Una invitación semanal a darse un espacio para leer un trozo del evangelio y compartir una reflexión sencilla a partir de nuestras experiencias de la vida diaria.
Caminando Juntos
Cartillas de Reflexión
Un espacio abierto e interactivo, que pretende enriquecer a un número creciente de personas, especialmente quienes buscan respuestas para sus inquietudes espirituales.
09 Oct 11
Lucas 12, 1-7
Entre tanto se habían reunido miles y miles de personas, hasta el punto de que se aplastaban unos a otros. Entonces Jesús se puso a decir, especialmente para sus discípulos: «Cuídense de la levadura de los fariseos, que es la hipocresía. Nada hay tan oculto que no haya de ser descubierto o tan escondido que no haya de ser conocido. Por el contrario, todo lo que hayan dicho en la oscuridad será oído a la luz del día, y lo que hayan dicho al oído en las habitaciones será proclamado desde las azoteas. Yo les digo a ustedes, mis amigos: No teman a los que matan el cuerpo y después ya no pueden hacer nada más. Yo les voy a mostrar a quién deben temer: teman a Aquel que, después de quitarle a uno la vida, tiene poder para echarlo al infierno. Créanme que es a ése a quien deben temer. ¿No se venden cinco pajaritos por dos monedas? Pues bien, delante de Dios ninguno de ellos ha sido olvidado. Incluso los cabellos de ustedes están contados. No teman, pues ustedes valen más que un sinnúmero de pajarillos.
“Desconfíen de la levadura, es decir, de la hipocresía de los fariseos” (Lc. 12,1). Siempre me ha llamado la atención el tema de los fariseos, su rol en la historia y en el mundo contemporáneo. ¿Quiénes eran? En tiempos de Jesús constituían uno de los grupos más apreciados e influyentes por la observancia de las leyes y pureza ritual en el modo de vivir la religión del pueblo de Israel. Contaban con sacerdotes, pero eran esencialmente un movimiento laico de gente religiosa y piadosa, pero que vivían sus creencias como una cosa técnica y normativa apartada del amor. Jesús se enfrentó muchas veces con ellos por temas doctrinales porque caían en el legalismo y la inconsecuencia; por esta razón formaron una astuta camarilla que tramó una conspiración contra Él y fue el grupo que más presionó para condenarlo a muerte.
Qué gran verdad nos dice Jesús y que poco ha cambiado el mundo desde su tiempo hasta ahora. Qué fácil nos resulta identificar a estos personajes en el mundo de hoy en los políticos con su actuar de doble estándar, en los opinólogos y comentaristas que se toman los espacios para dictar cátedra desde su control de los medios de información, en los académicos en su sitial de sabiduría absoluta, en los dirigentes gremiales con sus discursos mecanicistas, en las Iglesias y otros credos con sus dogmatismos. Nosotros mismos, cuántas veces hemos caído en la red que tanto detestamos; eso es lo más penoso. No quisiera herir susceptibilidades porque entre los estamentos que he mencionado también hay gente muy justa que está luchando con generosidad y altruismo para cambiar el mundo. No se puede generalizar, así como también entre los fariseos había gente sincera como Nicodemo. Lo importante es que estemos atentos para identificarlos y cuidarnos de ellos, y por sobre todo estemos dispuestos a combatir al fariseo que llevamos dentro en nuestro actuar egoísta y soberbio.
Jesús nos llama a confiar y a no tener miedo de seguirlo: “En cuanto a ustedes, hasta los cabellos de su cabeza están contados” (Lc. 12,7). Estamos llenos de miedos que nos paralizan: ante la muerte, a la vejez, a la enfermedad, a la pobreza, al ridículo, a la soledad. Les invito esta semana a revisar nuestros miedos y a compartirlos con la ayuda del Señor.
Reflexionemos que Él mismo, en su encarnación humana, en todo menos en el pecado, también sufrió el miedo con sudor de sangre en el Huerto de los Olivos: “Padre mío, si es posible, pase de mi esta copa; pero que no sea como yo quiero, sino como tú” (Mt 26,39). Tengamos confianza y sigamos nuestro camino de conversión cantando el salmo 23: “El Señor es mi Pastor, nada me falta” y con la fuerza de Pablo que nos dice: “Si Dios está con nosotros. ¿Quién contra nosotros? (Romanos 8,31)
Gracias Luis por tu comentario. Cuanta razón tienes al hacernos presente la tremenda actualidad de las palabras del Maestro. Como dices que fácil es reconocer la hipocresía en todos los sectores que mencionas y en otros, y cuanto más difícil es reconocer nuestra propia hipocresía. ¡Es tan difícil el compromiso total con Jesús! ¡Que fácil caer en la desesperanza al mirar a nuestros prójimos y a nosotros mismos! ¿Cómo no caer en abatimiento y temor al vernos rodeados de tantos “fariseos” poderosos? En este sentido nos deberían reconfortar las palabras de Jesús en que nos recuerda a quién debemos temer y en quien confiar “No teman, pues ustedes valen más que un sinnúmero de pajarillos.” El reino de Dios no es el de los hombres.
Manuel Muñoz
Hipocresía, es la actitud humana, a través de la cual podemos engañar al mundo entero, más, no lo lograremos hacer con Jesús, Él conoce nuestras debilidades, nuestras vidas, la profundidad de nuestros pensamientos, y también nuestros miedos.
Cuando el miedo acecha con la muerte inevitable, sucede que la mayoría de las veces quedamos paralizados, sobre todo cuando se trata la de un ser querido. El dolor se hace insoportable y lacera la integridad de nuestras vidas. Pero la muerte es vencida por la perpetuidad de nuestras almas en el Amor. Jesús nos enseña en este trozo del evangelio de Lucas, que no debemos temer a quien o que nos quita la vida, sino a lo que puede hacernos perder la eternidad de nuestro espíritu en la plenitud del Señor.
Sucede que mientras más tratemos de erradicar del pensamiento, la inminente muerte, se acrecientan los miedos, y usaremos todos los medios posibles para alejarnos de ella. Pero si creemos firmemente en que es sólo un paso en el cual debemos despojarnos de nuestros “ropajes terrenos”, para liberar el alma al “mundo infinito”, en donde se fundirá en el espíritu de Dios o quedará sujeta a las profundidades del “mal”; lo que dependerá del compromiso establecido aquí en la tierra, con la bondad o con la maldad..
Este compromiso es individual, y no importa cuanto se hayan escondido las fallas en actitudes hipócritas, a los ojos de Dios solo tendremos la “verdad” como baluarte.
En pro de la muerte diré, que no doblega nuestros pensamientos, mucho menos los sentimientos, ni nuestras verdades, ni nuestras historias, tampoco nuestros ideales; además, la muerte no vence al Amor, y permite conocer cara a cara, a Jesús, Nuestro Señor.