Una invitación semanal a darse un espacio para leer un trozo del evangelio y compartir una reflexión sencilla a partir de nuestras experiencias de la vida diaria.
Caminando Juntos
Cartillas de Reflexión
Un espacio abierto e interactivo, que pretende enriquecer a un número creciente de personas, especialmente quienes buscan respuestas para sus inquietudes espirituales.
21 Oct 13
Lucas 12, 49-53
«No he venido a traer paz, sino división»
En aquel tiempo, dijo Jesús a sus discípulos: «He venido a prender fuego en el mundo, ¡y ojalá estuviera ya ardiendo! Tengo que pasar por un bautismo, ¡y qué angustia hasta que se cumpla! ¿Pensáis que he venido a traer al mundo paz? No, sino división. En adelante, una familia de cinco estará dividida: tres contra dos y dos contra tres; estarán divididos el padre contra el hijo y el hijo contra el padre, la madre contra la hija y la hija contra la madre, la suegra contra la nuera y la nuera contra la suegra.»
Nos encontramos ante una lectura que por decir lo menos, a mí me parece bastante contradictoria. Resulta desconcertante hallarnos con aquel que fue puro amor, que predicó la conversión y el amor a los semejantes, aparezca ahora instándonos a ser fuego y a que ardamos, para luego hablarnos de división entre padres, hermanos y otros miembros de la familia. Para mi Jesús, es y será siempre sinónimo de paz y amor.
Para mí, en general, el fuego siempre ha representado algo destructor, un fenómeno que arrasa, aniquila y termina todo, dejando lo que toca reducido a cenizas. Elemento este que no tiene vida, y naturalmente, no se puede esperar que la engendre, solo trae muerte. Pero no, resulta que el fuego al que Jesús se refiere es justamente lo contrario a la muerte, es una fuerza de vida, es calor, es amor. Resulta ser el mismo que les mandó a sus discípulos al enviarles, en forma de lenguas de fuego el Espíritu Santo cuando ellos, por temor a los judíos, se encontraban escondidos en el Cenáculo en el día de Pentecostés.
Convenzámonos que nuestra religión no es pura rutina como pueden pensar muchos, no es un tira y afloja. El cristianismo no es una forma de vivir la vida, preferiría decir que es la vida misma. El papa Benedicto XVI afirmó que “Jesús no es una simple convicción privada o una doctrina abstracta, es una persona real cuya entrada en la historia es capaz de renovar la vida de todos”. Por su parte el papa Francisco nos dice que ”Esta iglesia es la casa de todos, no una capillita en la que cabe solo un grupito de personas selectas. No podemos reducir el seno de la iglesia universal a un nido protector de nuestra mediocridad”.
Jesús nos invita a ser fuego y como tal, tendríamos que arder en caridad para los demás. Él no quiere que seamos medias tinta, sino decididos. Debemos ser íntegros, resueltos. De una sola línea, mirando siempre hacia un futuro auspicioso, teniendo siempre como a ese Dios que nos estará esperando con los brazos abiertos.
Después de pensar y meditar en esta lectura, creo estar en condiciones de recomendarles a todos, que no hay que temer a este fuego, ya que tiene por misión purificarnos así como lo hace con el oro y los metales preciosos. Recordemos que cuando recibimos la confirmación, se nos entregó una braza encendida para que con ella encendiéramos otros fuegos a fin de que el mundo entero ardiera de amor.
Preguntémonos ¿Hemos hecho algo en este sentido y si no, que estamos dispuesto a hacer?
Percy amigo, me quedé sin palabras, en contemplación, meditación y oración.
Sin embargo, no quisiera dejar de darte mis felicitaciones por tu comentario de gran profundidad espiritual y vuelto a la acción.
Quisiera escribir como tú.
abrazos en el fuego del Espíritu