Una invitación semanal a darse un espacio para leer un trozo del evangelio y compartir una reflexión sencilla a partir de nuestras experiencias de la vida diaria.
Caminando Juntos
Cartillas de Reflexión
Un espacio abierto e interactivo, que pretende enriquecer a un número creciente de personas, especialmente quienes buscan respuestas para sus inquietudes espirituales.
15 Oct 16
.Lucas 12, 39-48
“Si el dueño de la casa supiera a qué hora iba a venir el ladrón”
«Sabed que si el dueño de casa hubiera sabido a qué hora habría de venir el ladrón, no habría permitido que forzara la entrada a su casa. Vosotros también estad preparados, porque a la hora que no penséis, vendrá el Hijo del Hombre.» Entonces Pedro le dijo: –Señor, ¿dices esta parábola para nosotros, o también para todos? Y dijo el Señor: «¿Quién es, pues, el mayordomo fiel y prudente, a quien el señor pondrá sobre los de su casa para que les dé sus raciones a su debido tiempo? Bienaventurado será aquel siervo a quien, cuando su señor venga, le encuentre haciéndolo así. En verdad os digo que le pondrá sobre todos sus bienes. Pero si aquel siervo dice en su corazón: «Mi señor tarda en venir» y comienza a golpear a los siervos y a las siervas, y a comer y a beber y a embriagarse, vendrá el señor de aquel siervo en el día que no espera y a la hora que no sabe, y le castigará duramente y pondrá su parte con los incrédulos. Porque aquel siervo que entendió la voluntad de su señor y no se preparó ni hizo conforme a su voluntad, recibirá muchos azotes. Pero el que no entendió, aunque hizo cosas dignas de azotes, recibirá pocos azotes. Porque de todo aquel a quien le ha sido dado mucho, mucho se demandará de él; y de aquel a quien confiaron mucho, se le pedirá más. »
Nadie es capaz de predecir el futuro con certeza, pero ciertamente podemos imaginar el futuro y nos sentimos particularmente angustiados cuando ese futuro imaginado tiene asociada mucha incertidumbre. ¿Cómo podrán enfrentar nuestros seres queridos los desafíos de la vida en el futuro?, ¿vivirán en un mundo más justo y equitativo?, ¿serán agentes de cambio en la construcción de una sociedad más próspera para todos? Esta enorme incertidumbre en relación al futuro es lo que justamente nos preocupa actualmente, pues de lo único que podemos estar seguros es que se avecinan cambios. Paradójicamente, lo único “constante” en la vida, es el “cambio”.
Justamente el pasaje del Evangelio de esta semana nos invita a vivir nuestra vida con la esperanza de la segunda venida de Jesucristo –que será el mayor cambio mundial jamás realizado-. Pero mientras tanto, ¿qué estamos haciendo?, ¿cómo estamos viviendo? Las respuestas a estas interrogantes son fundamentales en nuestra vida. Es más, nos definen como personas. Precisamente el no saber cuándo ocurrirá un evento es lo que nos hace prepararnos lo mejor posible en lo cotidiano para su ocurrencia. Por esto, ser cristiano no se basa tanto que lo que creemos sino más bien en cómo vivimos nuestra vida.
Específicamente, la lectura del Evangelio nos invita a reflexionar sobre nuestra responsabilidad como constructores del Reino, pues nos interpela en relación a nuestro actuar cotidiano. Ningún individuo puede lograr la plenitud de su existencia sino a través del prójimo, pues la grandeza del ser humano se observa en la medida en que sus obras influyen sobre su entorno con un efecto transformador sobre las vidas de quienes logramos “tocar”. Dicho esto, ¿qué estamos haciendo cada uno de nosotros para la construcción del Reino?, ¿sentimos que somos siervos fieles que hacemos lo que el Señor nos encomendó?; o por lo contrario,… ¿somos holgazanes y preferimos estar en nuestra “zona de confort” sin tomar acción ni ejercer influencia sobre el prójimo?
Las decisiones que tomamos día a día marcan nuestras acciones y éstas definen nuestro rumbo. Esto siempre fue así y seguirá siéndolo. Lo importante es detenernos a pensar qué define nuestras decisiones. ¿Decidimos en base a nuestros valores o lo hacemos persiguiendo nuestra mejor conveniencia? Decidir con base en nuestros valores hace de nosotros quienes en verdad somos y se refleja hacia nuestro prójimo más cercano: familia, amigos, colegas de trabajo, vecinos, ciudadanos.
Como miembros de RC Chile hemos tomado conciencia de los múltiples desafíos a los que el país se enfrenta en el contexto político, económico y social. ¿Qué hacer entonces frente a estos desafíos? Nuestros valores deben guiarnos para decidir en conciencia. Por una parte, todos podríamos dar la respuesta fácil que “dado el enorme tamaño de los problemas, nada podemos hacer de manera individual”; pero por otra parte, deberíamos pensar que una sola persona puede cambiar el mundo.
El Evangelio nos interpela a que nos atrevamos a cambiar el mundo, nuestro mundo. Seamos pues valientes en el decidir, para que nuestro actuar sea coherente con nuestros valores. Como cristianos que somos, tenemos fe en la segunda venida de Jesucristo y gracias a esto nuestras vidas tienen un sentido más pleno, pues tenemos conciencia que nuestra responsabilidad es tanto mayor cuanto más hayamos recibido; cuanto más tengamos tanto más importante será lo que hagamos con ello, con énfasis particular en todo lo que hayamos recibido como valores humanos. No nos confundamos pensando que nuestras riquezas son sólo materiales; pues si bien es muy importante compartir con el prójimo dando más a quien más necesita, nuestra responsabilidad se extiende con especial importancia hacia lo intangible. Recordemos que todo lo verdaderamente valioso en la vida no se adquiere con dinero. Nuestros valores así como nuestra fe compartida, la moral de nuestra conducta, el respeto al prójimo, la honestidad, la fidelidad, etc., son las riquezas más grandes a compartir.
Cuanto más amor, cariño y afecto hayamos recibido de nuestros padres, familia y amigos, tanto más responsables somos de darlo hacia el prójimo; cuanto más conocimiento tengamos, tanto más importante será compartirlo; cuanto más justa y correctamente hayamos sido educados y premiados o reprendidos –según fuese el caso-, tanto más digno y honesto debe ser nuestro discernimiento; cuanto más valores cristianos hayamos encarnado, tanto más plena debería ser nuestra vida; pues, en palabras de Jesús: «Porque de todo aquel a quien le ha sido dado mucho, mucho se demandará de él; y de aquel a quien confiaron mucho, se le pedirá más. »
Santiago de Chile, Octubre 2016
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Estar preparados con las lámparas encendidas, hacer de la vida algo valedero, SER y no TENER.
Compartir con nuestros hermanos no solamente dando algo material, sino, estrechando una mano, escuchando, enjugando lágrimas, acompañando en momentos difíciles, eso es vivir la vida que el buen DIOS nos a regalado y con la cuál podemos ser dichosos en forma sencilla aplicando el mandamiento del amor.
Yo personalmente tengo la certeza que cualquier día vence mi permiso por eso mi conversación con el buen DIOS es a cada instante con mi propia vida