Una invitación semanal a darse un espacio para leer un trozo del evangelio y compartir una reflexión sencilla a partir de nuestras experiencias de la vida diaria.
Caminando Juntos
Cartillas de Reflexión
Un espacio abierto e interactivo, que pretende enriquecer a un número creciente de personas, especialmente quienes buscan respuestas para sus inquietudes espirituales.
24 Oct 20
Lucas 12, 39-48
Al que mucho se le dio, mucho se le exigirá
Jesús les dijo: «Si el dueño de casa supiera a qué hora vendrá el ladrón, ustedes entienden que se mantendría despierto y no le dejaría romper el muro. Estén también ustedes preparados, porque el Hijo del Hombre llegará a la hora que menos esperan». Pedro preguntó: «Señor, esta parábola que has contado, ¿es sólo para nosotros o es para todos?» El Señor contestó: «Imagínense a un administrador digno de confianza y capaz. Su señor lo ha puesto al frente de sus sirvientes y es él quien les repartirá a su debido tiempo la ración de trigo. Afortunado ese servidor si al llegar su señor lo encuentra cumpliendo su deber. En verdad les digo que le encomendará el cuidado de todo lo que tiene. Pero puede ser que el administrador piense: «Mi patrón llegará tarde». Si entonces empieza a maltratar a los sirvientes y sirvientas, a comer, a beber y a emborracharse, llegará su patrón el día en que menos lo espera y a la hora menos pensada, lo despedirá y lo condenará a la pena de los que no son fieles. Este servidor conocía la voluntad de su patrón; si no ha cumplido las órdenes de su patrón y no ha preparado nada, recibirá un severo castigo. En cambio, si es otro que hizo sin saber algo que merece azotes, recibirá menos golpes. Al que se le ha dado mucho, se le exigirá mucho; y cuanto más se le haya confiado, tanto más se le pedirá cuentas.»
Todos los seres humanos tenemos potencialidades, también debilidades, además de algunos dones regalados que hacen la diferencia; estos últimos cobran real validez cuando los ponemos al servicio de otros, de otro modo carecen de sentido.
Si bien, todo hombre y mujer que pisa la tierra es dueño de una misma dignidad que le otorga el «ser» y el «nacer» por designio del Padre en este mundo y como parte del «todo universal»; en la estructura administrativa y política de esta humanidad han existido siempre, desde el comienzo de la historia humana, jerarcas que dirigen a los pueblos, toman decisiones y ostentan un poder por sobre las vidas y posesiones de las personas.
Esta parte del evangelio dice relación con la administración de este poder, que a algunos les fue otorgado por herencia y actualmente, en la mayoría de los países, por elecciones democráticas. Muy pocas comunidades ancestrales tenían un sistema en que todo funcionaba por acuerdos «comunitarios» y otras gerontocráticas en donde el poder lo ejercía «el» más anciano o «los» más ancianos a modo de «Consejo», los cuales se suponen más sabios, más ecuánimes y más experimentados.
La cuestión es que, cualquiera sea el sistema, se supone que quien ostenta este poder quiere el bien para su pueblo, sin embargo, en la actualidad nos encontramos con cientos de gobernantes quienes a través de su cargo, solo piensan en su beneficio y en el de sus cercanos, en desmedro de la calidad de vida y el sentir de sus ciudadanos.
«A quien se le ha dado mucho, se le exigirá mucho, y a quien se le ha confiado mucho, se le pedirá más aún»
Ésta es Palabra del Señor, entonces a quienes cuentan con dones y atributos para ser gobernantes se les pedirá mucho, pero si a éstos se les ha confiado la vida y el espíritu de una nación, se les pedirá mucho más.
Hacerse cargo de la magistratura de un país es una ardua tarea; más que un privilegio es una gran carga y responsabilidad, que lleva implícito el bienestar de todos los coterráneos «de capitán a paje» dirían nuestros abuelos. No puede haber grupos ciudadanos de «distinto orden»; no se puede servir del poder, sino que se tiene que usar el poder para servir de la mejor manera a todo el pueblo.
No existe mayor privilegio que tener la «capacidad de servir». Mientras Dios concede talentos y dones, y el universo confabula para entregar oportunidades, es para ponerlos al servicio de los demás, de otro modo pierden su nobleza.
Cuando una sociedad pierde la capacidad de elegir a sus gobernantes según su «capacidad de servicio» y se deja arrastrar por demagogia, intereses y falta de lealtad a la nación; es porque se ha transformado en «decadente», y si además basa su idiosincrasia en sistemas injustos, es porque se ha perdido la conciencia ética y los lazos fundamentales con las leyes de Jesús, con su espiritualidad y obviamente con el Amor fraterno que preconiza en su Palabra.
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