariseos!, porque pagan el diezmo de la menta y la ruda y toda clase de hortaliza, y sin embargo pasan por alto la justicia y el amor de Dios; pero esto es lo que debían haber practicado sin descuidar lo otro. ¡Ay de ustedes, fariseos!, porque aman los primeros asientos en las sinagogas y los saludos respetuosos en las plazas.¡Ay de ustedes!, porque son como sepulcros que no se ven, sobre los que andan los hombres sin saberlo.
Respondiendo uno de los intérpretes de la ley, le dijo: Maestro, cuando dices esto, también a nosotros nos insultas. Y Él dijo: ¡Ay también de ustedes, intérpretes de la ley!, porque cargan a los hombres con cargas difíciles de llevar, y ustedes ni siquiera tocan las cargas con uno de sus dedos.
Para entender un poco esta diatriba de Jesús contra los fariseos, hay que ver los versículos anteriores a este texto. Ahí podemos leer que Jesús es invitado a comer en casa de uno de ellos, Él acepta y se sienta a la mesa… pero no se lava primero las manos según el ritual. Todos entendemos que es higiénico lavarse las manos antes de comer, y especialmente ahora que debemos protegernos del coronavirus… ¿por qué, entonces es la dura respuesta de Jesús?
Hay que entender también que los fariseos eran un grupo religioso muy observadores de la ley, tanto así que, según ellos, quienes no observaban los 613 preceptos que se encontraban en la Torá (los cinco primeros libros de la Biblia) eran considerados impuros. Es por eso que el fariseo se atreve a criticar a Jesús.
Por su parte, al Maestro debe haberle costado mucho aceptar la hipocresía religiosa de los fariseos, a quienes les gustaba circular por las plazas con largas túnicas para recibir el saludo de la gente y ocupar los primeros lugares en las sinagogas y en los banquetes… Pero descuidaban los aspectos más importantes de la vida, como la justicia y el amor al prójimo. Les llama “sepulcros blanqueados”. Es decir, muy lindos y limpios por fuera, pero llenos de podredumbre y muerte por dentro. Quien pisa o toca un sepulcro se vuelve impuro, aunque el sepulcro esté escondido bajo tierra
Esta crítica de Jesús contra los líderes religiosos de aquella época puede ser repetida contra muchos líderes religiosos de los siglos siguientes, hasta hoy… y también es una crítica a nosotros mismos, que muchas veces, en nombre de Dios, insistimos en detalles y olvidamos la justicia y el amor. También actuamos como los fariseos cuando nos preocupa más el qué dirán, el aparentar ser como realmente no somos y que todos nos halaguen porque nos creemos merecedores de honores…
Comentando este texto, el Papa Francisco nos dice: “Como en ese entonces para los fariseos, existe también para nosotros el peligro de creernos en lo correcto, o peor, mejores de los otros por el sólo hecho de observar las reglas, las usanzas, también si no amamos al prójimo, somos duros de corazón, somos soberbios y orgullosos… La observancia literal de los preceptos es algo estéril si no cambia el corazón y no se traduce en actitudes concretas: abrirse al encuentro con Dios y a su palabra, buscar la justicia y la paz, socorrer a los pobres, a los débiles, a los oprimidos.” (Reflexión antes del ángelus, 30 de agosto de 2015)
Deja una respuesta